imagen Natalia Pastor |
Cinco
y cuarto de la tarde, día soleado. En dirección a Benavente por la A-66 .
NURIA: ¿Te imaginas vivir en un pueblo en mitad de un
páramo?
HÉCTOR: Si, perfectamente. Ya sabes… vacaciones sin playa,
la seca obligación, el aburrimiento eterno. Sólo había un transistor y de vez
en cuando un árbol.
N: Los que hemos nacido en una ciudad estamos tan
condicionados que no podemos volver a la paz bucólica del campo, nos resulta
artificial.
H: Yo prefiero la paz bukowskiana. No conozco pueblo feliz,
todos se conocen y todos hablan. Lo del buen salvaje se quedo en el salvaje a
secas.
N: La culpa de todo, como siempre, la tiene el sueño
americano con su ración de adosados y verdes praderas y cortacéspedes.
H: Ahí no hay nada de naturaleza, el único verde es el de
los billetes.
N: Siempre puedes dedicarte a podar tu jardín zen.
H: Nadie sabe lo que es un jardín zen salvo los lectores del
suplemento de El País, y ya quedan pocos.
N: Estamos obsesionados con la vuelta a la naturaleza y sus
encantos; es el fracaso de la posindustrialización. Necesitamos parcelas como
sustituto de la religión.
H: Yo no quiero volver a la naturaleza y mucho menos a misa.
N: Ya verás, resulta que vamos a copiar el modelo de vida de
los progres de salón que tanto detestamos o que tanto echamos de menos…
H: Los que en los ochenta pasaron del citroen al BMW y a la Dirección Regional.
N: Al final sólo te dejan escoger entre dos caminos; el pack
A, de los ideales o el pack B, del poder.
H: Ya, pero ellos se pusieron morados, primero con el A y
luego con el B.
N: ¿Quienes son ellos? Dime nombres y apellidos que los
apunto en mi lista.
H: Sí, como hacía Víctor McLaglen en El hombre tranquilo. Son los que salen todos los días en los periódicos
y los que nos han metido en esta estafa.
N: Al final no sé por qué oscura razón, nos volvemos tan
apáticos... Pasan los años y lo que deseas es tener una vida tranquila, sin
sobresaltos. Ya sabes, ver crecer la hierba. ¿Tú qué vas a hacer cuando seas
mayor?, ¿dónde querrás vivir, en la ciudad o en campo? ¿Tienes algún plan?
H: Si, yo quiero volver a la ciudad de mi infancia, al
barrio obrero. Calles llenas de bares para disfrutar la vejez leyendo los
periódicos en compañía y poniéndolo todo a parir. ¿Qué voy a hacer yo en un
pueblo rodeado de pasto, como tú dices, y hablando del tiempo con los vecinos?
N: Eso huele a comprometido de boquilla pero en realidad lo
que deseas es algo muy diferente.
H: Irme a Benidorm, no te jode.
N: Pues yo, ¿sabes lo que quiero?
H: ¿Qué?
N: Vivir en una comuna. Cuando tenga setenta, por fin voy a
vivir en una comuna. A mi edad, ¿qué te parece? y voy a vestirme con ropas de
colores, con muchos lunares y pelucas. Voy a hacer lo que me salga de las
narices. Formar un grupo punk transmetal. Ahí está la verdadera revolución, en
el punk.
H: Será el punk gagá.
N: Ya sé que prefieres dormitar porque según tú, ya lo has
probado todo y estás de vuelta de esa impostura, ¿no?
H: No, sólo falta que me desahucien.
N: También voy a tener sexo sin amor.
H: ¿Con los de setenta o con los setenta de la comuna?
N: ¡Qué le den al amor! otro de los inventos que tanto daño
nos ha hecho.
N: ¿Y cómo se va a llamar la comuna, Vacaciones en el mar o La
casa de la pradera?
N: Vamos a ser todos sanísimos.
H: Y guapísimos, como los presentadores de la tele; todo
sonrisa y encefalograma plano.
N: ¡Si! de tanto muesli, copos de avena y arroz integral,
tofu, jalea, ginseng. No necesitaremos viagra. Bailaremos funky todo el rato y
escucharemos a Barry White y a Michael Jackson sin complejos, por fin.
H: Y a María Ostiz.
N: Se acabó lo de tener que parecer guapa y culta, qué
descanso.
H: Pero si os vais a pasar todo el día durmiendo y
poniéndoos la dentadura postiza.
N: Vamos a ser más auténticos que los alemanes, esos viejos neo
hippys que van en bici por Berlín, así quiero ser yo.
H: Todos en fila india y colocados como Armstrong.
N: Con muchas flores y mucho incienso y buen rollito.
H: Con esa pinta podéis hacer el camino de Santiago.
N: ¿Pensaste alguna vez que llegaríamos hasta aquí, qué íbamos
a durar tanto tiempo, quiero decir?
H: ¿Hasta dónde?
N: Que viviríamos tantos años; son demasiados. Estoy
cansada.
H: ¿De qué estas cansada? No ves cómo está tu madre y las
ganas de vivir que tiene.
N: Es diferente, ella nació en la escasez, nosotros
alcanzamos el consumo. Ahora estamos hastiados.
H: ¿Tienes miedo?
N: No, va todo muy deprisa.
Imágenes Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez
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