—No
se me ocurre nada, no sé sobre qué vamos a escribir esta vez.
—Natalia
me ha dicho que nos va a mandar unas fotos en la barra de un bar.
—Eso
ya me lo has dicho, pero ¿de qué vamos a hablar?
—Podemos
hacerlo sobre lo mal que está todo, de lo difícil que es llegar a fin de mes,
de los embargos.
—Estoy
harto de política, creo que deberíamos hablar de los personajes, de sus
problemas personales.
—Pero
¿es que acaso no son problemas el que no les alcance el dinero, que tengan sus
empleos en el aire?
—Sí
aunque los periódicos y las radios ya nos saturan con la crisis, hay que buscar
algo distinto.
—Podemos
hablar del meteorito, de que ya no estamos siquiera seguros de que el cielo no
se desplome sobre nuestras cabezas.
NURIA: Me gustan los bares donde no te conocen, donde hablas
sin preguntar nombres ni apellidos. Donde das tu opinión y listo.
HÉCTOR: También me gustan los bares donde todo el mundo se
conoce, que estás como en casa y hasta puedes ir en zapatillas.
N: Demasiada confianza, necesito intimidad. ¿A quién
esperamos porque está claro que esperamos a alguien, no?
H: Dijeron que pasarían por aquí, pero no sé, es tarde
N: Mejor nos vamos ya.
H: Vamos a esperar veinte minutos más y nos vamos.
N: Se hacen de rogar.
H: Todos nos hacemos de rogar, no seas impaciente.
N: No si a mi me da igual, mientras puedo leer una revista
de tendencias. Todos los periódicos hablan de lo mismo.
H: ¿Qué es lo que dicen hoy?
N: ¿Te imaginas cómo fue la primera glaciación, cómo
desapareció el Imperio romano? ¿Crees que todo esto es la antesala del fin?
H: ¿Del fin?, por favor no seas apocalíptica.
N: ¿Y si mañana nos cayera un meteorito?
H: Estás un poco nerviosa. Ya sé que no es fácil, pero no
tiene sentido pensar en fatalidades.
N: No ves que trato de pensar qué pasaría si me echaran del
trabajo; qué haría, adónde iría, tendría que volver a empezar desde cero.
H: Haríamos como los colonos, buscar nuevos territorios más
allá de los mares.
N: Nadie nos ha enseñado a empezar de cero.
H: Es como cuando borras con una goma un esquema que no
sirve.
N: Estás intentando ser positivo, ¿es eso?
H: Estoy intentando mantener la cabeza serena, ¿qué sentido
tiene derrumbarse?
N: Te das cuenta, estamos ocupando los puestos de los de
treinta y ahora tendríamos que estar viviendo sin preocupaciones por el dinero,
sin agobios.
H: Ahora lo llaman eufemísticamente reciclarse.
N: ¿Reciclarse? lo que pasa es que sobramos.
H: Mira qué tranquilidad, aquí en la costa parece que no pasa
nada.
N: Mañana vendrán más gaviotas y se posarán en el mismo
sitio.
H: Pero el mar estará distinto, como el río de Heráclito,
eso lo cambia todo.
N: Cambia el escenario pero nosotros seguimos con la
incertidumbre.
H: Estás muy negativa hoy.
N: ¿Crees que podemos estar seguros de algo? no sé siquiera
si me despedirán mañana, hasta nos puede caer un meteorito encima.
H: No seas exagerada, la tierra va a seguir girando.
N: Díselo a los de Chernóbil, o a los que se envenenan con
pastillas antes de que los echen a la calle.
H: Siempre fue así, siempre hubo ricos, ladrones y pobres.
La tristeza es ver cómo han destruido la educación para tener al país en sus
manos.
N: Como cierre la clínica no sé que será de nosotros.
H: Pues yo que estoy de interino, no quiero ni pensarlo.
N: Tanto trabajar para esto.
H: No te agobies, piensa en otra cosa.
N: Vamos a construir un castillo de arena, algo sencillo
H: Vamos a tomar algo, ¿qué te apetece?
N: Una tónica, no me gusta el alcohol.
H: Pues es una medicina mágica.
N: De magia negra: Días
de vino y rosas.
H: Es lo único que funciona en España, los bares.
N: Sí, pero a costa del trabajo esclavo de los camareros: de
sol a sol.
H: Sol y toros, bares y fútbol; eso es España.
N: Pásame el periódico, anda, que me aburro.
H: Podrías hacerme un poco de caso.
N: Mientras tú miras el partido, yo prefiero leer la prensa, a ver qué escándalo toca.
H: ¿Qué vamos a hacer hoy, te apetece comer fuera y luego
vamos al cine?
N: No te enteras, estamos en crisis y no se puede gastar. Comemos
en casa y luego vemos una película en la tele.
H: Ya, ya lo sé, pero es que a veces te dan ganas de actuar
como si no existiesen los problemas, sobre todo cuando no eres tú el que los
crea.
N: Además acuérdate que hemos quedado para cenar con Rosa y Jaime.
H: No sé, puede que no quiera ir, que me de pereza. Ese
rollo de las cenas de pareja…
N: Ya, tragar las gambas y
mancharte la camisa de mahonesa.
Mirar si colocan los codos sobre la mesa,
o no.
Si saben secarse bien la boca con la servilleta,
si vienen arreglados
o han tenido un mal día;
un día de esos —como últimamente tenemos todos—
donde te avergüenzas de haber nacido en este país
¿No te pasa?
que miras el telediario, o
lees la prensa
y piensas
¿es aquí donde nací?
No puede ser verdad.
Me asquea,
y luego
por la radio
dan consejos
para animarte:
venga, piense en sus hijos,
en su futuro:
¡hay que levantar el país!
Yo qué sé.
H: Prefiero ver partidos en el bar y no tener que aguantar
al novio de tu amiga y sus modales, su egoísmo y la dominación a que la
tiene sometida.
No sé por qué
pero a veces no me apetece ver a nadie,
aunque sea viernes
y haya que estar alegre
porque sí.
En el fondo salimos de la fábrica
igual que en la revolución industrial
y necesitamos socializar
con el prójimo
para no caer en un monótono
fin de semana.
Yo no quiero ver a nadie,
no lo digo deprimido
lo digo riendo,
lo digo feliz.
No quiero mancharme la camisa
con una salsa de esas tártaras,
ni tener que pasarme la noche
contando anécdotas de la semana:
no tengo anécdotas,
ya no.
Ya no tengo ganas de contar.
Y yo, no quedé en nada.
N: Pero te lo comenté.
H: Pero si él te cae peor que a mi, además luego te quejas
de que se pasó la cena mirándote el escote.
N: Lo hago por ella, quiero sacarla de esa relación.
H: ¿Qué la vas a salvar?, ¿no crees que ya es grande para
cuidarse sola?
N: Creo que sólo está con él por el sexo, hacía mucho que no
tenía una relación continuada y lo necesita.
H: Entonces para qué vamos a ir a cenar, mejor una cama
redonda.
N: No te pases. A veces es sólo eso y ya está.
H: Pensé que este rollo de las cenas de parejas no tenían
que ver con nosotros, que lo nuestro era distinto y que ya estábamos de vuelta
de estos tópicos. Las cenas de parejas es de lo peor.
N: ¿Y qué quieres, que nos miremos el ombligo?, me gusta el
intercambio de opiniones. Es muy básico lo de llegar a casa con ese sabor de
que eres mejor, eso sube el ego.
H: Pues yo no me comparo con nadie, prefiero hablar con los parroquianos.
N: Sabes perfectamente que en el bar eres superior a todos porque
ganas en las conversaciones más triviales y quieres ganar en todos los modelos.
H: ¿Qué has dicho, triviales o tribales?
¿Y Rosa por qué se separó de Toño si era muy simpático?
N: Porque le ponía los cuernos y luego le contaba que hacía
horas extras. Se dejó engañar varias veces pero a la cuarta o quinta ya no aguanto más.
H: Y ahora ella se resarce inmolándose con un macho de
manual. No hay quien os entienda.
N: Tampoco entiendo yo qué veis en veinte tíos
persiguiéndose por el pasto, o por qué os quedáis alelados cada vez que os
sonríe una rubia.
H: Jamás dejamos de parecer un dúo extraño.
N: Detrás de la verdad…
La discusión se tornó en lanzas y el ruido de la televisión y las máquinas tragaperras nos impidió oír las palabras que se dijeron, a fin de cuentas se querían y todas aquellas cosas aún no tenían importancia. El tiempo salpicaría las vidas, pero no sería en esta historia, todavía quedaba mucho trecho por recorrer. Imagen Natalia Pastor Texto Roxana Popelka y X-C
HÉCTOR: A veces pienso que no me quieres, que todo esto es
una fantasía donde yo sólo soy una sombra.
NURIA: ¿Y qué puede hacer el otro para sacarte esa idea
suicida?
H: Cuando estamos juntos, como ahora, no necesito pensar nada.
N: Ya, dejas la mente en blanco sin necesidad de clases de
yoga; eso está bien. Nadas a corriente de la nueva ideología oriental.
H: Según pasan los días voy descubriendo las cosas, van
surgiendo sentidos que estaban muertos.
N: A veces, cuando dices esas cosas, me das miedo, como si
estuvieras poseído por un cuerpo extraño.
H: Tal vez tanto pensar me haya hecho idiota.
N: No seas extremo, no estoy acostumbrada a que expresen los
sentimientos con tanta solemnidad.
H: ¿Piensas que solo estoy aquí para acostarme contigo?
N: Tampoco es eso, no lo pienso, pero a veces eres tan
rollito espiritual que me descolocas.
H: Me gusta acariciarte detrás de las rodillas.
N: Sí, me haces cosquillas. Son partes del cuerpo que tenía
atrofiadas.
H: ¿Crees que el sexo nos hace libres, o es una atadura más?
Siempre pensando en si le gustará al otro o si llegaré al orgasmo.
N: Nos hace dependientes, y eso incluso hablando de una trayectoria
sexual satisfactoria.
H: Y toda esa gente que renuncia o niega la sexualidad, ¿Qué
la ve como algo pecaminoso? Ahora con la cantidad de información que existe es
increíble que aún no sea algo positivo.
N: Pero falta el sentimiento, la sinceridad, todas esas
propuestas que aparecen en los libros de psicología y que creemos que cumplimos
a la perfección.
H: ¿Te das cuenta de lo importante que eres para mi y que no
cambiaria este instante por ninguna otra cosa?
N: Pero ocurre que nos autoengañamos, sí, lo creo, los
hombres y también las mujeres. El autoengaño es algo cotidiano.
H: Cómo me gusta que me acaricies así, despacio.
N: El origen está en la infancia, en un conflicto edípico no
resuelto.
H: Muchas veces tengo miedo, pero a tu lado me siento
distinto.
N: Lo llaman miedo al perder el confort materno, he leído
algo y en el origen de todo, por lo visto, está el pensamiento freudiano, ¡qué
sería de nosotros sin Freud!
H: ¿Crees que saldremos de esta, crees que encontraremos un
sitio?
N: Es el miedo al poder fálico lo que a ti te pasa.
H: Ya sé que mañana sonará el despertador, pero ahora es
como si estuviese en la cima del mundo.
N: Yo creo que en este tema, en el sexo, la mayoría está
tratando de adoptar la posición del héroe; pero todo son ansiedades.
H: Todas esas caricias me están despertando.
N: Sabes que una cosa es leer a Freud y otra a Lacan porque
tenían opiniones distintas respecto a la fase edípica.
H: ¿Crees que todo esto es sólo química? ¿No crees que existe algo más, que la sensación que tengo cuando estoy a tu lado es algo más que endorfinas?
N: Aunque el conflicto, como tal, aparece cuando interviene
la figura del padre; es el miedo a la castración. H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira). N: En el festival de Sundance se acaban de
estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la
crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.
H: Es difícil hablar de sentimientos, a mi me
pasa.
N: A mi ya no tanto como antes. Al final, a todos
nos preocupa lo mismo. El sexo también: es universal.
H: Pero casi no hablamos de sexo.
N. Ya, y mira que lo intento contigo. No sé qué
te pasa.
H. Es que me siento como si hiciera terapia.
N. Lo que te falta es soltarte
H: ¿Soltarme el qué?
N: Me refiero a la naturalidad. Pensar que lo que
a ti te ocurre, lo que tú piensas, lo están pensando miles de personas al mismo
tiempo.
H: Así que crees que todo el mundo está pensando,
por ejemplo, en el sexo anal.
N: ¿Estás pensando en eso ahora?
H: Sí. Leí El
País, hoy por la mañana, y salía una escritora australiana que
estrena su obra en el Centro Dramático Nacional y “cuenta cómo, a pesar de su ateísmo, encontró a Dios en el mismo
momento en que fue sodomizada por primera vez”.
N: Pues ayer echaron El informe Kinsey por la tele y explicaba el desconocimiento de lo
que era el sexo en América. ¿Te imaginas lo que era el sexo en los 50 en
España?
H: Balarrasa.
N: ¿No habláis entre los hombres?
H: ¿De qué?
N: ¿Qué decís cuando habláis de sexo?
H: De las tías con las que nos acostamos, nada de
descripciones, sólo números enteros, sin decimales.
N: Nosotras, cuando nos juntamos, siempre hay
alguna que da vidilla a la reunión
contándonos cómo su nuevo novio la desnuda en la cocina mientras miran a través
del horno si está lista la pizza.
H: ¿No habláis de prácticas sexuales?
N: Hablamos de satisfacción sexual y no nos
cortamos un pelo.
H: ¿Y qué es lo que se lleva ahora?
N: De todo, lo que se lleva es lo que ambos
quieran, sobre todo entre parejas que se han unido recientemente.
Luego están las desparejadas que buscan y
encuentran muy poco, la verdad, o se llevan un chasco absoluto cuando lo hacen
una de esas noches locas.
El otro día una amiga me dijo que tenía tantas
ganas que no le importó que el tío estuviera tan borracho que al final, no pudo.
H: ¿Y hablas por ahí de nuestras relaciones
sexuales?
N: Sí, claro. De cómo lo pasamos, de la
frecuencia, de cómo cambian las necesidades. Una amiga me
contó que había que ser abiertos y permitir a tu novio hacerlo con otras
mujeres, que no deberíamos ser egoístas.
H: Tienes que presentarme a tu amiga.
N: Hay como una autonegación a lo que no es habitual.
H: ¿Como al fetichismo?
N: También puede ser, pero lo importante es la comunicación,
ese sigue siendo el caballo de batalla de la sexualidad también hoy.
H: ¿La comunicación qué es, por el uso de la lengua?
N: Yo creo que es un síntoma más del miedo ancestral a decir
lo que nos gusta, a revelar nuestras fantasías y miedos, y ya es hora de que
nos demos cuenta de que todo, también el sexo, es global.
H: Como los hijos, ¿acaso son ellos la razón del sexo? o ¿lo
es el pecado original?
N: ¿Por qué los tíos jamás habláis de sexo entre vosotros,
solo de a cuántas os tirasteis?
H: Es que somos unos caballeros.
¿Cuántas veces puedes hacerlo en una noche? ¿Crees que podríamos
intentarlo hoy?
N: No es una competición. Nunca me planteo el sexo como si
fueran encuestas.
H: Sería como Encuentros
en la tercera fase.
N: Prefiero la calidad, ya lo sabes.
H: Pero primero tienes que quitarte el corpiño ese, que me
rasca.
N: Venga me lo quito. Ahora vuelve la moda de las fajas,
como si no estuviéramos bastante constreñidas.
H: Es un revival, no lo pueden evitar, si hasta quieren
volver a poner la Casa
de fieras en el Retiro.
N: Entonces tendremos una involución también en el sexo.
H: O sea: tú debajo, mujer.
N: Sí, y mirando la hora, como Amélie, eso es genial.
H: ¿Qué es, algo típico femenino?
Y
la noche sigue entre lentas palabras y rincones de oscuridad. El tiempo perdido
se refleja por debajo de la puerta queriendo entrar en la habitación,
peleándose con los sueños que, todavía vírgenes, intentan ocupar el espacio de
un futuro incierto.
NURIA: Ves, es que tú siempre quieres venir conmigo, no
tenemos por qué hacerlo todo juntos, ya te digo que salgas con tus amigos.
HÉCTOR: Pero si estamos muy poco tiempo juntos, el trabajo
lo ocupa todo. Aunque me parece que dentro de nada no van a hacer falta los
profesores, sólo de inglés y matemáticas,
N: Únicamente quieren que sepamos restar y dividir y que nos
larguemos a por las divisas como en los 60.
H: La pérdida de las Humanidades es una voladura calculada de
la ética y la educación.
N: Sólo se va a salvar Ángel, que es profesor de inglés, tendremos
que hacer cola en su portal para que nos de algo de maíz, igual que a las
gallinas: pitas, pitas…
H: No digas eso, que luego no nos va a poner me gusta en el
feisbuk.
N: No sé por qué vamos a una exposición, todo es pintura, me
aburre.
H: Esta exposición es de fotografía, un montaje de imagen y
sonido.
N: Siempre hacemos lo que tú quieres, ¿por qué no vamos al
cine? Quiero ver la última película de Haneke.
H: Tú siempre pensando en lo escabroso y luego te metes
conmigo porque me gusta Kieslowki, pues aquí también trabaja Trintignant, como
en Rojo, que lo sepas.
N: ¿Entonces tenemos que ir a ver esa exposición?
H: Sí, ya quedé para verla con Ángel y Eugenia, que conocen
a la artista y nos la van a presentar.
N: ¿Y sabes qué es lo que expone?
H: Lo leí en el periódico, trata sobre las huelgas mineras y
lo relaciona con la Revolución del 34 y con la vida de las cuencas en la
actualidad.
N: Parece que no tiene mucho que ver con su obra anterior.
H: No creas, siempre ha colocado su figura entre espacios
industriales y ruinas.
N: Bueno, ya estamos llegando, ya se ve ahí el cartel de la
galería: Texu.
H: Hola, veníamos a ver la exposición de Natalia Pastor.
GALERISTA: Si, pasad, pasad, precisamente está Natalia en la
sala, vino a hacer unas fotos.
H: ¿Y éstos? todavía no llegaron, ¿Qué hacemos? ¿Nos
presentamos o esperamos por ellos que la conocen?
N: Espera, no ves que está haciendo fotos, vamos a echar un
vistazo al montaje.
H: Mucho rojo, se nota que es su color. Mira esa imagen, la
que se ve en el vídeo de las columnas de presos escoltados por la guardia
civil, la tengo yo en una camiseta, del aniversario de octubre del 34.
N: Esa foto del puente con la barricada ardiendo debajo, la
vi en el blog Lloviendo piedras. Lo que pasa es que ya no cuela lo de los
mineros, ya no es nada mítico, sólo cuestión de pelas.
H: Tranquila, no te lances que las cosas no son tan
sencillas.
H: Hola Natalia, habíamos quedado con Ángel y Eugenia para
que nos presentasen pero no acaban de llegar. Estuve en tu exposición anterior y
me encantó, además las fotos que hiciste dentro de un sanatorio en ruinas, me
recordaron a mi admirada Francesca Woodman.
NATALIA: Qué exageración, muchas gracias por la comparación.
Siempre me ha gustado el paisaje industrial, lo derruido, y ahora con el
conflicto minero he tenido la oportunidad de estar en primera fila.
H: Y el flipe de tu cuadro Dérmico I en el que apareces suspendida en el aire con tu vestido
rojo sobre una central térmica.
NATALIA: El rojo es un color muy directo, también muy
expresivo, sobre todo para las mujeres.
H: La que menos me gustó fue la de Frida Khalo, aunque
estaba muy logrado lo de la chimenea como tráquea. Tu obra me transmite mucha emoción,
me siento identificado con ella.
NATALIA: Me vas a poner colorada, gracias. Ahora más que
Frida me interesa Louise de Bourgeois. El trasfondo de la idea del deseo, de la
trampa, de la figura femenina como sufriente pero al mismo tiempo con un poder
capaz de trascender el dolor.
N: Ahora estás con los del valle, con los irredentos, es un
poco como el pueblo de Asterix, la pena es que todo quede en ruido.
NATALIA: ¿A qué te refieres, a los mineros?, llevan toda la
vida así, generaciones atascadas en esa lucha.
H: ¿A cuento de qué viene ese titulo?: ¡Vamos de excursión!
NATALIA: Era la contraseña para empezar las manifestaciones,
para cortar las carreteras, en estas últimas huelgas.
H: Lo de las pancartas es increíble. Cómo el rollo polítucu ha
asentado en la cultura de las cuencas haciendo de la pancarta un medio de
expresión habitual. Lo político lo ha invadido todo. Es bueno este eslogan: Comportaos como corderos y os convertiréis
en chuletas.
N: Es una pena tener que hablar de esto y no de arte, de cómo
es posible que consigas esa emoción en tus obras, y transmitirnos esa lucidez.
NATALIA: También aparecen en las pancartas los temas
sentimentales; mensajes de parejas que se casan. En la cuenca hay una cultura
de lo público. No hay que esconder los sentimientos, lo personal también se
comparte.
H: Mira esa que pone: Adri
no te cases valte mas tirate al rio, y esa otra: Abraham de la vida de casau vas a acabar cansau, y la de: Dibes de mocin y caiste como un trapin,
pero la mejor ye esta: Sheila te quiero,
vuelve a casate conmigo, tu marido.
N: Y la que dice: Javi
no te cases las chicas del Robinson club nos vamos al paro y: Karla por fin alguien carga contigo, gracies
Alex, vaya penitencia. Son de traca.
H: Parece que estás muy integrada en la cuenca.
NATALIA: Llevo aquí toda mi vida. Menos unos años en Bilbao
cuando estudiaba Bellas Artes. La familia tira mucho. Estuve dudando durante un
tiempo, pero al final me quedé.
N: ¿Y cómo llevas el embarazo?
NATALIA: Me siento muy pesada estos meses, está siendo un
poco incómodo, además no duermo nada y eso, al cabo de los días y semanas, lo
noto mucho. Estoy planteándome pedir antes la baja, no sé…
N: Otra niña, qué valiente, con la vida tan ajetreada que
llevas.
NATALIA: Pues sí, al principio me daba pereza pero mi hija,
que tiene seis años, me lo pidió tan convencida que, al final, me animé. Bueno,
mi madre me ayuda mucho, aún es joven y con mucha energía.
H: Y qué ánimo para seguir con tu obra artística, con todas
las obligaciones que tienes.
N: Es una característica muy asturiana, de mujer luchadora
curada de espanto.
H: Lo sé muy bien, mi abuela era camisera y cosía camisas
rojas en el 34. Me contaba cómo subían los camiones chorreando sangre del
matadero al cementerio de Oviedo.
N: Hubo muertos en todos lados.
H: En unos más que en otros. Hay más de mil personas
amontonadas en la fosa común, fuera de las tapias del cementerio, no se fuesen
a contaminar.
N: No te pases, relaja.
H: Este tema no lo soporto. ¿Y por qué sólo hablan de la
voladura de la Cámara Santa y no cuentan cómo el ejército destruyó Santa
Cristina de Lena?
N: No seas tan político.
H: No, si esto no es política, es historia. La política es
que me quite mi casa el banco después de haber pagado yo el pufo del banco y,
encima, me echen a la calle.
N: Jolín, déjalo ya, estamos hablando de arte.
H: Natalia sabe que el arte es algo más que sonrisas y
muecas.
N: Natalia, no le hagas caso, es que se calienta solo. Los
fantasmas esos, que le vienen como reflujos.
H: Sí, mejor cambiamos de tema.
N: He visto que salen unas ilustraciones tuyas en un blog
acompañando un texto teatral.
NATALIA: Sí, me hace mucha ilusión trabajar en Nuria y Héctor, y eso que ahora con el
embarazo a veces no me da casi tiempo, pero me entusiasma. Los tres estamos muy
contentos con el resultado, además lo vemos original y en formato blog queda
estupendo. ¿Sabes que una amiga quiere grabarlo para la web y crear una serie
de televisión?
N: ¡Vaya bien!, espero verlo pronto.
H: ¿Qué será de Ángel y Eugenia que no acaban de llegar?
NATALIA: ¿Sabéis que fueron ellos los que compusieron la
pieza sonora con las grabaciones que yo hice durante las manifestaciones? Es el
sonido del video de la exposición.
H: Sí, algo nos habían comentado y además vaya guapos que
son los vídeos que tienen ahí en la entrada, parece un homenaje a La ventana indiscreta.
NATALIA: Son buenísimos. Lo siento chicos pero me tengo que
ir, ahora con el embarazo no me gusta conducir por la noche, y se hace tarde.
N: Normal, oye, quedamos encantados de conocerte. Hasta
pronto y buena suerte con todo.
NATALIA: Gracias. Hasta luego. ¡A ver si no me llevó el
coche la grúa!
N: Y nosotros, ¿qué hacemos?, ¿por qué no los llamas?
H: Es una pena, yo quería que nos explicasen un poco los vídeos
estos de Private Lives. Voy a
llamarlos.
H: Nada, que me dice Ángel que les paró la Guardia Civil en
un control por La Felguera y que les han inmovilizado el coche.
«Millares de detenciones fueron hechas y los prisioneros, excepto
los asesinados en el camino, fueron llevados a los cuarteles… Una vez allí,
fueron sacados y fusilados en serie. Los legionarios y los moros habían
liquidado ya, según su costumbre, a todos los prisioneros caídos en el momento
de la lucha. Es imposible decir cuantos cayeron en las ejecuciones realizadas
por los pelotones de la guardia civil».
Gerald Brenan, El
laberinto español, Madrid, Globus, 1984, p. 309