Exterior día, ¿o es interior día? ¿Por
qué están dentro del parking a punto de coger el coche? Héctor parece alterado,
camina con gestos enérgicos y mantiene un rostro muy serio. Nuria
está más relajada, camina a su lado e intenta sonreír.
NURIA: Deja,
conduzco yo.
HÉCTOR: No
hay prisa, vamos con tiempo.
N: ¿Allí
quién te espera?
H: Nadie,
voy en autobús hasta el pueblo.
N: Pero
tienes que esperar mucho.
H: Leo el
periódico, yo qué sé.
N: ¿Tu
madre está en casa?
H: No, creo
que está con una prima hasta que yo llegue.
N: ¿Y tu
hermana?
H: Ya sabes
que mi hermana está fuera y no puede venir.
N: Pues no
sé por qué, bien que viene por Navidades a recoger el aguinaldo.
H: Porque
es fiesta en todos lados, atiende: no hay otra solución, tengo que ir yo, además
ya se han acabado las clases y tal vez no tenga que volver.
N: Yo iría
contigo, pero ahora no puedo, tal vez para el otro fin de semana. ¿Qué vas a
hacer allí, lo sabes?
H: Pues lo
primero es llevar la casa rural, mi madre con la escayola estará unos tres
meses sin poder hacer nada.
N: ¿Y como
va a aguantar el negocio? Tendrá que cerrar.
H: Bueno ahora
lo que hay que ver es como está ella y ya iremos arreglando las cosas.
N: ¿Pero
hay gente ahora en el hotel?
H: Sé que
tenía dos habitaciones alquiladas, menos mal que ya pasó el puente.
N: ¿Pero
qué hacia tu madre subida a un tractor?
H: En el
campo se hace de todo.
N: ¿Tú
sabes llevar el hotel?
H: Sí,
claro que sé hacerlo, aunque no me apetece cambiar las sábanas de otros. Ella
daba desayunos y además tenía gallinas.
N: ¿Cuánto
tiempo vas a estar allí?
H: Ni idea,
ya sabes cómo son estas caídas, el asunto es que tal y como están las cosas el
hotel no se puede cerrar. No nos lo podemos permitir.
N: Si
claro, es una faena pero creo que es lo mejor.
H: ¿Tú, qué
harás?, ¿quién te va a hacer ahora la comida?
N: Como por
ahí, eso no es problema.
H: El
problema es quién va a atender a mi madre, tendré que darle de comer, fregar y demás
gaitas; pero lo que me preocupa es tener que limpiarla y moverla en la cama y
todo eso. Tengo que encontrar a alguien, yo no estoy preparado.
N: El
problema es que hay que pagarlo.
H: El hotel
funciona bien, por ahora.
N: Pues
dedícate al hostal y contrata a alguien que esté pendiente de ella.
H: Parece
que todo se pone en contra últimamente, ¿será por la bondad?
N: ¿Qué
bondad?
H: La que
estamos acostumbrados a ofrecer a los demás. Cuanto más das menos recibes.
N: Me
gustaría que nada me afectara. En algunas situaciones lo mejor es dejarse
llevar.
H: Y dejar
que a tu alrededor todo se convierta en un caos.
N: ¿Es que
crees que solo tú puedes arreglar las cosas?, ese es tu problema, que te crees
imprescindible.
H: Vamos a
ver, si yo no voy a cuidar a mi madre y de paso a llevar el hotel, nadie lo va
a hacer.
N: No sé
por qué nos creemos imprescindibles, es un problema nuestro.
H: ¿Generacional,
a eso te refieres?
N: No,
nuestro. Pensamos que sin nosotros no funciona nada.
H: Y ahora
qué pasará con nosotros…
N: Pues nos
dedicaremos por un tiempo a cuidar de los demás, es lo que toca.
H: Es lo
que siempre nos ha tocado. ¿Y quién cuidará de nosotros?
N: Nadie,
hay que asumirlo; ni la familia ni el estado. Como tú dices nos gasearán, somos
un estorbo.
H: Todo se
reduce a complacer a los demás.
N: No seas
tremendista, hoy por ti mañana por mi, y madre no hay más que una; además te
acabas de quedar sin trabajo.
H: Ves, no
hay mal que por bien no venga, mientras haya salud… Si al final tengo una
suerte bárbara.
N: Tal vez
haya que plantearse las cosas de otro modo.
H: ¿Hablas
de nosotros, de nuestra relación?
N: No, la
vida entera. Yo que sé… Que pocas veces en realidad eres libre. Tiene que ver
con algo más existencial.
H: Qué
puede ser más existencial que lo que siento por ti, acaso crees que te quiero
para mandarte mensajitos y echar un polvo de vez en cuando.
Si la cosa
se alarga, ¿vendrás?
N: Mejor
pensar en los dos próximos meses, no podemos mirar más allá.
H: Ya, es
verdad, hay que ser realista, es lo que hay. Una madre de 76 con la cadera rota
y una casa rural que atender. Yo en paro y a 500 km de distancia: precioso.
N: No tiene
sentido enfadarse, te acompaño, ¿lo llevas todo?
H: Mejor
voy sin nada, así, ligero de equipaje.
N: No
pienses que la distancia es una prueba, nosotros ya la hemos pasado.
H: No es
una prueba, es una puñalada.
N: No digas
eso, dentro de quince días voy a verte.
H: Así que
dos semanas sin vernos.
N: Tengo
que trabajar.
H: ¿Y si me
tengo que quedar todo el verano, qué hacemos?
N: No sé,
ya pensaremos algo. Esto es inmediato.
H: Tú a Boston y yo a California, qué bien
lo vamos a pasar, al fin tendrás todo el tiempo para ti.
N: Sí, me
iré de fin de semana. Anda, no digas bobadas.
H: Ya
llegamos, mira a ver si hay sitio en el parking.
N: No,
antes doy una vuelta a la manzana a ver si hay un sitio libre, que cuesta
carísimo.
H: Todavía
no entiendo por qué la llaman Estación Sur si va al norte.
N: Un
vestigio del pasado, son así de cómicos.
H: Pues
hacen tanta gracia como Martínez Soria y Rajoy juntos.
N: Antes sí
que era un cutrerío de estación.
H: Ya,
ahora los pobres son más elegantes, se ve que tienen estudios.
N: ¿Llevas
algo para leer?
H: Las Putas asesinas, haber si se me pega algo.
N: No te
veo de puta, y tampoco de asesina.
H: No coño,
de escritor.
N: Te
acompaño hasta el bus y espero a que metas la maleta.
H: ¿Cuánto
me vas a echar de menos?
N: Bastante
más de lo que crees.
H: Sí,
seguro que ahora aprovechas para irte con las amigotas y ponernos a parir.
N: Ya, eso
es lo típico pero no en este caso, voy a subir al teleférico de la Casa de Campo.
H: No se me
ocurre nada más emocionante, casi es peor que echarles de comer a las gallinas.
N: Hablando
de gallinas, ¿hablaste con tu hermana?
H: No,
cuando llegue al pueblo la llamo.
N: ¿Sabe
que cayó tu madre?
H: Yo no se
lo dije.
N: ¿Y por qué
no? No crees que ya está bien… los reyes son los padres, ¿no?
H: ¿Y
cuando fue la última vez que fue tu hermano a ver a tu madre? Por mucho que
quieras las cosas son como son.
N: Pero mi
familia no tiene a una tía loca encerrada en una cuadra.
H: No, lo
que tiene es a un padre que se fugó con todo el dinero de tu madre.
Cría Cuervos…
Imagen Natalia Pastor Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez
NURIA: ¿Tienes
frío, si quieres te dejo mi cazadora?
HÉCTOR: No,
deja. Mira que no traer abrigo.
N: Ya,
quién iba a decir que nos iba a caer esta nevada.
H: Una
nevada en abril, después de estar a 17 grados la semana pasada.
N: El
cambio climático se nos atraganta. Parece el fin del mundo; desaparecemos como
civilización.
H: Desaparecemos
antes que el euro.
N:
Imagínate que fuera cierto que alguien nos dijera que nos quedan dos días, sé
que es muy cinematográfico pero ¿qué harías, adónde irías?
H: No sé,
probablemente no me movería de aquí. Iría al bar ese donde hay una máquina de
música y metería monedas sin parar.
N: Entonces
como colofón te daría por cantar.
H: Por
correr seguro que no. ¿Tú, qué harías?
N: Ya que
estoy aquí en la carretera empezaría a caminar hacia allá, sin dirección, como
los esquimales. Me alejaría para verlo todo desde más lejos.
H: ¿Me
dejarías aquí solo?
N: ¿No ibas
a quedarte en el bar con el jukebox? O mejor podías escribir ¿por qué no
escribes una carta de despedida?
H: ¿Y a
quién iría dirigida?
N: Una
carta de amor dirigida a una amada anónima, a todas las mujeres del mundo en
plan amor global.
H: La
redacto gratis, entonces.
N: Es algo
voluntario, sin contrapartida, como el amor. Un acto romántico para un momento
crítico y sublime. Como aquella carta que me escribiste en ese tono en plan
vida o muerte, algo que sea demodé, como el amor cortés. Y vas y la dejas en
una botella.
H: ¿Y eso
tiene sentido?
N: Claro,
es la respuesta a nuestra época de incertidumbre y desconfianza. Vas y te
despides con una carta, toma ya.
H: A ver
cómo lo ves así:
No sé qué piensas, no sé qué quieres
¿Por qué estás conmigo? ¿Acaso soy la última esperanza? Ya sé que es absurdo pero
yo te quiero, creo en el amor, no quiero que estés conmigo por utilidad, por
relleno. Dime que me quieres, no hagas que sufra (otra vez) otra vez.
Ahora te busco, te busco contra ti,
en ti, dentro de ti, absolutamente dentro de ti.
No puedes creer que te amo, porque
da la risa, ya lo se…
Pero yo… yo siento profundo, inspiro
y trago tu nombre (Hey) Sólo pienso en ti.
Puedes pensar que en la noche solo
rebusco entre los recuerdos tu imagen, tu voz, tu cuerpo desnudo.
No sientes esta sensación, este
estar bien, este dar…
N: Genial,
si llega a leerla alguien, alucina, es tan anacrónica.
H: ¿Tú
crees en el amor, crees que puede existir el amor en este tiempo?
N: Pareces
un personaje de La rodilla de Clara
H: Sí o no.
N: No sé
qué contestar, no me dejas muchas alternativas.
Es tonto seguir
pensando en ti, o pensar en nosotros. El tiempo ahora es como el microondas calentando
la leche: no hay tiempo. Una película casi dura tanto como un curso del
instituto.
H: Y un
beso es un año de vida. ¿Piensas que una pareja es como un yogurt bio para
hacer tu vida más saludable?
N: Ya no
podemos pensar en nada de eso, ya hemos empezado a construir.
H: El amor
salva al mundo, eso dicen los evangelistas
en sus furgonetas blancas.
N: Hay
muchos tipos de amor. Anda, escribe la carta esa, dale al género epistolar, ya
verás en qué se quedan los whatsup.
H: ¿Qué le
dice un chico a una chica de 17 años, crees que hablan de amor?
N: No creo
que sean tan románticos, no hablarán de promesas ni de cosas de esas.
H: Es que
hoy qué van a prometer, las palabras se las lleva el viento y más las del twitter.
N: Se
prometen en el viaje de estudios y luego, cuando el autobús dobla la esquina de
la parada, ya, ni se conocen, eso sí que es un avance.
H: ¿Hablas
de ellas o de ellos?
N: De todos.
H: ¿Y tú me
seguirás queriendo igual, sin dinero?
N: Te
querría con incisos, a trompicones.
H: Como
cuando te encuentras tropezones en la sopa de marisco.
N: Es una
prueba dura, lo es.
H: Pues es que
ayer me despidieron.
N: ¡Qué me
dices!
H: Me llegó
la carta del despido. A los interinos no nos van a pagar durante el verano, ya
somos menos que nada.
N: Tranquilo,
lo teníamos hablado, ya lo suponíamos.
H: Sí, pero
del dicho al trecho… No es lo mismo suponer que ver como no entra el dinero en
la cuenta. Las facturas van a seguir llegando.
N: Ya sabes,
no es más rico el que más, sino el que menos…
H: Y Dios
proveerá, no te jode. Tenemos que empezar a recortar gastos.
N: Pues no
sé de qué, si no gastamos nada.
H: De ahora
en adelante, nada de cine y nada de viajes, y nada de cenas con amigos, y nada
de ir a la peluquería; el pelo te lo corto yo, y… me voy a dejar melena.
N: Y nada de
vino para comer y nada de comprar libros, y olvídate del periódico de los
domingos. Y te dejas barba, que las cuchillas son muy caras.
H: Nos
hemos convertido en la auténtica Generación beat, somos como el escarabajo de La metamorfosis, nos despertamos y nos
caemos al suelo patitas arriba y no sabemos cómo darnos la vuelta.
N: Nos
falta un cantautor que nos sirva de referencia.
H: Sí, pero
que tenga 40 años como máximo.
N: Y que
viva en una vivienda de protección.
H: O en
casa de sus padres.
N: Hacen
falta más Violadores del verso y que toquen en las escuelas concertadas.
H: No sé si
el paro llegará a dos años, y después qué.
N: Tal vez
se acabe el mundo, anda, escribe una frase de esas, de esas de amor, en plan
epitafio.
H: No estoy
para historias de amor. Recuerdo una vieja pintada en el muro de una fábrica:
El odio nos hará libres.
Imagen Natalia Pastor Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez
—No
se me ocurre nada, no sé sobre qué vamos a escribir esta vez.
—Natalia
me ha dicho que nos va a mandar unas fotos en la barra de un bar.
—Eso
ya me lo has dicho, pero ¿de qué vamos a hablar?
—Podemos
hacerlo sobre lo mal que está todo, de lo difícil que es llegar a fin de mes,
de los embargos.
—Estoy
harto de política, creo que deberíamos hablar de los personajes, de sus
problemas personales.
—Pero
¿es que acaso no son problemas el que no les alcance el dinero, que tengan sus
empleos en el aire?
—Sí
aunque los periódicos y las radios ya nos saturan con la crisis, hay que buscar
algo distinto.
—Podemos
hablar del meteorito, de que ya no estamos siquiera seguros de que el cielo no
se desplome sobre nuestras cabezas.
NURIA: Me gustan los bares donde no te conocen, donde hablas
sin preguntar nombres ni apellidos. Donde das tu opinión y listo.
HÉCTOR: También me gustan los bares donde todo el mundo se
conoce, que estás como en casa y hasta puedes ir en zapatillas.
N: Demasiada confianza, necesito intimidad. ¿A quién
esperamos porque está claro que esperamos a alguien, no?
H: Dijeron que pasarían por aquí, pero no sé, es tarde
N: Mejor nos vamos ya.
H: Vamos a esperar veinte minutos más y nos vamos.
N: Se hacen de rogar.
H: Todos nos hacemos de rogar, no seas impaciente.
N: No si a mi me da igual, mientras puedo leer una revista
de tendencias. Todos los periódicos hablan de lo mismo.
H: ¿Qué es lo que dicen hoy?
N: ¿Te imaginas cómo fue la primera glaciación, cómo
desapareció el Imperio romano? ¿Crees que todo esto es la antesala del fin?
H: ¿Del fin?, por favor no seas apocalíptica.
N: ¿Y si mañana nos cayera un meteorito?
H: Estás un poco nerviosa. Ya sé que no es fácil, pero no
tiene sentido pensar en fatalidades.
N: No ves que trato de pensar qué pasaría si me echaran del
trabajo; qué haría, adónde iría, tendría que volver a empezar desde cero.
H: Haríamos como los colonos, buscar nuevos territorios más
allá de los mares.
N: Nadie nos ha enseñado a empezar de cero.
H: Es como cuando borras con una goma un esquema que no
sirve.
N: Estás intentando ser positivo, ¿es eso?
H: Estoy intentando mantener la cabeza serena, ¿qué sentido
tiene derrumbarse?
N: Te das cuenta, estamos ocupando los puestos de los de
treinta y ahora tendríamos que estar viviendo sin preocupaciones por el dinero,
sin agobios.
H: Ahora lo llaman eufemísticamente reciclarse.
N: ¿Reciclarse? lo que pasa es que sobramos.
H: Mira qué tranquilidad, aquí en la costa parece que no pasa
nada.
N: Mañana vendrán más gaviotas y se posarán en el mismo
sitio.
H: Pero el mar estará distinto, como el río de Heráclito,
eso lo cambia todo.
N: Cambia el escenario pero nosotros seguimos con la
incertidumbre.
H: Estás muy negativa hoy.
N: ¿Crees que podemos estar seguros de algo? no sé siquiera
si me despedirán mañana, hasta nos puede caer un meteorito encima.
H: No seas exagerada, la tierra va a seguir girando.
N: Díselo a los de Chernóbil, o a los que se envenenan con
pastillas antes de que los echen a la calle.
H: Siempre fue así, siempre hubo ricos, ladrones y pobres.
La tristeza es ver cómo han destruido la educación para tener al país en sus
manos.
N: Como cierre la clínica no sé que será de nosotros.
H: Pues yo que estoy de interino, no quiero ni pensarlo.
N: Tanto trabajar para esto.
H: No te agobies, piensa en otra cosa.
N: Vamos a construir un castillo de arena, algo sencillo
H: Vamos a tomar algo, ¿qué te apetece?
N: Una tónica, no me gusta el alcohol.
H: Pues es una medicina mágica.
N: De magia negra: Días
de vino y rosas.
H: Es lo único que funciona en España, los bares.
N: Sí, pero a costa del trabajo esclavo de los camareros: de
sol a sol.
H: Sol y toros, bares y fútbol; eso es España.
N: Pásame el periódico, anda, que me aburro.
H: Podrías hacerme un poco de caso.
N: Mientras tú miras el partido, yo prefiero leer la prensa, a ver qué escándalo toca.
H: ¿Qué vamos a hacer hoy, te apetece comer fuera y luego
vamos al cine?
N: No te enteras, estamos en crisis y no se puede gastar. Comemos
en casa y luego vemos una película en la tele.
H: Ya, ya lo sé, pero es que a veces te dan ganas de actuar
como si no existiesen los problemas, sobre todo cuando no eres tú el que los
crea.
N: Además acuérdate que hemos quedado para cenar con Rosa y Jaime.
H: No sé, puede que no quiera ir, que me de pereza. Ese
rollo de las cenas de pareja…
N: Ya, tragar las gambas y
mancharte la camisa de mahonesa.
Mirar si colocan los codos sobre la mesa,
o no.
Si saben secarse bien la boca con la servilleta,
si vienen arreglados
o han tenido un mal día;
un día de esos —como últimamente tenemos todos—
donde te avergüenzas de haber nacido en este país
¿No te pasa?
que miras el telediario, o
lees la prensa
y piensas
¿es aquí donde nací?
No puede ser verdad.
Me asquea,
y luego
por la radio
dan consejos
para animarte:
venga, piense en sus hijos,
en su futuro:
¡hay que levantar el país!
Yo qué sé.
H: Prefiero ver partidos en el bar y no tener que aguantar
al novio de tu amiga y sus modales, su egoísmo y la dominación a que la
tiene sometida.
No sé por qué
pero a veces no me apetece ver a nadie,
aunque sea viernes
y haya que estar alegre
porque sí.
En el fondo salimos de la fábrica
igual que en la revolución industrial
y necesitamos socializar
con el prójimo
para no caer en un monótono
fin de semana.
Yo no quiero ver a nadie,
no lo digo deprimido
lo digo riendo,
lo digo feliz.
No quiero mancharme la camisa
con una salsa de esas tártaras,
ni tener que pasarme la noche
contando anécdotas de la semana:
no tengo anécdotas,
ya no.
Ya no tengo ganas de contar.
Y yo, no quedé en nada.
N: Pero te lo comenté.
H: Pero si él te cae peor que a mi, además luego te quejas
de que se pasó la cena mirándote el escote.
N: Lo hago por ella, quiero sacarla de esa relación.
H: ¿Qué la vas a salvar?, ¿no crees que ya es grande para
cuidarse sola?
N: Creo que sólo está con él por el sexo, hacía mucho que no
tenía una relación continuada y lo necesita.
H: Entonces para qué vamos a ir a cenar, mejor una cama
redonda.
N: No te pases. A veces es sólo eso y ya está.
H: Pensé que este rollo de las cenas de parejas no tenían
que ver con nosotros, que lo nuestro era distinto y que ya estábamos de vuelta
de estos tópicos. Las cenas de parejas es de lo peor.
N: ¿Y qué quieres, que nos miremos el ombligo?, me gusta el
intercambio de opiniones. Es muy básico lo de llegar a casa con ese sabor de
que eres mejor, eso sube el ego.
H: Pues yo no me comparo con nadie, prefiero hablar con los parroquianos.
N: Sabes perfectamente que en el bar eres superior a todos porque
ganas en las conversaciones más triviales y quieres ganar en todos los modelos.
H: ¿Qué has dicho, triviales o tribales?
¿Y Rosa por qué se separó de Toño si era muy simpático?
N: Porque le ponía los cuernos y luego le contaba que hacía
horas extras. Se dejó engañar varias veces pero a la cuarta o quinta ya no aguanto más.
H: Y ahora ella se resarce inmolándose con un macho de
manual. No hay quien os entienda.
N: Tampoco entiendo yo qué veis en veinte tíos
persiguiéndose por el pasto, o por qué os quedáis alelados cada vez que os
sonríe una rubia.
H: Jamás dejamos de parecer un dúo extraño.
N: Detrás de la verdad…
La discusión se tornó en lanzas y el ruido de la televisión y las máquinas tragaperras nos impidió oír las palabras que se dijeron, a fin de cuentas se querían y todas aquellas cosas aún no tenían importancia. El tiempo salpicaría las vidas, pero no sería en esta historia, todavía quedaba mucho trecho por recorrer. Imagen Natalia Pastor Texto Roxana Popelka y X-C
HÉCTOR: A veces pienso que no me quieres, que todo esto es
una fantasía donde yo sólo soy una sombra.
NURIA: ¿Y qué puede hacer el otro para sacarte esa idea
suicida?
H: Cuando estamos juntos, como ahora, no necesito pensar nada.
N: Ya, dejas la mente en blanco sin necesidad de clases de
yoga; eso está bien. Nadas a corriente de la nueva ideología oriental.
H: Según pasan los días voy descubriendo las cosas, van
surgiendo sentidos que estaban muertos.
N: A veces, cuando dices esas cosas, me das miedo, como si
estuvieras poseído por un cuerpo extraño.
H: Tal vez tanto pensar me haya hecho idiota.
N: No seas extremo, no estoy acostumbrada a que expresen los
sentimientos con tanta solemnidad.
H: ¿Piensas que solo estoy aquí para acostarme contigo?
N: Tampoco es eso, no lo pienso, pero a veces eres tan
rollito espiritual que me descolocas.
H: Me gusta acariciarte detrás de las rodillas.
N: Sí, me haces cosquillas. Son partes del cuerpo que tenía
atrofiadas.
H: ¿Crees que el sexo nos hace libres, o es una atadura más?
Siempre pensando en si le gustará al otro o si llegaré al orgasmo.
N: Nos hace dependientes, y eso incluso hablando de una trayectoria
sexual satisfactoria.
H: Y toda esa gente que renuncia o niega la sexualidad, ¿Qué
la ve como algo pecaminoso? Ahora con la cantidad de información que existe es
increíble que aún no sea algo positivo.
N: Pero falta el sentimiento, la sinceridad, todas esas
propuestas que aparecen en los libros de psicología y que creemos que cumplimos
a la perfección.
H: ¿Te das cuenta de lo importante que eres para mi y que no
cambiaria este instante por ninguna otra cosa?
N: Pero ocurre que nos autoengañamos, sí, lo creo, los
hombres y también las mujeres. El autoengaño es algo cotidiano.
H: Cómo me gusta que me acaricies así, despacio.
N: El origen está en la infancia, en un conflicto edípico no
resuelto.
H: Muchas veces tengo miedo, pero a tu lado me siento
distinto.
N: Lo llaman miedo al perder el confort materno, he leído
algo y en el origen de todo, por lo visto, está el pensamiento freudiano, ¡qué
sería de nosotros sin Freud!
H: ¿Crees que saldremos de esta, crees que encontraremos un
sitio?
N: Es el miedo al poder fálico lo que a ti te pasa.
H: Ya sé que mañana sonará el despertador, pero ahora es
como si estuviese en la cima del mundo.
N: Yo creo que en este tema, en el sexo, la mayoría está
tratando de adoptar la posición del héroe; pero todo son ansiedades.
H: Todas esas caricias me están despertando.
N: Sabes que una cosa es leer a Freud y otra a Lacan porque
tenían opiniones distintas respecto a la fase edípica.
H: ¿Crees que todo esto es sólo química? ¿No crees que existe algo más, que la sensación que tengo cuando estoy a tu lado es algo más que endorfinas?
N: Aunque el conflicto, como tal, aparece cuando interviene
la figura del padre; es el miedo a la castración. H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira). N: En el festival de Sundance se acaban de
estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la
crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.
H: Es difícil hablar de sentimientos, a mi me
pasa.
N: A mi ya no tanto como antes. Al final, a todos
nos preocupa lo mismo. El sexo también: es universal.
H: Pero casi no hablamos de sexo.
N. Ya, y mira que lo intento contigo. No sé qué
te pasa.
H. Es que me siento como si hiciera terapia.
N. Lo que te falta es soltarte
H: ¿Soltarme el qué?
N: Me refiero a la naturalidad. Pensar que lo que
a ti te ocurre, lo que tú piensas, lo están pensando miles de personas al mismo
tiempo.
H: Así que crees que todo el mundo está pensando,
por ejemplo, en el sexo anal.
N: ¿Estás pensando en eso ahora?
H: Sí. Leí El
País, hoy por la mañana, y salía una escritora australiana que
estrena su obra en el Centro Dramático Nacional y “cuenta cómo, a pesar de su ateísmo, encontró a Dios en el mismo
momento en que fue sodomizada por primera vez”.
N: Pues ayer echaron El informe Kinsey por la tele y explicaba el desconocimiento de lo
que era el sexo en América. ¿Te imaginas lo que era el sexo en los 50 en
España?
H: Balarrasa.
N: ¿No habláis entre los hombres?
H: ¿De qué?
N: ¿Qué decís cuando habláis de sexo?
H: De las tías con las que nos acostamos, nada de
descripciones, sólo números enteros, sin decimales.
N: Nosotras, cuando nos juntamos, siempre hay
alguna que da vidilla a la reunión
contándonos cómo su nuevo novio la desnuda en la cocina mientras miran a través
del horno si está lista la pizza.
H: ¿No habláis de prácticas sexuales?
N: Hablamos de satisfacción sexual y no nos
cortamos un pelo.
H: ¿Y qué es lo que se lleva ahora?
N: De todo, lo que se lleva es lo que ambos
quieran, sobre todo entre parejas que se han unido recientemente.
Luego están las desparejadas que buscan y
encuentran muy poco, la verdad, o se llevan un chasco absoluto cuando lo hacen
una de esas noches locas.
El otro día una amiga me dijo que tenía tantas
ganas que no le importó que el tío estuviera tan borracho que al final, no pudo.
H: ¿Y hablas por ahí de nuestras relaciones
sexuales?
N: Sí, claro. De cómo lo pasamos, de la
frecuencia, de cómo cambian las necesidades. Una amiga me
contó que había que ser abiertos y permitir a tu novio hacerlo con otras
mujeres, que no deberíamos ser egoístas.
H: Tienes que presentarme a tu amiga.
N: Hay como una autonegación a lo que no es habitual.
H: ¿Como al fetichismo?
N: También puede ser, pero lo importante es la comunicación,
ese sigue siendo el caballo de batalla de la sexualidad también hoy.
H: ¿La comunicación qué es, por el uso de la lengua?
N: Yo creo que es un síntoma más del miedo ancestral a decir
lo que nos gusta, a revelar nuestras fantasías y miedos, y ya es hora de que
nos demos cuenta de que todo, también el sexo, es global.
H: Como los hijos, ¿acaso son ellos la razón del sexo? o ¿lo
es el pecado original?
N: ¿Por qué los tíos jamás habláis de sexo entre vosotros,
solo de a cuántas os tirasteis?
H: Es que somos unos caballeros.
¿Cuántas veces puedes hacerlo en una noche? ¿Crees que podríamos
intentarlo hoy?
N: No es una competición. Nunca me planteo el sexo como si
fueran encuestas.
H: Sería como Encuentros
en la tercera fase.
N: Prefiero la calidad, ya lo sabes.
H: Pero primero tienes que quitarte el corpiño ese, que me
rasca.
N: Venga me lo quito. Ahora vuelve la moda de las fajas,
como si no estuviéramos bastante constreñidas.
H: Es un revival, no lo pueden evitar, si hasta quieren
volver a poner la Casa
de fieras en el Retiro.
N: Entonces tendremos una involución también en el sexo.
H: O sea: tú debajo, mujer.
N: Sí, y mirando la hora, como Amélie, eso es genial.
H: ¿Qué es, algo típico femenino?
Y
la noche sigue entre lentas palabras y rincones de oscuridad. El tiempo perdido
se refleja por debajo de la puerta queriendo entrar en la habitación,
peleándose con los sueños que, todavía vírgenes, intentan ocupar el espacio de
un futuro incierto.