domingo, 19 de febrero de 2012

YASMINA DEL SOCORRO: SU PRIMERA VEZ



 ¿La primera vez, me pregunta por mi primera vez?
Me va a sacar los colores
son cosas de las que no se habla,
son intimidades. 
¡Qué le podría decir!
Fue hace mucho tiempo.
Yo tenía 12 años. Le gustaba a mi primo Pancho. Él se casó con una prima común, pero a lo que voy. Pancho estaba enamorado de mi. Creo que desde los seis años, comprende. Eso se sabe, una mujer lo nota. Nos quedamos solos por casualidad en casa de nuestra abuela. Ella se durmió, era la hora de la siesta, y Pancho me acarició en la cocina mientras estaba preparando un plato para la abuela. Empezó por el cuello, bajó hasta las nalgas.
Le dejé hacer. Estaba asustada.
 No sabía si aquello era bueno o malo. Era mi primo y yo le quería a mi manera. Nunca le he contado esto a nadie, a mi esposo tampoco, me mataría. No se lo diga a nadie, es un secreto. Bueno, ahora nuestro secreto.   


¿Qué me gusta de España?
 pregunta difícil, pues.
 Creo que tengo una gran suerte de vivir acá
¡Qué suerte tengo de vivir en Madrid!
No hay pobreza
en España no hay pobreza,
 en Madrid no hay pobreza.
Viva Madrid.
Viva España.       

domingo, 12 de febrero de 2012

DANIEL: MAQUILLAJE


Aquéllas dos alumnas,
las que están sentadas en la fila de atrás,
me dan pavor.
Se percibe tanta agresividad en su mirada.
No parecen felices
y sólo tienen 16.
Sus rostros embadurnados de maquillaje. 
Madrugan,
se arreglan con esmero aunque no es necesario ocultar nada
a los 16. 
Por eso  llevan un top y se visten con minifalda.
Debajo usan unos legs de color negro  (están de moda). 
Son mis alumnas desaventajadas,
 son  Marta y Susana.

Ahora  toca reír sin motivo aparente;
agachan la cabeza entre los libros forrados
llenos de fotos de actores, 
de cantantes de moda;
cuadernos garabateados a rotulador
con nombres de los chicos guapos del instituto,
números de móviles
nics.
No sienten vergüenza
a los 16.
Me alegra tanto potingue deliplús.
Hay días,
-como hoy-,
 que se levantan continuamente a tajar el lápiz mientras hacemos los ejercicios,
o  a tirar un papel,
 a pedirme permiso para ir al baño;
saben  que no está permitido,
tampoco a los 16,
deben esperar a que suene el timbre del descanso
para ir a mear 
a mirarse el flequillo.
Con sus cuerpos esbeltos
delante del espejo del baño,
desafiantes
a los 16.

Son mis favoritas,
son mis chicas extraídas de la película Fucking Amal,
de Lukas Moddisson; 
esas adolescentes complejas que aparecen en la página 54 de los libros de psicología;
rubias teñidas que habitan un barrio periférico,
gastado,
sin posibilidades, 
muerto
si no fuera por el cine de verano
de familias desestructuradas,
 sin esperanza.
 No hay tiempo que perder
a los 16.
Siento que les debo ofrecer algo más que el temario del curso,
 se me hace difícil  encontrar un por qué.
¿Quién necesita enseñanza reglada a los 16?

[Fucking Amal del director sueco Lukas Moddisson, es una película estrenada en 1.999 donde se narra la relación homosexual entre dos adolescentes suecas que viven en un pequeño y aburrido pueblo (Amal).
Moraleja: el Bienestar Social no lo es todo, o, como dicen mis vecinos de Oranien platz: “el capitalismo ha fracasado porque no supo conectar lo tangible con el sentimiento”].

miércoles, 1 de febrero de 2012

YASMINA DEL SOCORRO

Yasmina del Socorro: la llamaban flaquita

Metro: Línea 9
Hora: Seis y media de la mañana
Nombre: Yasmina del Socorro
Profesión: Limpiadora
Salario mensual: 500 euros
Trayecto diario: San Cipriano/ Santiago Bernabeu

   
Es mexicana, concretamente de Monterrey. Vino huyendo del suelo de barro. Se pudo enrolar en el viaje con su marido gracias a unos ahorros de toda la vida. Cumple con la familia y manda 400 euros a fin de mes. Alquila en un barrio de la periferia muy cerca de la estación del metro Vicálvaro. 40 m cuadrados: marido y dos hijos.
De pequeña la llamaban flaquita; era delgada, comía poco. Ahora se le ha puesto un culo grandote que el marido toca a placer, y ella que llega cansada le dice: échate pa` ya. 
Acaba de terminar de tender la ropa, restregar a conciencia el suelo de la cocina y se dispone a salir a la compra con dos billetes de 50 euros que le dejó la señora encima de la mesa, como todos los miércoles, cuando Yasmina va al Mercadona y le hace el guiso a la señora como a ella le gusta.

A Yasmina le gustaría viajar, conocer mundo.
Coger muchos aviones, no le dan miedo las alturas.
Comprar una casa en Monterrey,
una casa grande
y ya está.
Y sábanas como las de la señora,
y que sus hijos vayan a la Universidad.

 Lunes, miércoles y viernes Yasmina del Socorro limpia las aulas del instituto Silvia Paf.
Trabaja por horas,
también lo hace en dos casas más.
A veces se marea al limpiar los cristales,
especialmente si tiene que subirse a una escalera.
Ahora mismo está sentada descansando un rato.
No está de buen humor,
y sospecha que su alimentación es deficitaria en vitamina C y D.
Hoy le gustaría llegar a casa y encontrase con que su marido tiene la cena preparada,
y que ha alquilado una película para después de cenar. Como agua para el chocolate, por ejemplo.

 [Como agua para el chocolate. Novela de Laura Esquivel llevada al cine con el mismo título por su marido Alfonso Arau, en 1992. Con guión de Laura Esquivel y sonido de Juan Carlos Prieto. De 143 minutos de duración, perteneciente al género melodrama romántico].


Yasmina del Socorro ha visto Como agua para el chocolate unas seis veces y dice que cada día me gusta más,
le recuerda a su país,
especialmente a su pueblo, fronterizo como el mío.
Si me preguntaran si soy feliz con la vida que me ha tocado, no sé qué diría.
Tendría que pensarlo bastante.

¿Qué me gusta de España?
 pregunta difícil, pues
 Creo que tengo una gran suerte de vivir acá
¡Qué suerte tengo de vivir en Madrid!
No hay pobreza,
en España no hay pobreza,

en Madrid no hay pobreza.
Viva Madrid.
Viva España.