viernes, 18 de enero de 2013

NURIA Y HÉCTOR: ¡VAMOS DE EXCURSIÓN!











NURIA: Ves, es que tú siempre quieres venir conmigo, no tenemos por qué hacerlo todo juntos, ya te digo que salgas con tus amigos.

HÉCTOR: Pero si estamos muy poco tiempo juntos, el trabajo lo ocupa todo. Aunque me parece que dentro de nada no van a hacer falta los profesores, sólo de inglés y matemáticas,

N: Únicamente quieren que sepamos restar y dividir y que nos larguemos a por las divisas como en los 60.

H: La pérdida de las Humanidades es una voladura calculada de la ética y la educación.

N: Sólo se va a salvar Ángel, que es profesor de inglés, tendremos que hacer cola en su portal para que nos de algo de maíz, igual que a las gallinas: pitas, pitas…

H: No digas eso, que luego no nos va a poner me gusta en el feisbuk.

N: No sé por qué vamos a una exposición, todo es pintura, me aburre.

H: Esta exposición es de fotografía, un montaje de imagen y sonido.

N: Siempre hacemos lo que tú quieres, ¿por qué no vamos al cine? Quiero ver la última película de Haneke.

H: Tú siempre pensando en lo escabroso y luego te metes conmigo porque me gusta Kieslowki, pues aquí también trabaja Trintignant, como en Rojo, que lo sepas.

N: ¿Entonces tenemos que ir a ver esa exposición?

H: Sí, ya quedé para verla con Ángel y Eugenia, que conocen a la artista y nos la van a presentar.

N: ¿Y sabes qué es lo que expone?

H: Lo leí en el periódico, trata sobre las huelgas mineras y lo relaciona con la Revolución del 34 y con la vida de las cuencas en la actualidad.

N: Parece que no tiene mucho que ver con su obra anterior.

H: No creas, siempre ha colocado su figura entre espacios industriales y ruinas.

N: Bueno, ya estamos llegando, ya se ve ahí el cartel de la galería: Texu.

H: Hola, veníamos a ver la exposición de Natalia Pastor.

GALERISTA: Si, pasad, pasad, precisamente está Natalia en la sala, vino a hacer unas fotos.

H: ¿Y éstos? todavía no llegaron, ¿Qué hacemos? ¿Nos presentamos o esperamos por ellos que la conocen?

N: Espera, no ves que está haciendo fotos, vamos a echar un vistazo al montaje.

H: Mucho rojo, se nota que es su color. Mira esa imagen, la que se ve en el vídeo de las columnas de presos escoltados por la guardia civil, la tengo yo en una camiseta, del aniversario de octubre del 34.

N: Esa foto del puente con la barricada ardiendo debajo, la vi en el blog Lloviendo piedras. Lo que pasa es que ya no cuela lo de los mineros, ya no es nada mítico, sólo cuestión de pelas.

H: Tranquila, no te lances que las cosas no son tan sencillas.

H: Hola Natalia, habíamos quedado con Ángel y Eugenia para que nos presentasen pero no acaban de llegar. Estuve en tu exposición anterior y me encantó, además las fotos que hiciste dentro de un sanatorio en ruinas, me recordaron a mi admirada Francesca Woodman.

NATALIA: Qué exageración, muchas gracias por la comparación. Siempre me ha gustado el paisaje industrial, lo derruido, y ahora con el conflicto minero he tenido la oportunidad de estar en primera fila.

H: Y el flipe de tu cuadro Dérmico I en el que apareces suspendida en el aire con tu vestido rojo sobre una central térmica.

NATALIA: El rojo es un color muy directo, también muy expresivo, sobre todo para las mujeres.

H: La que menos me gustó fue la de Frida Khalo, aunque estaba muy logrado lo de la chimenea como tráquea. Tu obra me transmite mucha emoción, me siento identificado con ella.

NATALIA: Me vas a poner colorada, gracias. Ahora más que Frida me interesa Louise de Bourgeois. El trasfondo de la idea del deseo, de la trampa, de la figura femenina como sufriente pero al mismo tiempo con un poder capaz de trascender el dolor.

N: Ahora estás con los del valle, con los irredentos, es un poco como el pueblo de Asterix, la pena es que todo quede en ruido.

NATALIA: ¿A qué te refieres, a los mineros?, llevan toda la vida así, generaciones atascadas en esa lucha.

H: ¿A cuento de qué viene ese titulo?: ¡Vamos de excursión!

NATALIA: Era la contraseña para empezar las manifestaciones, para cortar las carreteras, en estas últimas huelgas.

H: Lo de las pancartas es increíble. Cómo el rollo polítucu ha asentado en la cultura de las cuencas haciendo de la pancarta un medio de expresión habitual. Lo político lo ha invadido todo. Es bueno este eslogan: Comportaos como corderos y os convertiréis en chuletas.

N: Es una pena tener que hablar de esto y no de arte, de cómo es posible que consigas esa emoción en tus obras, y  transmitirnos esa lucidez.

NATALIA: También aparecen en las pancartas los temas sentimentales; mensajes de parejas que se casan. En la cuenca hay una cultura de lo público. No hay que esconder los sentimientos, lo personal también se comparte.

H: Mira esa que pone: Adri no te cases valte mas tirate al rio, y esa otra: Abraham de la vida de casau vas a acabar cansau, y la de: Dibes de mocin y caiste como un trapin, pero la mejor ye esta: Sheila te quiero, vuelve a casate conmigo, tu marido.

N: Y la que dice: Javi no te cases las chicas del Robinson club nos vamos al paro y: Karla por fin alguien carga contigo, gracies Alex, vaya penitencia. Son de traca.

H: Parece que estás muy integrada en la cuenca.

NATALIA: Llevo aquí toda mi vida. Menos unos años en Bilbao cuando estudiaba Bellas Artes. La familia tira mucho. Estuve dudando durante un tiempo, pero al final me quedé.

N: ¿Y cómo llevas el embarazo?

NATALIA: Me siento muy pesada estos meses, está siendo un poco incómodo, además no duermo nada y eso, al cabo de los días y semanas, lo noto mucho. Estoy planteándome pedir antes la baja, no sé…

N: Otra niña, qué valiente, con la vida tan ajetreada que llevas.

NATALIA: Pues sí, al principio me daba pereza pero mi hija, que tiene seis años, me lo pidió tan convencida que, al final, me animé. Bueno, mi madre me ayuda mucho, aún es joven y con mucha energía.

H: Y qué ánimo para seguir con tu obra artística, con todas las obligaciones que tienes.

N: Es una característica muy asturiana, de mujer luchadora curada de espanto.

H: Lo sé muy bien, mi abuela era camisera y cosía camisas rojas en el 34. Me contaba cómo subían los camiones chorreando sangre del matadero al cementerio de Oviedo.

N: Hubo muertos en todos lados.

H: En unos más que en otros. Hay más de mil personas amontonadas en la fosa común, fuera de las tapias del cementerio, no se fuesen a contaminar.

N: No te pases, relaja.

H: Este tema no lo soporto. ¿Y por qué sólo hablan de la voladura de la Cámara Santa y no cuentan cómo el ejército destruyó Santa Cristina de Lena?

N: No seas tan político.

H: No, si esto no es política, es historia. La política es que me quite mi casa el banco después de haber pagado yo el pufo del banco y, encima, me echen a la calle.

N: Jolín, déjalo ya, estamos hablando de arte.

H: Natalia sabe que el arte es algo más que sonrisas y muecas.

N: Natalia, no le hagas caso, es que se calienta solo. Los fantasmas esos, que le vienen como reflujos.

H: Sí, mejor cambiamos de tema.










N: He visto que salen unas ilustraciones tuyas en un blog acompañando un texto teatral.

NATALIA: Sí, me hace mucha ilusión trabajar en Nuria y Héctor, y eso que ahora con el embarazo a veces no me da casi tiempo, pero me entusiasma. Los tres estamos muy contentos con el resultado, además lo vemos original y en formato blog queda estupendo. ¿Sabes que una amiga quiere grabarlo para la web y crear una serie de televisión?

N: ¡Vaya bien!, espero verlo pronto.

H: ¿Qué será de Ángel y Eugenia que no acaban de llegar?

NATALIA: ¿Sabéis que fueron ellos los que compusieron la pieza sonora con las grabaciones que yo hice durante las manifestaciones? Es el sonido del video de la exposición.

H: Sí, algo nos habían comentado y además vaya guapos que son los vídeos que tienen ahí en la entrada, parece un homenaje a La ventana indiscreta.

NATALIA: Son buenísimos. Lo siento chicos pero me tengo que ir, ahora con el embarazo no me gusta conducir por la noche, y se hace tarde.

N: Normal, oye, quedamos encantados de conocerte. Hasta pronto y buena suerte con todo.

NATALIA: Gracias. Hasta luego. ¡A ver si no me llevó el coche la grúa!

N: Y nosotros, ¿qué hacemos?, ¿por qué no los llamas?

H: Es una pena, yo quería que nos explicasen un poco los vídeos estos de Private Lives. Voy a llamarlos.

H: Nada, que me dice Ángel que les paró la Guardia Civil en un control por La Felguera y que les han inmovilizado el coche.

«Millares de detenciones fueron hechas y los prisioneros, excepto los asesinados en el camino, fueron llevados a los cuarteles… Una vez allí, fueron sacados y fusilados en serie. Los legionarios y los moros habían liquidado ya, según su costumbre, a todos los prisioneros caídos en el momento de la lucha. Es imposible decir cuantos cayeron en las ejecuciones realizadas por los pelotones de la guardia civil».
Gerald Brenan, El laberinto español, Madrid, Globus, 1984, p. 309

Imágenes Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez

miércoles, 9 de enero de 2013

LA NOVIA



Roxana Popelka presentó La novia (o el problema de Dolores se llamaba mal de amores), una serie de fotografías de acción para el proyecto “Artransmedia 2002”, en la entonces “Universidad Laboral Convento de las Clarisas”. Estas obras se pueden ver ahora en el Museo Barjola de Gijón formando parte de la exposición “Mutaciones creativas” en la que participan veintiún artistas asturianos, son fondos de la Fundación DANAE dirigida por Acindino Quesada quien mantiene que aquellos artistas podían competir con lo más representativo de la vanguardia europea del momento.

En los años setenta la fotografía comienza a ser utilizada para documentar las acciones preformativas; así, un arte efímero, empezó a transformarse en duradero, llegando a producirse las creaciones para ser filmadas o fotografiadas, uniéndose concepto y forma en una única pieza artística, una fotografía. De está manera Roxana Popelka utiliza la fotografía como registro de sus acciones, introduce y sintetiza en el visor de la cámara la poesía de su narración.
El resultado es un soporte digital en el que se aúnan distintas artes, porque lo importante no es el género o la técnica con que trabaja el artista, si no la obra que contemplamos. Lo fundamental es tener algo que decir y decirlo, saber transmitir emociones, sensaciones e ideas.

Las figuras (ella misma) brincan por la playa, empujan un carro de la compra o se sientan atrapadas en una silla de ruedas, con su vestido de novia.
El gran día, cuyo paradigma es la blanca palidez del saco nupcial queda retratado en su inutilidad ante las situaciones cotidianas en las que la bendita, santa, virginal, novia tiene que enfrentarse. El rol de la mujer como el soporte hueco de un disfraz blanco (como el de los sacerdotes, que es negro) queda al descubierto. Pero todo se da por bien empleado para que las niñas (que ya habían sido sometidas a un ensayo general en la primera comunión) acepten (y perpetúen) su pasado de buena chica y su futuro de buena esposa y sufrida madre. Por desgracia el ritual áulico se sigue celebrando por todo un país lleno de iglesias y mujeres muertas, en las que los disfrazados de negro otorgan los títulos de buena hija y amante esposa.

martes, 1 de enero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. AÑO CERO













NURIA: Son las cinco de la mañana, me asomo a la ventana y huele a campamento de verano. Es agradable identificar olores, volver a revivirlos así. El aire es el típico de Castilla, de eso no hay duda. Hace dos noches me despertó el ronquido del vecino rumano; duerme fuera, en el porche. Pensé que era Miguel (a veces respira profundamente), pero era el vecino que en las noches de verano duerme fuera de la casa. Me costó volver a dormirme, tengo el sueño fragmentado; es un sueño posmoderno, en eso soy actual, estoy a la moda.
                      
HÉCTOR: Yo tampoco dormí bien, no podía respirar, me levanté al baño a lavarme la cara y beber agua, miré el reloj y eran las cinco de la mañana. No había dormido, volví a la cama y desperté en un hospital medio en ruinas, lleno de gente, ocupado por soldados alemanes. Lo bombardeaban fuertemente, me escapé. Tras un muro vi un montón de carteras y pañuelos y cosas extrañas colocadas en el suelo como en un escaparate, como si fuese un top manta. Apareció un niño de unos catorce años: “Señor, señor ¿Quiere comprar algo?” Debió de comprender la cara de loco que le puse, me cogió de la mano y dijo: “Venga conmigo.” Las bombas seguían cayendo, corrimos entre casas derruidas y cascotes y barricadas por las calles, hasta que al doblar una esquina nos topamos con una patrulla de soldados, nos apuntaron con las metralletas y nos pusieron contra la pared, nos registraron y nos ataron las manos a la espalda. Nos hicieron caminar hasta llegar a un patio lleno de gente formada en filas. 
Todos eran civiles, mujeres y niños, ancianos la mayoría. Nos soltaron las manos y  nos alinearon con los demás. Trajeron a un niño de unos tres años y me lo pusieron a horcajadas sobre los hombros. Empezaron a llegar camiones militares cubiertos por toldos de lona con una cruz negra pintada en el centro. Tocaron un silbato y nos mandaron  subir a los camiones. Les golpeaban con las culatas de los fusiles y había una mujer vestida con el uniforme de las SS, con pantalones de montar y botas de caña alta, que azotaba a los viejos con una fusta. Por señas le indiqué al chaval que me siguiese y nos escabullimos entre las columnas del patio, con el niño rubio sobre mis espaldas. Nos agachamos e intentamos escondernos entre un montón de sacos vacíos amontonados en un rincón, olían a demonios pero nos metimos debajo de ellos. No paraban los gritos, ni el ronquido de los camiones. La plaza se vació, se hizo silencio, pero no nos movimos. Después, como quince minutos después, llegaron los disparos, ráfagas de metralleta y gritos sangrantes, un mar de gritos, aullidos de dolor. Echamos a correr, corrimos y corrimos atravesando calles y casas en ruinas, ya no podíamos respirar, me dolían los pulmones, pero las piernas seguían corriendo. Tropezamos con un río y bajamos a la orilla buscando un refugio. Nos inclinamos a beber, cuando vi que el agua olía dulce y estaba roja. Me desperté, son las seis de la mañana y ahora te escribo.















Texto Roxana Popelka y X-C
Imágenes: Natalia Pastor

lunes, 24 de diciembre de 2012

NURIA Y HÉCTOR. EN EL CHINO














HÉCTOR (pensando al entrar en el restaurante):
Querías cenar pronto. ¿Quién va a cenar a las nueve de la noche? Por eso está vacío. Ahora no nos queda otra que hablar. Cuéntame algo, ¿cómo van las cosas?
Yo sólo quería cenar esta noche contigo para estar a tu lado y no tener que hablar nada de esas cosas, de hablar sólo de nosotros y de decirnos lo que pensamos y lo que sentimos cuando estamos juntos y cuando no estamos y nos echamos de menos, y qué cosas podemos hacer para vivir juntos o si merecerá la pena, o si sólo será una utopía. Tienes que decirme cuánto me quieres y todas esas cosas.

Esto no es un culebrón, es verdad, sé que suena apocalíptico pero te aseguro que no lo es. Se trata de impaciencia.

NURIA: Los restaurantes chinos certifican la soledad de las parejas. Arrinconadas, como nosotros,  mirándose a través de las cortinas color crema: decorado inhóspito.

H: Pues a mi me gustan todos esos dragones dorados y los peces de colores y esa música tan sexy, me transporta a la China mandarina.

N: Todo en ellos incita al aburrimiento, a la incomunicación, ¿no ves que nos lo ponen en bandeja?, ¿qué es lo que tienen los chinos?

H: Pues podíamos haber ido a una sidrería, ahí si que hay ruido y comunicación y humanidad para dar y tomar.

N: ¿Por qué siguen atrayendo a la gente?, no lo entiendo, están acabados. Encima luego te duele el estómago.

H: La verdad es que antes íbamos mucho más a los chinos, era lo único distinto que había, además de los cines. Ahora ya están muy vistos y su comida se repite tanto como las lentejas de mi madre. Preferimos cosas más exóticas como los indios o los mejicanos.

N: Venimos porque son baratos o porque están las veinticuatro horas abiertos y no son más que las nueve de la noche y en este país es imposible cenar antes de las diez.

H: Venimos porque aún tienes la esperanza de lo inusual, de la aventura, como cuando encendemos la televisión esperando una película genial aunque sabemos de sobra que no habrá nada que ver.

N: Ah… ya, como esas parejas primerizas que se casan, sobre todo, porque tienen ganas de ir a un resort de República Dominicana a que les pongan una pulsera en la muñeca.

H: Bueno, o como los cruceros de vacaciones en el mar, donde van los de cuarenta a disfrazarse de Roger Moore y Raquel Welch, para bajar a cenar con el capitán y una copita de champán.

N: ¿Entonces por qué tenías tanta prisa?, ¿qué querías decirme que era tan urgente?

H: No era nada, sólo era que te echaba de menos como un tonto, era la primera vez que nos separábamos más de una semana.

N: Y querías decírmelo en este marco incomparable.

H: No te quejes que sé que te gustan los rollitos de primavera y el arroz tres delicias y, sobre todo, las gambas. Sólo era una excusa para que hablásemos de nosotros, tranquilos, sin las prisas del horario.

N: Así que se trata del futuro, de nuestro futuro, de la posibilidad de vivir juntos.

H: Vaya, podías esperar a los postres, se ve que no leíste las normas del buen comensal.

N: Ya sabes que no me gustan los rodeos, especialmente cuando sé que hay una conversación pendiente.

H: Pero también sabes que me pongo nervioso y me siento acosado cuando me encaras así.

N: Lo hago en broma porque sé que para ti es peor que el examen de conducir.

H: No, no pasa nada malo, es algo bueno, estamos juntos y seguimos, ¿no?

N: Relájate, podemos empezar sacando estadísticas y datos sociológicos. Índice de probabilidades de seguir juntos en cuatro años y cosas así.

H: Yo me pido las de Franco, que siempre salía que sí, que sí a todo.

N: Podemos empezar con la afinidad, porque, vamos a ver, ¿de qué signo del zodiaco eres? quiero saber si nuestros karmas son compatibles, si no mal asunto.

H: Yo soy tigre, pero tú tienes pinta de ser del año del mono loco o de la grulla asilvestrada.

N: Y qué me dices del feng shui, ¿por qué no pensarás colocar la cama mirando al sur, verdad? Eso da mala suerte.

H: Lo que pienso poner al sur es a ti, después de diez días sin vernos.

N: Lo que importa a esta altura de la vida es si tenemos cosas en común, cuantas más tengamos, mejor. Eso suma, no resta.

H: A mi me gustan los canarios.

N: Ya me lo habías dicho, no me importa, ves, soy tolerante, pero me niego a limpiar la jaula. Hablo de otras cosas en común.

H: No te preocupes, ahora los hay mecánicos. Me gusta oír la radio por toda la casa y no soporto ver la televisión.

N: Eso ya lo sabía. Hablo de futuro, ¿se trata de nuestro futuro juntos, no? ¿He dado en el clavo después de tanto misterio?

H: La cantonesa ya nos mira mal. ¿No crees que debemos leer la carta  y pedir el menú?

N: En estos restaurantes siempre pido lo mismo, no me gusta investigar precisamente aquí.

H: O sea que rollitos de primavera, arroz tres delicias y gambas con salsa agridulce, ¿o las prefieres con setas chinas y bambú?

N: Mejor con setas y bambú. Espero que no te guste este tipo de decoración kitsch porque si no, no tenemos afinidad, eso es básico.

H: Lo que tú quieras, pero me encantan los dragones, ¿no te acuerdas de mi camisa de dragones?  Hay cosas que tienen que ser como tienen que ser, y los chinos, chinos.

N: Vamos de lo general a lo particular, bien. Después de la decoración va la moda ¿te gusta como visto?

H: ¿Quién, tú?

N: Yo, sí.

H: Me encanta, el milagro de que seas incapaz de conjuntar nada.

N: Odio los conjuntos y los colores complementarios, lo sabes. Si no te va no hay nada más que hacer; somos caso perdido.

H: No, si me fascina, sobre todo cuando pones la blusa morada con la falda roja, sólo te faltan las coletas y el caballo a pintas.

N: Vives metido en un corsé.

H: Eso sí que me gusta, los corsés, pero ya veo que es una batalla perdida, tendré que limitarme a los conjuntos de algodón women secret.

N: ¿Te gustan las mujeres anuncio? entonces tampoco vamos muy lejos.

H: No, lo que me gustan son los anuncios con mujeres, sobre todo los de helados.

N: Las exigencias siempre a nosotras y mira cómo vas tú de ropa interior.

H: ¿Qué les pasa a mis calzoncillos de lunares? ¿Qué, acaso no estoy bien?

N: Son demasiado simples, ¿no quieres algo más novedoso?

H: Tengo unos de raso con sirenas.

N: Bueno, entonces dime la verdad. ¿Podemos plantearnos algo en común?, ¿lo dejamos como está, o lo dejamos para los fines de semana que estamos más descansados?

H: Pensé que esa fase ya estaba superada, que ahora íbamos a otro estadio, casi como brahmanes, que ya no éramos intocables.

N: Es justo lo que estoy planteando, déjate ya de chistes con acertijo.

H: Y bien ¿en tu casa o en la mía?

N: Es que tu casa está muy lejos.

H: Eso depende de dónde te coloques.

N: Además es húmeda ¿y si luego me da cistitis?

H: No te preocupes, conozco una solución mágica.

N: Veo que no hay acuerdo, pues como en el póquer, arrastro.

H: ¿Arrastras en qué, en picas o en bastos, o en corazones rojos?

N: No te veo muy animado con el cambio, no muestras interés.

H: Es que para bajar al mercado hace falta un fajo de billetes con una goma y yo me los olvide en el taquillón.

N: Podemos aplazar la propuesta y mientras pensar si merece la pena o si estamos mejor como ahora.

H: Lo que pasa es que yo no sé muy bien cómo estamos ahora, hoy aquí y mañana allí, como a salto de mata, como dice Rohmer en Cuento de invierno: hombre con dos casas, difícil de guardar.

N: Es lo normal, vivimos en el siglo XXI no el XV, trasiego constante, qué quieres… calma absoluta.

H: A mi no me lo tienes que contar, que mi abuela era vaqueira de alzada desde el neolítico.

N. Pues eso, no te vayas a apoltronar ahora, eso sí que no por favor, no lo aguantaría.

H: Bien, no sé qué me quieres decir con eso. Todo es más sencillo, sólo tienes que decirme si quieres que vivamos juntos o no, el resto son casualidades.

N: Casualidades con las que hay que contar. Si de mano no estás dispuesto, no hay nada que hacer.

H: Mi abuela era vaqueira pero la tuya me parece que era gallega, no puedes decirme sí o no y callar un poquitín y comer algo.

N. Yo digo que sí, pero me gustaría que fuera en mi casa, por las vistas.

H: ¿A las Vistillas te refieres?

N: No, al exterior, hablo de árboles y pájaros y perros que te hacen la vida una poco más llevadera, no me olvido de los canarios, tranquilo, hay gorriones a tutiplén.

H: Pero si en el portal de mi casa hay una pajarería, ¿no te gustaría peinar a los perros?

N: Ya es tarde, están recogiendo. Tenemos que irnos.

Y se fueron, se fueron lejos, no se sabe a dónde.

Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez

miércoles, 12 de diciembre de 2012

NURIA Y HÉCTOR. HAZAÑAS BÉLICAS

















HÉCTOR: ¿Cómo llevas la semana, estarás como nunca sin mi?

NURIA: Yo puedo decir lo mismo.

H: ¿No echabas de menos la soledad? ¿O era la intimidad?

N: Era la individualidad. Es bueno estar sola de vez en cuando, así puedo comer lo que quiero a cualquier hora.

H: Debo de ser muy antiguo porque todavía no me acostumbro a hablar por teléfono.

N: Ya, prefieres hablar por whatsApp, yo a eso sí que no me acostumbro: fragmentos y más fragmentos de conversaciones entrecortadas.

H: Lo aprendí en las películas de indios y vaqueros con las señales de humo.

N: Además aprovecho para ver el lote de películas atrasadas.

H: Y para ver pelis porno, anda dime la verdad. Esas que dices que son de autora, tan modernas.

N: Es que detesto los guiones clónicos de las porno convencionales.

H: ¿Así que ves porno cuando no estoy.

N: ¿Te parece mal?

H: ¿Por qué no esperas a verlas conmigo?

N: Es lo que haces tú cuando yo no estoy.

H: ¿Qué dices?

N: Sí, me lo dijiste hace tiempo. No me importa. A mi también me gusta lo mismo que a ti.

H: ¿Te gusta el qué?
 
N: Ver porno,¿o crees que sólo es cosa de tíos?

H: Creo que quieres decir otra cosa.

N: No, quiero decir lo que estoy diciendo, no me líes.

H: ¿Qué tal ayer con Laura?

N: Bien, salimos por ahí.

H: Si, eso ya lo sé. ¿Por dónde?, ¿qué hicisteis?

N: Nada, tomamos una cerveza en La Mala y luego picamos algo en el mexicano.

H: ¿Y qué te contó, está más tranquila?

N: Va a adoptar un niño.

H: ¿Así que era eso?

N: ¿El qué?

H: Todo ese rollo, era por esto; porque tu amiga va a adoptar un niño. ¿Pero si no es capaz de tener una pareja cómo va a tener un niño? Cómo puede ser tan caprichosa.

N: Y para esto me llamas, parece que no tienes un buen día.

H: Todo está bien, no me noto nada.

N: Pues hay que ver cómo estás hoy, ¿Qué te pasó, noticias del pasado?

H: No sé qué haces ahí, ¿Por qué no viniste conmigo?

N: Salió así, no importa.

H: No hacía falta que vinieses a la comida familiar. Yo te juro que no pienso ir a la tuya.

N: Otra vez la familia. Tenía  cosas que hacer, necesitaba estar sola.

H: ¿No estuviste sola bastante tiempo?

N: Tenía que pensar qué hacer.

H: ¡Mierda! No me digas que tenemos que hablar.

N: No, es que no me viene la regla.

H: Entonces prefiero hablar. ¿No me dijiste que era imposible? Si acabas de ir a la ginecóloga y el DIU está a tope.

N: Esto es otra cosa.

H: ¿Qué cosa? no me asustes.

N: Quiero tener un hijo.

(SILENCIO)

N: ¿Estás ahí?

H: Me dijiste que no querías nada de niños.

N: No estoy segura, se me acaba el tiempo.

H: De qué tiempo hablas.

N: Del biológico; ahora o nunca.

H: Me parece perfecto, pero eso no es lo que habíamos hablado. Ahora no puedes venirme con esas.

N: ¡Vaya día, eh!

H: ¡Nuria, ya está bien, lo teníamos claro!

N: Lo he pensado mejor. Es la última oportunidad, ¿no te das cuenta?

H: Hace más de treinta años que sabes la edad que tienes.

N: No, hombre… sólo era una prueba. Quería saber si tu rollo anti baby era una pose y sólo esperabas a casarte conmigo para dejarme embarazada.

H: ¡Serás burra! y encima tenías que hacer esta broma por teléfono.

N: Para conocerte mejor.

H: Como el lobo a Caperucita. ¿Y esta bobada, por qué es? ¿Saliste con alguna de esas amigas tuyas?

N: ¿Qué les pasa a mis amigas?

H: Vale, vamos a dejarlo.

N: ¿Por qué estuviste todo el día sin llamarme, no ves que podía estar preocupada?

H: Ahora resulta que la chica dura estaba preocupada.

N: Habíamos quedado en que llamarías, sólo es eso.

H: No soporto tener que adivinar lo que piensas ¿Dónde os enseñaron eso?

N: ¿Pero qué comiste hoy? Estás inaguantable.

H: No sé, ya son muchos días, estoy colgado.

N: Jolín, afloja un poco. No somos críos, esto tiene que ser otra cosa.

H: Suma cero, ya…

N: No sigas.

H: Eres algo muy importante, no estoy jugando.

N: Lo sé, pero a veces tengo miedo, no quiero volver a vivir cosas que pasaron.

H: A qué te refieres.

N: Olvídalo todo.

H: No es tan fácil.

N: Mañana ya estaremos juntos.

H: Es mejor que no vengas en coche ¿Por qué no vienes en tren? Te recojo en la estación, dejas las cosas en casa y nos vamos a cenar por ahí.

N: No tengo ni idea a qué hora acabaré en la clínica, además ya no debe de haber billetes.

H: Seguro que todavía hay, siempre ponen más trenes por el puente. Puedes venir leyendo o dormitando una película, si tienes suerte puede ser una de Walt Disney con un árbol gigante de navidad y renos volando por encima de los adosados.

N: Lo pienso.

H: De acuerdo, intenta dormir esta noche y mañana hacemos eso, conozco un restaurante chino que está muy bien. Seguro que nos reímos con los mensajes de los rollitos de primavera.

N: Bueno, ya sabes lo que pasa en estas fechas.

H: Sí, no hace falta que lo repitamos.

N: Tengo ganas de dormir y nada más, ayer no pegué ojo, te extraño.

H: Qué rápido nos acostumbramos a lo bueno, ya no recuerdo cuando no estabas.

N: Por eso tengo miedo, cuanto más valoras una cosa más miedo tienes a perderla.

H: Parecemos dos viejos. Vamos a colgar el teléfono y a meternos en la cama. Piensa que estamos juntos.

N: ¿Te acuerdas de aquella canción?

H: ¿Qué canción?

N: (Cantando)
Cuentos de hadas pasan por tu cabeza
mi amor es una guerra, ve con él
aunque estás lejos volvería a pensar en ti
comprobarás la vida no es un sueño, no lo es…


Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

domingo, 9 de diciembre de 2012

CRÍTICA DE NURIA Y HÉCTOR EN AJIMEZ POR JAVIER ÁVILA

Crítica en ajimez arte

Imagen

Por Javier Ávila


Nuria y Héctor

Acometer un proyecto coral como el presentado en lloviendopiedras.com bajo el título de “Nuria y Héctor” requiere de una compenetración y unos modos en las tomas de decisión absolutamente abiertos, sin determinación de principio ni fin.

Un proyecto a seis manos es bastante inusual, sin tratarse de un cadáver exquisito, existe una correlación de objetivos y una predisposición de todas las partes a generar un relato personal y a la vez común, retrato de una realidad, la de todos.

A modo de conversación, casi como si de género epistolar se tratase, Héctor y Nuria van intercambiando pensamientos, opiniones, intuiciones, miradas sobre su mundo y, por extensión, sobre una actualidad propia y ajena. Reflexiones acerca de lo que les preocupa e inquieta, a ellos y a todos, lo que soñamos y esperamos, deseamos y tememos. Miedos expuestos sin tapujos, un modo de terapia, también de relación imposible.

Juan Carlos Suárez y Roxana Popelka proponen una suerte de acertijo en el que no queda claro quién es quién, a quien pertenecen las palabras, quién las lanza y quién las contesta. Provenientes de disciplinas diferentes, aunque próximas en sus intereses, Juan Carlos desde la Historia del Arte y la Crítica, Roxana desde la poesía experimental, generan una conjunción en sus modos de hacer que nos regalan momentos deliciosos, muestra de las posibilidades que su conversación brinda.

Natalia Pastor aporta las manos restantes en esta composición. En una prolongación de las obras que ha venido desarrollando en sus últimas series, donde realidad y dibujo se confunden entre forma y fondo, pone en escena imágenes a modo de autorretratos, aunque en muchos de ellos no existe esa intención de mostrarse a sí misma, más bien hace uso de esas imagen propias para retratar un mundo colectivo en un entorno no siempre amable. Sus ilustraciones completan el mosaico de esta pareja de tres en la que podemos identificarnos cualquiera de nosotros, y cuyas palabras podemos disfrutar desde www.lloviendopiedras.com.