El gran vuelo. Documental de Carolina Astudillo, 2014
De: Roxana Popelka
Para: Carolina Astudillo
Asunto: He visto El gran vuelo. Aquí
te cuento más
Carolina
Te escribo esta carta o lo que sea (llámalo X).
¿Crees que hoy existe el género
epistolar?, ¿piensas que es un género anacrónico? Yo no (por desgracia no me
llegan cartas, ni una). Te escribo porque creo, Carolina, que después de haber
visto tu tremendo documental, sencillamente no puedo contener las ganas de
contactar contigo a través de este medio. Te contaré que el día en que fui a
ver El gran vuelo no tenía la menor
idea de lo que me iba a encontrar, pero allá fui de cabeza a Cineteca con mis
vaqueros de siempre, porque los viernes (era un viernes) no estoy para cambios
de última hora. La Cineteca, en Matadero, que es tan amplia, tan confortable,
tan calurosa en invierno y, sobre todo, en ella siempre, siempre encuentro
sitio (me siento en la fila dos o tres; ya sabes dónde encontrarme). No tengo
problemas con la vista pero me gusta sentir el latido de la pantalla. Tal vez
tenga que ver con mi infancia, quién
sabe, esas pérdidas, ese subconsciente, esa falta de referentes (ay, qué mal
andamos de referentes). Bueno pues fui con mis amigos cinéfilos, que tampoco
tenían noticias del documental. Nos gusta ir a ciegas, por ver qué sucede. A
veces pienso que la gente ya no quiere sorpresas, solo certezas, bah, ir a lo
seguro... A mi me gusta dejar un hueco
para el asombro, por si alguien logra transportarme a otro lugar, porque de eso
va el cine, ¿no crees Carolina? Y te diré que tu documental lo logró. Fui con
él de paseo reconstruyendo la pista de Clara Pueyo, militante del Partido
Comunista -ausente-. Clara, que deja de
existir para la historia en el 43, fugándose de la cárcel Les Corts.
Años 40, tan distintos a los dosmilquince.
No sé.
Y empieza El Gran vuelo, y nosotros a un palmo de la pantalla, en fila dos. Y una voz en off va
narrando:
“El rastro de Clara Pueyo Jornet
desaparece en el verano de 1943. Un informe policial la describirá como
rabiosamente de izquierdas”.
Ese arranque ya me cautivó
y seguí con atención.
Te voy a contar lo qué vi, Carolina.
Primero, fotografías en blanco y
negro
de mujeres de finales de los 30
vestidas de los treinta, corriendo,
sonrientes o no
paseando por Valencia por Barcelona,
mujeres distintas
que vivían distinto
tan cogidas del brazo, porque ahora
las mujeres
Carolina, al menos aquí, ya no vamos
tan del brazo,
una pena. Algunas, como bien explicas en tus entrevistas,
con esos sombreritos a lo Cocó Chanel.
Otros elementos aparecen
desaparecen en El gran vuelo, se distribuyen de manera natural
en un tiempo que es pasado, un timing
en blanco y negro
montaje con fragmentos; súper ocho de
collages
y mis amigos cinéfilos y yo (desde la
dos)
captamos la mirada
tu mirada. Perfecta reconstrucción de Clara Pueyo; luchadora valiente.
Un documental que atraviesa fronteras artísticas colocándose al lado de
esos lugares habitables aunque poco frecuentados. Y en ese preciso lugar es
donde te sitúo, Carolina, antropóloga de la cámara, con tu Gran vuelo.
Y después de la película la
presentación. Te sentaste cerca de nosotros junto al investigador (¿se llama Fernando?). Nos
explicaste el porqué, cómo y cuándo. Yo, Carolina, te escuchaba a la vez que
veía perfectamente tu flequillo, incluso hubiera podido tocarlo, pero no lo
hice. Quise preguntarte, al final, pero resultó que ya nos habías explicado
todo: que habías nacido en Santiago de Chile, en el setentaycinco, que eras
periodista, que llegaste a Barcelona a estudiar un máster sobre cine y te
quedaste, y ahí sigues, grabando, dando clases de cine. Contaste cómo surgió la
idea de El gran vuelo y me pareció
tan bueno que llegué a casa, metí tu nombre en Google, escuché una entrevista
en Youtube y luego pensé, por qué no te dejas de bobadas y le escribes una
carta (viva lo anacrónico) a Carolina, y aquí estoy. Me parece que tu trabajo
es excelente: una práctica artística que desborda la rígida definición (ya
sabes A+ B + C= D) sobre lo que es el cine, ah esos encasillamientos dañinos.
Es el hallazgo de un documental grande, muy grande, y te felicito. Antes de despedirme
te dejo un enlace, una canción que estoy escuchando mientras te escribo, a ver
si te gusta.
Chau Carolina.
Posdata: Sabes, estuve en Santiago de
Chile, en el 2008, me harté de chocolatinas súper
8; otro hallazgo…
Roxana