martes, 26 de marzo de 2013

Todo es mentira en las películas


















Roxana Popelka, la escritora gijonesa de Todo es mentira en las películas, vuelve a la narración tras una larga carrera como artista de acción y poeta.
En Todo es mentira en las películas no hay melancolía ni ironía, hay una crítica a la sociedad actual, a ese no estado de bienestar, a esa España y a las novelas, esas novelas que se venden en los grandes almacenes al lado de los chicles y los preservativos. Ve las cosas a través de sus ojos de mujer, con una mirada crítica y humanista.
Una historia donde uno se queda con la sensación de haber asistido a una película en la que el mismo lector participa como actor. La brillantez de la narración y la luz, la claridad de la exposición, hacen de contraste con la dura realidad de los comportamientos humanos  y de sus miserias.
Roxana Popelka ha publicado los libros de poesía Ciudad del Norte (1989), Simplemente nada común (1991) y Cumpleaños feliz (2010). Poemas y relatos suyos han sido incluidos en distintas antologías. Ha publicado el libro de relatos Tortugas acuáticas (2006). Todo es mentira en las películas (2009) es su primera novela, y está a la espera de la imprenta Preparados, listos, ya y su libro de relatos Hotel.
Desde 1996 se dedica al arte de acción, realizando numerosas perfomances dentro y fuera de España.
Una creatividad permanente utilizando como tema y arma la cotidianidad.
─Parece que lo importante para ti es la creación, sin limitarte a una técnica artística determinada: Ut pictura poesis, tal vez por eso empezaste tu labor como escritora con la poesía que de alguna manera es una forma más directa de expresarse, como la foto acción.
─Sí, pero a la perfomance llegué unos años después, comencé interesándome por la poesía, sobre todo la poesía experimental, la vinculada a las experiencias del Black Mountain College.

ACERCA DE ELLA

       Estudio Citológico
       Paciente: Natalia Otero

       Frontis compuesto por células intermedias y superficiales con predominio de las primeras, apreciándose también parabasales.

       Diagnóstico:
       Citología negativa
      
NATALIA HABLA

Es invierno.
       Estamos en el año 2005 y hace tres meses que he conocido a P. Tengo treinta y cuatro años y estoy casada.


Así arranca la historia, como un Ferrari de 0 a 100 en 3 s. Natalia deambula por la ciudad, por los parques y por los hoteles baratos. La heroína, apenas tiene bastante con apagar el despertador, pero sabe lo que no quiere, no quiere a su marido, y no quiere estar encerrada en esa pesada ciudad como una losa de cuatrocientas toneladas; donde todos te conocen y parece que lo único que puedes hacer es lo que debes hacer, lo que ellos esperan que hagas, o sea, lo mismo que ellos, ellas, no vaya a ser que descubras que su vida es una farsa y su sacrificio por ti, por sus hijos, no es tal, tan solo una coartada para estar escondidos en su madriguera.

    Cuando tenía dieciséis años pensaba que algo extraordinario me iba a suceder. Supongo que esto le pasa por la cabeza al 99% de la población. Aún sigo esperando ese momento mágico después de todo.


Roxana Popelka cree en las palabras y en el tipo de verdad que pueden representar narrativamente. El momento crítico contribuye a la elaboración de una escritura diferente, una obra moderna, no sólo como superación de la novela realista ocupada por el narrador omnisciente.
─Ahora te has centrado en la novela, aunque dentro de la novela recurres a todos los géneros. Una de tus características es como consigues introducir, sin salto de continuidad, la poesía en la novela, y también el género dramático.
─Me gusta el construir relatos que pueden mutar en textos dramáticos, poemas o guiones de cine.
Roxana es una incansable lectora y crítica, también una gran consumidora de películas (Josefina Molina, Win Wenders, Basilio Martín Patino, Agnès Varda, Godard, Bergman, Iñárritu, Dressen, Haneke, Coixet...); utiliza tanto la literatura como la realidad para intentar crear e inventar un arte acorde con este momento de caos y disgregación.

«Mijail Bajtín llamó polifonía o dialogismo a una propiedad de la prosa novelística. El lenguaje de la novela no es un lenguaje, sino una mezcla de estilos y voces, y es eso lo que la convierte en un género literario democrático y antitotalitario por definición, un género en el que ninguna posición ideológica o moral escapa al cuestionamiento y a la contradicción». (David Lodge, El arte de la ficción. 1992)
Así, para Bajtín, El Quijote sería la primera novela moderna, en ella se superaría la línea monológica incardinándola con el dialogismo de la literatura universal, utilizando géneros altos y bajos, mezclando los discursos sublimes y caballerescos de don Quijote con el parlamento campesino y popular de Sancho.
Cervantes refleja su tiempo histórico, la crisis que atraviesa España y su civilización, es el final de un imperio y con él, de una cultura, de una manera de ver el mundo. Esto lo transmite a la creación literaria mediante una composición distinta a todo lo escrito anteriormente. Gran conocedor de la literatura universal, utiliza esta para construir un género nuevo, un híbrido donde aúna sus lecturas con su experiencia vital.

No creo que P. me quiera. No hablamos de sentimientos necesitamos experimentar nuevamente el enamoramiento. El futuro no se menciona.
Todo esto no tiene nada que ver con la típica aventura extraconyugal, tiene que ver con mi propia vida.
No soporto la idea de estar con un hombre que no me deja crecer.
No me habla de otra cosa más que del dinero, es su obsesión. El egoísmo.

LOS DOS JUNTOS

P.- Me sobrevaloras.
N.- Eres demasiado humilde.
P.- Soy un cínico.
P.- Pasan los años. ¿Te asusta?
N.- ¿El qué?    
P.- Envejecer.


Unamuno acuñó la palabra nivola para no dejarse encasillar con el término novela, así rechaza el encorsetamiento de la novela realista, con su ambientación detallista, sus personajes con su estudio psicológico y con su narrador omnisciente en tercera persona.
Prólogo de Niebla (1914): «He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sus supuestas criaturas.
¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela. La historia es resoñarla».

RESUMEN
La novela empieza con un estudio citológico de Natalia Otero.
Estamos en el 2005, tengo 34 años, llevo 5 casada tengo una hija de 4 y hace 3 meses que he conocido a P.
Vida rutinaria, profesora colegio privado.
Espera momento mágico.
No cree que P. la quiera.
Cuenta infancia y vida familiar.
Noviazgo, matrimonio, aburrimiento, vida diaria.
Sexo, embarazo, despido, depresión, divorcio, parto.

En 1966 con Señas de identidad de Juan Goytisolo arranca una nueva forma de narrar en la literatura española, un intento experimental en el estilo para describir y para denunciar la situación nacional, sin tener que recurrir a las formulas en boga del realismo social.
Su búsqueda de la verdad, de España y de él mismo, le lleva a romper con todo lo preestablecido, tanto con lo político como con la literatura que se estaba haciendo en ese momento. De esta manera su revolución estética se convierte en ética, al incitar la intolerancia y la gazmoñería patria.
Intenta unir a las vanguardias con la literatura medieval a través de la poesía, buscando una obra que pueda ser recitada. Explica Goytisolo: «Antes la gente escribía para ser recitada, entonces había un ritmo y prosodia que yo he encontrado en los textos medievales españoles. Incluso por ejemplo La Celestina o en El Lazarillo hay una prosodia extraordinaria. Ahora esto ha reaparecido en el s XX con una serie de autores como Celine o Joyce. Me parece esencial ese entronque de la modernidad con la literatura medieval».

Roxana Popelka intenta fundir sus poesías, sus relatos, en otra forma de expresión, una nueva novela. Igual que en Señas de identidad hay una renovación formal, igual que ocurrió en el s XX con los grandes autores que revolucionaron la novela: James Joyce, Samuel Beckett, Georges Perec, Gerturde Stein, Jorge Luis Borges, Virginia Woolf, Franz Kafka, Marcel Proust, Julio Cortázar, William Burroughs… Siempre aportan experimentación y ruptura, un pensamiento individual alejado del canon, donde llegar a ser uno mismo es una empresa que puede conducir a la destrucción.

Los sentimientos para siempre.
Arrancados de un tajo, como el
corazón a las vacas, en el matadero.

y parece curioso, pero
un día los dos quisimos lo mismo.
¡Qué pena lo interpretamos de forma diferente!
Ahí empezó el odio,
a las cinco menos cuarto del 4 de Octubre, ¡zas!


ESTRUCTURA: La acción no es lineal, hay rupturas de espacio tiempo.
Estudio citológico.
Natalia en primera persona.
Poema.
Teatro.
P. en primera persona.
Folleto turístico.
Natalia en primera persona hace veinte años.
Poema del telediario (son notas de su libreta).
Narrador, pero no omnisciente ya que tan solo supone.
La estructura de Todo es mentira en las películas discurre de una ficha médica a un poema; las reflexiones de Natalia en primera persona son sacudidas por los pensamientos de Luis o de P. también a veces aparece un narrador o una escena dramática o una canción o una película. Así se crea una novela que es una conjunción de géneros, novela, teatro, poesía, guión cinematográfico… Las escenas se suceden, se alternan los puntos de vista o se mezclan, según nos cuentan los personajes, la historia se vuelve adelante y atrás en el tiempo. Más que sucederse unos espacios tras otros, son tiempos diferentes en mundos personales específicos.

Hemos hecho un pacto; no hablar sobre nuestras vidas y está saliendo bien. No quiero complicarme con una nueva relación… Y lo más importante, no follaríamos con la misma intensidad. Si viviéramos juntos estaríamos hasta los cojones el uno del otro. El sexo se convertiría en algo exótico, cada dos meses, tendríamos un hijo para unirnos más y nos pelearemos por el reparto de tareas y llegaría el divorcio, la lucha por un miserable trozo de mantel. Se cerraría el círculo. Pero pesaría el pasado. El pasado siempre pesa…


En El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1973):
Paul (Marlon Brando): «Escucha,... quiero que nos miremos.
Jeanne (Maria Schneider): Uno al otro... si.
P: Es bonito no saber nada el uno del otro.
J: Si.
Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
¿Estás loco?
Es posible que lo esté pero no quiero saber nada de ti. No quiero saber donde vives, ni de donde eres. No quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
Me asustas.
Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí sin saber nada de lo que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?
Pero, ¿por qué?
Pues porque…aquí no hace falta saber nombre, no es necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a olvidar todas las cosas, absolutamente todas. Olvidaremos a las personas, lo que sabemos, todo lo que hemos hecho. Vamos a olvidar donde vivimos, olvidarlo todo.
Yo no podré, ¿tú si?
No lo se. ¿Tienes miedo?
No.»

En otra escena de El último tango un apesadumbrado Marlon Brando habla a su mujer estirada en la cama y cubierta de flores, recién muerta; le cuenta como encontró, encima del armario, una caja de cartón:
«No sabía que te gustaban todas esas cosas, ni siquiera viviendo doscientos años es capaz un marido de descubrir como es verdaderamente su mujer, quiero decir que podría comprender lo infinito del universo pero nunca descubriré la verdad sobre ti jamás. ¿Quien demonios eras?»

Crees que los acontecimientos vitales se van a deslizar de forma sencilla, luego los acontecimientos te sobrepasan. El azar se ha instalado definitivamente en tu vida.
¿Cuestión de suerte? Elecciones erróneas, más bien. Se buena esposa, buena madre… No te muevas en la foto.
El desamor se instala. Puede ser silencioso, al principio, hasta convertirse en algo violento, al final.
¿La felicidad de la familia nuclear? Todos juntitos como los enanitos de Blancanieves.


En Mundo Adulto II (Entrevistas breves con hombres repulsivos) de David Foster Wallace, Jeni Roberts llama a su “Antiguo Amante” y queda con él, quiere saber si alguna vez fantaseó con otras mujeres mientras le hacía el amor. A.A. lo niega, llora, confiesa que todavía la desea, que piensa en ella cuando hace el amor con su novia y que se masturba acordándose de Jeni «hasta el extremo de hacerse daño». Le pide que abandone a su marido, que vuelva con él, que le siga hasta un motel para hacer el amor otra vez. Ella le sigue pero a la entrada del Holiday Inn, en vez de entrar sigue recto. Ahora «El matrimonio entra en una fase nueva más adulta». Con el tiempo sus contactos sexuales se irán espaciando, se masturbarán en soledad y harán el amor cada dos meses, será «una aceptación tanto como una celebración de ciertas realidades libremente adoptadas».

Me gusta sentirme querida aunque sea por un instante. Me provoca una sensación de bienestar indescriptible.
Nada de compasión. Ausencia de compasión por Luís. Compasión por nadie.
Pero X está furiosa, está celosa, saber que estás follando con otra jode.


El Posmodernismo rompe con las estructuras narrativas que habían reinado desde el realismo pero también acaba con el énfasis en la individualidad y en la subjetividad de la mente, elementos clave del modernismo y las vanguardias.
Parte de una doble negación, renuncia al optimismo moderno según el cual la realidad podía ser cambiada e ignora la creencia ilustrada de que la razón podría explicar todo lo que sucede en el universo. Así se negó a intentar plasmar la realidad y optó por aplicar estructuras fragmentadas, narrativas variantes y argumentos circulares negando todo intento de orden estético, y ético en muchos casos. Joyce fue el primero en intentarlo y le siguieron otros en su intento de eliminar el narrador omnisciente y acercarse a la realidad a través de la polaridad y la fragmentación: Camus, John Barth, Robert Coover, Don Delillo, Thomas Pynchon, Ismael Reed, Paul Auster.
Resiste todo intento de orden estético prefiriendo usar estructuras fragmentadas narrativa episódica y personajes circulares. El conformismo, la comodidad y el espectáculo sustituyen a la realidad; es una literatura falta de ilusiones donde los personajes carecen de profundidad psicológica. Se rompe la relación entre la narración y el tiempo; se elimina al narrador omnisciente, se mezclan  las perspectivas. Aparece la metaficción, textos sobre textos, la intertextualidad.
Y cobra importancia el feminismo, la denuncia de la falocracia.

Y ella, tirada, inconsciente, aunque esbozaba una sonrisa –todavía podía abrir los labios– y se le veían los dientes, algunos partidos, rodando por la escalera del portal.
Y ahora soy como ella, me solidarizo.
Experimento la misma humillación, la amargura.

¡Qué cabrón era Luis!

Decía que no quería acostarse conmigo
Porque estaba gorda.

No estaba gorda, Luis,
estaba embarazada.


Tom Wolfe repite «La novela está muerta». En Introducción a Antología del Nuevo Periodismo (1976):
«Cuatro técnicas que el nuevo género toma prestado de la novela:
1, contar la historia utilizando escenas más que resúmenes.
2, preferir el diálogo al estilo indirecto.
3, presentar los acontecimientos desde el punto de vista de alguien que participó en ellos y no desde una perspectiva impersonal.
4, incorporar el tipo de detalles sobre la ropa, la apariencia, las posesiones, el lenguaje gestual, etc., de la gente, que en la novela realista sirven como indicios de clase, personalidad, estatus y procedencia social.»

¿Y MI HIJA, QUÉ? HABLA P

Todo lo que sé lo aprendí de la vida. Los libros no enseñan nada que valga la pena.
Creo que para convivir necesito estar locamente enamorado y no es mi caso.
Si volviera a nacer me gustaría tener a mi hija a mi lado, esta vez para siempre.


John Fante, Bukowski, Carver, Ford, Wolf, Palahniuk, Pedro Juan Gutiérrez, Velázquez Medina, Zoe Valdés… escriben un mundo gris oscuro, sin las aventuras, ni los acontecimientos extraordinarios a que nos tenía acostumbrados la ficción novelesca.
En el mal etiquetado, por el crítico Bill Buford, Realismo sucio («un inocente truco publicitario» según Richard Ford), tratando de presentar un realismo ensuciado por la vida, por las pequeñas cosas cotidianas, pero en donde no se refería a ningún elemento escatológico. Hombres y mujeres corrientes ocupan las historias de rutinarias vidas convencionales.
Su antecedente es el minimalismo de los años sesenta caracterizado por la economía de palabras y la austeridad en las descripciones, frente a lo que consideraban la irrelevancia de los juegos literarios posmodernos.
El Realismo sucio usa un lenguaje sencillo, sin adornos ni figuras retóricas; utiliza descripciones precisas, reduciendo al mínimo el uso de adjetivos y adverbios, intentando que el contexto de significado a la narración. Pequeñas historias por las que pasan seres anodinos que podríamos ser nosotros mismos, sumergidos en lo rutinario, abandonados por el sueño americano. Forman parte de la clase medio-baja, con problemas económicos, y sentimentales; divorciados de mediana edad que han perdido junto con su juventud las ilusiones y lo que podían haber sido los valores de su generación. No hay héroes, ni grandes historias de amor o desamor, porque la vida no es así. Un nihilismo que brota de la soledad y la tristeza. Los cuentos quedan inconclusos, porque inconclusa es la realidad, la vida no se detiene.

En España, en los años noventa, la etiqueta Realismo sucio es asociada a Bukowski ─a pesar de que dicho autor, nacido en 1920, no formó parte de ese movimiento─ y con él a lo escatológico. Lo asociaron con la novela negra y la violencia, con unas historias críticas, existenciales, que por lo sociales, se convirtieron en políticas.

En el Nuevo realismo el yo del autor cede el terreno al contexto, a la sociedad que le rodea y los problemas que le plantea al sujeto protagonista. Dando paso a una composición donde los distintos puntos de vista se suceden, siendo el eje fundamental la realidad, a pesar del principio de Nietzsche de que «no hay hechos, solo interpretaciones».
Los escritores norteamericanos buscan mediante el realismo lo que Don DeLillo llama «el fluir de la conciencia de una cultura entera»; tienen la ambición de reflejar la sociedad en la que habitan, con sus problemas, sus miedos y obsesiones, para ello sus personajes tienen que pertenecer al sistema, para que su discurrir nos muestre la realidad cotidiana. Así lo muestran con acidez Philip Roth, Tom Wolfe, Updike, DeLillo y Amis (en Inglaterra); y con desvarío y entusiasmo J. Kennedy Toole, Pynchon o Foster Wallace.

Los escritores españoles toman esta literatura como suya, dándole tanta importancia como a la escrita en su propia lengua y niegan cualquier canon que no sea el propio, adoptando una libertad total en las formas, igual que en la ideología y la moral. Su condición de proletarios, (las llamadas clases medias por el régimen) les hace describir una realidad ajena a salones y romances zarzueleros. Tal vez esta “conciencia de clase” les haga quitar importancia a su condición de autor, dotándola de ironía y humor, a la vez que tampoco pierdan el tiempo en querer halagar al lector y sí en reflejar su época, para esto no necesitan del lenguaje académico sino del coloquial, y de sus expresiones y giros actuales. Quiere reflejar el presente de la ciudad, aunque para ello tenga que utilizar su biografía y su propio contexto.
Su pintura de la realidad sin veladuras transmite una profunda crítica social y por ende política. La pertenencia de estos autores a las clases trabajadoras y paradas hace que conozcan bien la realidad que describen, las situaciones de estrechez económica, paro, desarraigo y desamor; problemas ajenos a las clases que detentan el poder económico, político y cultural, aunque hagan gala de su “conocimiento y solidaridad” con los humildes. Esto también condiciona el lenguaje y el estilo directo de las novelas, marcadas por la inteligibilidad, la brevedad y la fuerza con que consiguen transmitir las emociones.
Marca la temática de ciudades y zonas industriales donde la inestabilidad económica lastra su existencia, el NO FUTURE. No llega el dinero, el trabajo escasea, la hipoteca sube, el divorcio es el pan de cada día, y el bar es el manantial donde abrevar para olvidar los problemas, el sexo es otra válvula de escape (u otro problema más). Rechazan lo conceptual y lo abstracto porque no hay poesía de la experiencia en las vidas de los barrios. Si lo es el cine o el rock, el fútbol o las drogas, la alineación. No hay ningún afán de escandalizar, es la realidad de la mayoría, de las clases populares. Por eso el realismo no gusta a las clases dominantes, le ponen cualquier etiqueta: sucio, revolucionario, progre, pasado, perro flauta… cualquier cosa vale para desprestigiar a los que denuncian el como están las cosas. Ellos nos dicen que no están tan mal, que hay que conservarlas, son los conservadores (de su poder y nuestra sumisión).
«Hoy la represión se ha transformado en ninguneo organizado o silenciamiento pacífico, de manera que el escritor abiertamente realista, salvo contadas ocasiones, es rechazado por las grandes editoriales, ya que hablar del mundo y de la vida carece hoy del caché de decirse inventor de mundos inéditos».
«Los burgueses, las clases medias, jamás buscan complicaciones, ni drogas, ni putas, ni muchachas necesitadas de amor, ni ladrones en una sociedad injusta. Demandan una literatura de ensueño, antirrealista, artística, que cae bien con la vida experimentada en las anodinas ciudades-dormitorio».
Germán Gullón, Los mercaderes en el templo de la literatura, 2004.


Roxana Popelka crea una novela que agrupa géneros discursivos y literarios, clásicos y modernos.
Las acciones se suceden, se alternan, avanzan en el espacio y en el tiempo, cambian los personajes y los narradores. Más que sucederse las escenas en el tiempo, se plasman en torno a la protagonista los distintos mundos personales. Lo importante es como se relacionan los personajes entre si y como esto lo conocemos a través del brillante uso de la palabra, libre de ataduras, que ejerce la autora. Esta claro que no hay una única verdad, cada uno tenemos la nuestra. La vida como proceso, en la que lo importante son las relaciones humanas, cómo nos afecta el otro, e incide en nuestra vida, cómo hay varias verdades, cada uno la suya, la que quiere oír o la que le han dicho que tenga. La vida ya no es una aventura, es un discurrir donde nuestro espacio es marcado y erosionado por el de los demás. Pero la innovación formal o el experimentalismo no sirve de nada si no hay nada que contar, como dijo Foster Wallace: «Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada».


No puedo creer que todo haya acabado.

¿Te gusta mi cuerpo?
¿Te tratan mal?
¿Sigues vivo?


25 de Diciembre de 2005





















Manifiesto por el Nuevo Realismo.- Maurizio Ferraris, 2012.
«La historia reciente ha confirmado el diagnóstico de Habermas, que hace treinta años vio en el posmodernismo una ola anti-ilustrada. La Ilustración, como decía Kant, es atreverse a saber y la salida del hombre de su minoría de edad. Desde este punto de vista, la Ilustración aún requiere una elección de campo y una fe en la humanidad, en el conocimiento y el progreso. La humanidad debe salvarse, y desde luego nunca jamás podrá hacerlo un Dios. Necesitamos el saber, la verdad y la realidad. No aceptarlos, como han hecho el posmoderno filosófico y el populismo político, significa seguir la alternativa, siempre posible, que propone el Gran Inquisidor: seguir el camino del milagro, el misterio y la autoridad».

Juan Carlos Suárez

domingo, 3 de marzo de 2013

NURIA Y HÉCTOR. EN EL RASTRO



Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

martes, 26 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. DETRÁS DE LA VERDAD



















—No se me ocurre nada, no sé sobre qué vamos a escribir esta vez.

—Natalia me ha dicho que nos va a mandar unas fotos en la barra de un bar.

—Eso ya me lo has dicho, pero ¿de qué vamos a hablar?

—Podemos hacerlo sobre lo mal que está todo, de lo difícil que es llegar a fin de mes, de los embargos.

—Estoy harto de política, creo que deberíamos hablar de los personajes, de sus problemas personales.

—Pero ¿es que acaso no son problemas el que no les alcance el dinero, que tengan sus empleos en el aire?

—Sí aunque los periódicos y las radios ya nos saturan con la crisis, hay que buscar algo distinto.

—Podemos hablar del meteorito, de que ya no estamos siquiera seguros de que el cielo no se desplome sobre nuestras cabezas.

NURIA: Me gustan los bares donde no te conocen, donde hablas sin preguntar nombres ni apellidos. Donde das tu opinión y listo.

HÉCTOR: También me gustan los bares donde todo el mundo se conoce, que estás como en casa y hasta puedes ir en zapatillas.

N: Demasiada confianza, necesito intimidad. ¿A quién esperamos porque está claro que esperamos a alguien, no?

H: Dijeron que pasarían por aquí, pero no sé, es tarde

N: Mejor nos vamos ya.

H: Vamos a esperar veinte minutos más y nos vamos. 

N: Se hacen de rogar.

H: Todos nos hacemos de rogar, no seas impaciente.

N: No si a mi me da igual, mientras puedo leer una revista de tendencias. Todos los periódicos hablan de lo mismo.

H: ¿Qué es lo que dicen hoy?

N: ¿Te imaginas cómo fue la primera glaciación, cómo desapareció el Imperio romano? ¿Crees que todo esto es la antesala del fin?

H: ¿Del fin?, por favor no seas apocalíptica.

N: ¿Y si mañana nos cayera un meteorito?

H: Estás un poco nerviosa. Ya sé que no es fácil, pero no tiene sentido pensar en fatalidades.

N: No ves que trato de pensar qué pasaría si me echaran del trabajo; qué haría, adónde iría, tendría que volver a empezar desde cero.

H: Haríamos como los colonos, buscar nuevos territorios más allá de los mares.

N: Nadie nos ha enseñado a empezar de cero.

H: Es como cuando borras con una goma un esquema que no sirve.

N: Estás intentando ser positivo, ¿es eso?

H: Estoy intentando mantener la cabeza serena, ¿qué sentido tiene derrumbarse?

N: Te das cuenta, estamos ocupando los puestos de los de treinta y ahora tendríamos que estar viviendo sin preocupaciones por el dinero, sin agobios.

H: Ahora lo llaman eufemísticamente reciclarse.

N: ¿Reciclarse? lo que pasa es que sobramos.

H: Mira qué tranquilidad, aquí en la costa parece que no pasa nada.

N: Mañana vendrán más gaviotas y se posarán en el mismo sitio.

H: Pero el mar estará distinto, como el río de Heráclito, eso lo cambia todo.

N: Cambia el escenario pero nosotros seguimos con la incertidumbre.

H: Estás muy negativa hoy.

N: ¿Crees que podemos estar seguros de algo? no sé siquiera si me despedirán mañana, hasta nos puede caer un meteorito encima.

H: No seas exagerada, la tierra va a seguir girando.

N: Díselo a los de Chernóbil, o a los que se envenenan con pastillas antes de que los echen a la calle.

H: Siempre fue así, siempre hubo ricos, ladrones y pobres. La tristeza es ver cómo han destruido la educación para tener al país en sus manos.

N: Como cierre la clínica no sé que será de nosotros.

H: Pues yo que estoy de interino, no quiero ni pensarlo.

N: Tanto trabajar para esto.

H: No te agobies, piensa en otra cosa.

N: Vamos a construir un castillo de arena, algo sencillo

H: Vamos a tomar algo, ¿qué te apetece?

N: Una tónica, no me gusta el alcohol.

H: Pues es una medicina mágica.

N: De magia negra: Días de vino y rosas.

H: Es lo único que funciona en España, los bares.

N: Sí, pero a costa del trabajo esclavo de los camareros: de sol a sol.

H: Sol y toros, bares y fútbol; eso es España.

N: Pásame el periódico, anda, que me aburro.

H: Podrías hacerme un poco de caso.

N: Mientras tú miras el partido, yo prefiero leer la prensa, a ver qué escándalo toca.

H: ¿Qué vamos a hacer hoy, te apetece comer fuera y luego vamos al cine?

N: No te enteras, estamos en crisis y no se puede gastar. Comemos en casa y luego vemos una película en la tele.

H: Ya, ya lo sé, pero es que a veces te dan ganas de actuar como si no existiesen los problemas, sobre todo cuando no eres tú el que los crea.

N: Además acuérdate que hemos quedado para cenar con Rosa y Jaime.

H: No sé, puede que no quiera ir, que me de pereza. Ese rollo de las cenas de pareja…

N: Ya, tragar las gambas y
mancharte la camisa de mahonesa.
Mirar si colocan los codos sobre la mesa,
o no.
Si saben secarse bien la boca con la servilleta,
si vienen arreglados
o han tenido un mal día;
un día de esos —como últimamente tenemos todos—
donde te avergüenzas de haber nacido en este país
¿No te pasa?
que miras el telediario, o
lees la prensa
y piensas
¿es aquí donde nací?
No puede ser verdad.
Me asquea,
y luego
por la radio
dan consejos
para animarte:
venga, piense en sus hijos,
en su futuro:
¡hay que levantar el país!
Yo qué sé.

H: Prefiero ver partidos en el bar y no tener que aguantar al novio de tu amiga y sus modales, su egoísmo y la dominación a que la tiene sometida.
No sé por qué
pero a veces no me apetece ver a nadie,
aunque sea viernes
y haya que estar alegre
porque sí.
En el fondo salimos de la fábrica
igual que en la revolución industrial
y necesitamos socializar
con el prójimo
para no caer en un monótono
fin de semana.
Yo no quiero ver a nadie,
no lo digo deprimido
lo digo riendo,
lo digo feliz.
No quiero mancharme la camisa
con una salsa de esas tártaras,
ni tener que pasarme la noche
contando anécdotas de la semana:
no tengo anécdotas,
ya no.
Ya no tengo ganas de contar.

Y yo, no quedé en nada.

N: Pero te lo comenté.

H: Pero si él te cae peor que a mi, además luego te quejas de que se pasó la cena mirándote el escote.

N: Lo hago por ella, quiero sacarla de esa relación.

H: ¿Qué la vas a salvar?, ¿no crees que ya es grande para cuidarse sola?

N: Creo que sólo está con él por el sexo, hacía mucho que no tenía una relación continuada y lo necesita.

H: Entonces para qué vamos a ir a cenar, mejor una cama redonda.

N: No te pases. A veces es sólo eso y ya está.

H: Pensé que este rollo de las cenas de parejas no tenían que ver con nosotros, que lo nuestro era distinto y que ya estábamos de vuelta de estos tópicos. Las cenas de parejas es de lo peor.

N: ¿Y qué quieres, que nos miremos el ombligo?, me gusta el intercambio de opiniones. Es muy básico lo de llegar a casa con ese sabor de que eres mejor, eso sube el ego.

H: Pues yo no me comparo con nadie, prefiero hablar con los parroquianos.

N: Sabes perfectamente que en el bar eres superior a todos porque ganas en las conversaciones más triviales y quieres ganar en todos los modelos.

H: ¿Qué has dicho, triviales o tribales?
¿Y Rosa por qué se separó de Toño si era muy simpático?

N: Porque le ponía los cuernos y luego le contaba que hacía horas extras. Se dejó engañar varias veces pero a la cuarta o quinta ya no aguanto más.

H: Y ahora ella se resarce inmolándose con un macho de manual. No hay quien os entienda.

N: Tampoco entiendo yo qué veis en veinte tíos persiguiéndose por el pasto, o por qué os quedáis alelados cada vez que os sonríe una rubia.

H: Jamás dejamos de parecer un dúo extraño.

N: Detrás de la verdad…

 
La discusión se tornó en lanzas y el ruido de la televisión y las máquinas tragaperras nos impidió oír las palabras que se dijeron, a fin de cuentas se querían y todas aquellas cosas aún no tenían importancia. El tiempo salpicaría las vidas, pero no sería en esta historia, todavía quedaba mucho trecho por recorrer.

Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

miércoles, 20 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. ASISTENCIA MUTUA



Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez

lunes, 11 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. ¿PASASTE FRÍO ESTA NOCHE?




Imágenes Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

domingo, 3 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. EN LA CAMA



















HÉCTOR: A veces pienso que no me quieres, que todo esto es una fantasía donde yo sólo soy una sombra.

NURIA: ¿Y qué puede hacer el otro para sacarte esa idea suicida?

H: Cuando estamos juntos, como ahora, no necesito pensar nada.

N: Ya, dejas la mente en blanco sin necesidad de clases de yoga; eso está bien. Nadas a corriente de la nueva ideología oriental.

H: Según pasan los días voy descubriendo las cosas, van surgiendo sentidos que estaban muertos.

N: A veces, cuando dices esas cosas, me das miedo, como si estuvieras poseído por un cuerpo extraño.

H: Tal vez tanto pensar me haya hecho idiota.

N: No seas extremo, no estoy acostumbrada a que expresen los sentimientos con tanta solemnidad.

H: ¿Piensas que solo estoy aquí para acostarme contigo?

N: Tampoco es eso, no lo pienso, pero a veces eres tan rollito espiritual que me descolocas.

H: Me gusta acariciarte detrás de las rodillas.

N: Sí, me haces cosquillas. Son partes del cuerpo que tenía atrofiadas.

H: ¿Crees que el sexo nos hace libres, o es una atadura más? Siempre pensando en si le gustará al otro o si llegaré al orgasmo.

N: Nos hace dependientes, y eso incluso hablando de una trayectoria sexual satisfactoria.  

H: Y toda esa gente que renuncia o niega la sexualidad, ¿Qué la ve como algo pecaminoso? Ahora con la cantidad de información que existe es increíble que aún no sea algo positivo.

N: Pero falta el sentimiento, la sinceridad, todas esas propuestas que aparecen en los libros de psicología y que creemos que cumplimos a la perfección.

H: ¿Te das cuenta de lo importante que eres para mi y que no cambiaria este instante por ninguna otra cosa?

N: Pero ocurre que nos autoengañamos, sí, lo creo, los hombres y también las mujeres. El autoengaño es algo cotidiano.

H: Cómo me gusta que me acaricies así, despacio.

N: El origen está en la infancia, en un conflicto edípico no resuelto.

H: Muchas veces tengo miedo, pero a tu lado me siento distinto.

N: Lo llaman miedo al perder el confort materno, he leído algo y en el origen de todo, por lo visto, está el pensamiento freudiano, ¡qué sería de nosotros sin Freud!

H: ¿Crees que saldremos de esta, crees que encontraremos un sitio?

N: Es el miedo al poder fálico lo que a ti te pasa.

H: Ya sé que mañana sonará el despertador, pero ahora es como si estuviese en la cima del mundo.

N: Yo creo que en este tema, en el sexo, la mayoría está tratando de adoptar la posición del héroe; pero todo son ansiedades.

H: Todas esas caricias me están despertando.

N: Sabes que una cosa es leer a Freud y otra a Lacan porque tenían opiniones distintas respecto a la fase edípica.

H: ¿Crees que todo esto es sólo química? ¿No crees que existe algo más, que la sensación que tengo cuando estoy a tu lado es algo más que endorfinas?

N: Aunque el conflicto, como tal, aparece cuando interviene la figura del padre; es el miedo a la castración.

H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira).

N: En el festival de Sundance se acaban de estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.

H: Es difícil hablar de sentimientos, a mi me pasa.

N: A mi ya no tanto como antes. Al final, a todos nos preocupa lo mismo. El sexo también: es universal.

H: Pero casi no hablamos de sexo.

N. Ya, y mira que lo intento contigo. No sé qué te pasa.

H. Es que me siento como si hiciera terapia.

N. Lo que te falta es soltarte

H: ¿Soltarme el qué?

N: Me refiero a la naturalidad. Pensar que lo que a ti te ocurre, lo que tú piensas, lo están pensando miles de personas al mismo tiempo.

H: Así que crees que todo el mundo está pensando, por ejemplo, en el sexo anal.

N: ¿Estás pensando en eso ahora?

H: Sí. Leí El País, hoy por la mañana, y salía una escritora australiana que estrena su obra en el Centro Dramático Nacional ycuenta cómo, a pesar de su ateísmo, encontró a Dios en el mismo momento en que fue sodomizada por primera vez”.

N: Pues ayer echaron El informe Kinsey por la tele y explicaba el desconocimiento de lo que era el sexo en América. ¿Te imaginas lo que era el sexo en los 50 en España?

H: Balarrasa.

N: ¿No habláis entre los hombres?

H: ¿De qué?

N: ¿Qué decís cuando habláis de sexo?

H: De las tías con las que nos acostamos, nada de descripciones, sólo números enteros, sin decimales.

N: Nosotras, cuando nos juntamos, siempre hay alguna que  da vidilla a la reunión contándonos cómo su nuevo novio la desnuda en la cocina mientras miran a través del horno si está lista la pizza.

H: ¿No habláis de prácticas sexuales?

N: Hablamos de satisfacción sexual y no nos cortamos un pelo.

H: ¿Y qué es lo que se lleva ahora?

N: De todo, lo que se lleva es lo que ambos quieran, sobre todo entre parejas que se han unido recientemente.
Luego están las desparejadas que buscan y encuentran muy poco, la verdad, o se llevan un chasco absoluto cuando lo hacen una de esas noches locas.
El otro día una amiga me dijo que tenía tantas ganas que no le importó que el tío estuviera tan borracho que al final, no pudo.

H: ¿Y hablas por ahí de nuestras relaciones sexuales?

N: Sí, claro. De cómo lo pasamos, de la frecuencia, de cómo cambian las necesidades. Una amiga me contó que había que ser abiertos y permitir a tu novio hacerlo con otras mujeres, que no deberíamos ser egoístas.

H: Tienes que presentarme a tu amiga.

N: Hay como una autonegación a lo que no es habitual.

H: ¿Como al fetichismo?

N: También puede ser, pero lo importante es la comunicación, ese sigue siendo el caballo de batalla de la sexualidad también hoy.

H: ¿La comunicación qué es, por el uso de la lengua?

N: Yo creo que es un síntoma más del miedo ancestral a decir lo que nos gusta, a revelar nuestras fantasías y miedos, y ya es hora de que nos demos cuenta de que todo, también el sexo, es global.

H: Como los hijos, ¿acaso son ellos la razón del sexo? o ¿lo es el pecado original?

N: ¿Por qué los tíos jamás habláis de sexo entre vosotros, solo de a cuántas os tirasteis?

H: Es que somos unos caballeros.
¿Cuántas veces puedes hacerlo en una noche? ¿Crees que podríamos intentarlo hoy?

N: No es una competición. Nunca me planteo el sexo como si fueran encuestas.

H: Sería como Encuentros en la tercera fase.

N: Prefiero la calidad, ya lo sabes.

H: Pero primero tienes que quitarte el corpiño ese, que me rasca.

N: Venga me lo quito. Ahora vuelve la moda de las fajas, como si no estuviéramos bastante constreñidas.

H: Es un revival, no lo pueden evitar, si hasta quieren volver a poner la Casa de fieras en el Retiro.

N: Entonces tendremos una involución también en el sexo.

H: O sea: tú debajo, mujer.

N: Sí, y mirando la hora, como Amélie, eso es genial.

H: ¿Qué es, algo típico femenino?


Y la noche sigue entre lentas palabras y rincones de oscuridad. El tiempo perdido se refleja por debajo de la puerta queriendo entrar en la habitación, peleándose con los sueños que, todavía vírgenes, intentan ocupar el espacio de un futuro incierto.


Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez