Roxana Popelka, la escritora gijonesa de Todo es mentira en las películas, vuelve
a la narración tras una larga carrera como artista de acción y poeta.
En Todo es mentira en
las películas no hay melancolía ni ironía, hay una crítica a la sociedad
actual, a ese no estado de bienestar, a esa España y a las novelas, esas
novelas que se venden en los grandes almacenes al lado de los chicles y los
preservativos. Ve las cosas a través de sus ojos de mujer, con una mirada crítica
y humanista.
Una historia donde uno se queda con la sensación de haber
asistido a una película en la que el mismo lector participa como actor. La
brillantez de la narración y la luz, la claridad de la exposición, hacen de
contraste con la dura realidad de los comportamientos humanos y de sus miserias.
Roxana Popelka ha publicado los libros de poesía Ciudad del Norte (1989), Simplemente nada común (1991) y Cumpleaños feliz (2010). Poemas y
relatos suyos han sido incluidos en distintas antologías. Ha publicado el libro
de relatos Tortugas acuáticas (2006).
Todo es mentira en las películas
(2009) es su primera novela, y está a la espera de la imprenta Preparados, listos, ya y su libro de
relatos Hotel.
Desde 1996 se dedica al arte de acción, realizando numerosas
perfomances dentro y fuera de España.
Una creatividad permanente utilizando como tema y arma la
cotidianidad.
─Parece que lo importante para ti es la creación, sin
limitarte a una técnica artística determinada: Ut pictura poesis, tal vez por eso empezaste tu labor como
escritora con la poesía que de alguna manera es una forma más directa de
expresarse, como la foto acción.
─Sí, pero a la perfomance llegué unos años después, comencé
interesándome por la poesía, sobre todo la poesía experimental, la vinculada a
las experiencias del Black Mountain College.
ACERCA DE ELLA
Estudio Citológico
Paciente: Natalia Otero
Frontis compuesto por células intermedias
y superficiales con predominio de las primeras, apreciándose también
parabasales.
Diagnóstico:
Citología negativa
NATALIA HABLA
Es invierno.
Estamos en el año 2005 y hace tres meses
que he conocido a P. Tengo treinta y cuatro años y estoy casada.
Así arranca la historia, como un Ferrari de 0 a 100 en 3 s. Natalia
deambula por la ciudad, por los parques y por los hoteles baratos. La heroína,
apenas tiene bastante con apagar el despertador, pero sabe lo que no quiere, no
quiere a su marido, y no quiere estar encerrada en esa pesada ciudad como una losa
de cuatrocientas toneladas; donde todos te conocen y parece que lo único que
puedes hacer es lo que debes hacer, lo que ellos esperan que hagas, o sea, lo
mismo que ellos, ellas, no vaya a ser que descubras que su vida es una farsa y
su sacrificio por ti, por sus hijos, no es tal, tan solo una coartada para
estar escondidos en su madriguera.
Cuando tenía dieciséis años pensaba que algo extraordinario me iba a suceder. Supongo que esto le pasa por la cabeza al 99% de la población. Aún sigo esperando ese momento mágico después de todo.
Roxana Popelka cree en las palabras y en el tipo de verdad
que pueden representar narrativamente. El momento crítico contribuye a la
elaboración de una escritura diferente, una obra moderna, no sólo como
superación de la novela realista ocupada por el narrador omnisciente.
─Ahora te has centrado en la novela, aunque dentro de la
novela recurres a todos los géneros. Una de tus características es como
consigues introducir, sin salto de continuidad, la poesía en la novela, y
también el género dramático.
─Me gusta el construir relatos que pueden mutar en textos
dramáticos, poemas o guiones de cine.
Roxana es una incansable lectora y crítica, también una gran consumidora de películas (Josefina Molina, Win Wenders, Basilio Martín Patino, Agnès Varda, Godard, Bergman, Iñárritu, Dressen, Haneke, Coixet...); utiliza tanto la
literatura como la realidad para intentar crear e inventar un arte acorde con
este momento de caos y disgregación.
«Mijail Bajtín llamó polifonía o dialogismo a una propiedad
de la prosa novelística. El lenguaje de la novela no es un lenguaje, sino una
mezcla de estilos y voces, y es eso lo que la convierte en un género literario
democrático y antitotalitario por definición, un género en el que ninguna
posición ideológica o moral escapa al cuestionamiento y a la contradicción».
(David Lodge, El arte de la ficción.
1992)
Así, para Bajtín, El
Quijote sería la primera novela moderna, en ella se superaría la línea
monológica incardinándola con el dialogismo de la literatura universal,
utilizando géneros altos y bajos, mezclando los discursos sublimes y
caballerescos de don Quijote con el parlamento campesino y popular de Sancho.
Cervantes refleja su tiempo histórico, la crisis que
atraviesa España y su civilización, es el final de un imperio y con él, de una
cultura, de una manera de ver el mundo. Esto lo transmite a la creación
literaria mediante una composición distinta a todo lo escrito anteriormente.
Gran conocedor de la literatura universal, utiliza esta para construir un
género nuevo, un híbrido donde aúna sus lecturas con su experiencia vital.
No creo que P. me quiera. No hablamos de sentimientos necesitamos
experimentar nuevamente el enamoramiento. El futuro no se menciona.
Todo esto no tiene nada que ver con la típica aventura extraconyugal,
tiene que ver con mi propia vida.
No soporto la idea de estar con un hombre que no me deja crecer.
No me habla de otra cosa más que del dinero, es su obsesión. El egoísmo.
LOS DOS JUNTOS
P.- Me sobrevaloras.
N.- Eres demasiado
humilde.
P.- Soy un cínico.
P.- Pasan los años.
¿Te asusta?
N.- ¿El qué?
P.- Envejecer.
Unamuno acuñó la palabra nivola para no dejarse encasillar
con el término novela, así rechaza el encorsetamiento de la novela realista,
con su ambientación detallista, sus personajes con su estudio psicológico y con
su narrador omnisciente en tercera persona.
Prólogo de Niebla
(1914): «He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía
derribar una basílica del siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como
debió haber sido hecha y no como se hizo. Conforme a un plano de aquella época
que pretendía haber encontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo
X. Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de
los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como
de una epopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la
epopeya o el drama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los
agonistas, sus supuestas criaturas.
¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de
los poemas épicos? Mientras vivan las novelas pasadas vivirá y revivirá la novela.
La historia es resoñarla».
RESUMEN
La novela empieza con un estudio citológico de Natalia
Otero.
Estamos en el 2005,
tengo 34 años, llevo 5 casada tengo una hija de 4 y hace 3 meses que he
conocido a P.
Vida rutinaria, profesora colegio privado.
Espera momento mágico.
No cree que P. la quiera.
Cuenta infancia y vida familiar.
Noviazgo, matrimonio, aburrimiento, vida diaria.
Sexo, embarazo, despido, depresión, divorcio, parto.
En 1966 con Señas de
identidad de Juan Goytisolo arranca una nueva forma de narrar en la
literatura española, un intento experimental en el estilo para describir y para
denunciar la situación nacional, sin tener que recurrir a las formulas en boga
del realismo social.
Su búsqueda de la verdad, de España y de él mismo, le lleva
a romper con todo lo preestablecido, tanto con lo político como con la
literatura que se estaba haciendo en ese momento. De esta manera su revolución
estética se convierte en ética, al incitar la intolerancia y la gazmoñería
patria.
Intenta unir a las vanguardias con la literatura medieval a
través de la poesía, buscando una obra que pueda ser recitada. Explica Goytisolo:
«Antes la gente escribía para ser recitada, entonces había un ritmo y prosodia
que yo he encontrado en los textos medievales españoles. Incluso por ejemplo La
Celestina o en El
Lazarillo hay una prosodia extraordinaria. Ahora esto ha reaparecido en el
s XX con una serie de autores como Celine o Joyce. Me parece esencial ese
entronque de la modernidad con la literatura medieval».
Roxana Popelka intenta fundir sus poesías, sus relatos, en
otra forma de expresión, una nueva novela. Igual que en Señas de identidad hay
una renovación formal, igual que ocurrió en el s XX con los grandes autores que
revolucionaron la novela: James Joyce, Samuel Beckett, Georges Perec, Gerturde
Stein, Jorge Luis Borges, Virginia Woolf, Franz Kafka, Marcel Proust, Julio
Cortázar, William Burroughs… Siempre aportan experimentación y ruptura, un pensamiento
individual alejado del canon, donde llegar a ser uno mismo es una empresa que
puede conducir a la destrucción.
Los sentimientos para siempre.
Arrancados de un tajo, como el
corazón a las vacas, en el matadero.
y parece curioso, pero
un día los dos quisimos lo mismo.
¡Qué pena lo interpretamos de forma diferente!
Ahí empezó el odio,
a las cinco menos cuarto del 4 de Octubre, ¡zas!
ESTRUCTURA: La acción no es lineal, hay rupturas de espacio
tiempo.
Estudio citológico.
Natalia en primera persona.
Poema.
Teatro.
P. en primera persona.
Folleto turístico.
Natalia en primera persona hace veinte años.
Poema del telediario (son notas de su libreta).
Narrador, pero no omnisciente ya que tan solo supone.
La estructura de Todo es mentira en las películas discurre
de una ficha médica a un poema; las reflexiones de Natalia en primera persona
son sacudidas por los pensamientos de Luis o de P. también a veces aparece un
narrador o una escena dramática o una canción o una película. Así se crea una
novela que es una conjunción de géneros, novela, teatro, poesía, guión
cinematográfico… Las escenas se suceden, se alternan los puntos de vista o se
mezclan, según nos cuentan los personajes, la historia se vuelve adelante y
atrás en el tiempo. Más que sucederse unos espacios tras otros, son tiempos
diferentes en mundos personales específicos.
Hemos hecho un pacto; no hablar sobre nuestras vidas y está saliendo
bien. No quiero complicarme con una nueva relación… Y lo más importante, no
follaríamos con la misma intensidad. Si viviéramos juntos estaríamos hasta los
cojones el uno del otro. El sexo se convertiría en algo exótico, cada dos
meses, tendríamos un hijo para unirnos más y nos pelearemos por el reparto de
tareas y llegaría el divorcio, la lucha por un miserable trozo de mantel. Se
cerraría el círculo. Pero pesaría el pasado. El pasado siempre pesa…
En El último tango en
París (Bernardo Bertolucci, 1973):
Paul (Marlon Brando): «Escucha,... quiero que nos miremos.
Jeanne (Maria Schneider): Uno al otro... si.
P: Es bonito no saber nada el uno del otro.
J: Si.
Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo nombre. No hay
nombres. Aquí no tenemos nombre.
¿Estás loco?
Es posible que lo esté pero no quiero saber nada de ti. No
quiero saber donde vives, ni de donde eres. No quiero saber absolutamente nada
de nada. ¿Me has comprendido?
Me asustas.
Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí sin saber nada de lo
que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?
Pero, ¿por qué?
Pues porque…aquí no hace falta saber nombre, no es
necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a olvidar todas las cosas,
absolutamente todas. Olvidaremos a las personas, lo que sabemos, todo lo que
hemos hecho. Vamos a olvidar donde vivimos, olvidarlo todo.
Yo no podré, ¿tú si?
No lo se. ¿Tienes miedo?
No.»
En otra escena de El
último tango un apesadumbrado Marlon Brando habla a su mujer estirada en la
cama y cubierta de flores, recién muerta; le cuenta como encontró, encima del
armario, una caja de cartón:
«No sabía que te gustaban todas esas cosas, ni siquiera
viviendo doscientos años es capaz un marido de descubrir como es verdaderamente
su mujer, quiero decir que podría comprender lo infinito del universo pero
nunca descubriré la verdad sobre ti jamás. ¿Quien demonios eras?»
Crees que los acontecimientos vitales se van a deslizar de forma
sencilla, luego los acontecimientos te sobrepasan. El azar se ha instalado
definitivamente en tu vida.
¿Cuestión de suerte? Elecciones erróneas, más bien. Se buena esposa,
buena madre… No te muevas en la foto.
El desamor se instala. Puede ser silencioso, al principio, hasta
convertirse en algo violento, al final.
¿La felicidad de la familia nuclear? Todos juntitos como los enanitos de
Blancanieves.
En Mundo Adulto II (Entrevistas
breves con hombres repulsivos) de David Foster Wallace, Jeni Roberts llama
a su “Antiguo Amante” y queda con él, quiere saber si alguna vez fantaseó con
otras mujeres mientras le hacía el amor. A.A. lo niega, llora, confiesa que
todavía la desea, que piensa en ella cuando hace el amor con su novia y que se
masturba acordándose de Jeni «hasta el extremo de hacerse daño». Le pide que
abandone a su marido, que vuelva con él, que le siga hasta un motel para hacer
el amor otra vez. Ella le sigue pero a la entrada del Holiday Inn, en vez de
entrar sigue recto. Ahora «El matrimonio entra en una fase nueva más adulta».
Con el tiempo sus contactos sexuales se irán espaciando, se masturbarán en
soledad y harán el amor cada dos meses, será «una aceptación tanto como una
celebración de ciertas realidades libremente adoptadas».
Me gusta sentirme querida aunque sea por un instante. Me provoca una
sensación de bienestar indescriptible.
Nada de compasión. Ausencia de compasión por Luís. Compasión por nadie.
Pero X está furiosa, está celosa, saber que estás follando con otra jode.
El Posmodernismo rompe con las estructuras narrativas que habían
reinado desde el realismo pero también acaba con el énfasis en la
individualidad y en la subjetividad de la mente, elementos clave del modernismo
y las vanguardias.
Parte de una doble negación, renuncia al optimismo moderno
según el cual la realidad podía ser cambiada e ignora la creencia ilustrada de
que la razón podría explicar todo lo que sucede en el universo. Así se negó a
intentar plasmar la realidad y optó por aplicar estructuras fragmentadas,
narrativas variantes y argumentos circulares negando todo intento de orden estético,
y ético en muchos casos. Joyce fue el primero en intentarlo y le siguieron
otros en su intento de eliminar el narrador omnisciente y acercarse a la
realidad a través de la polaridad y la fragmentación: Camus, John Barth, Robert
Coover, Don Delillo, Thomas Pynchon, Ismael Reed, Paul Auster.
Resiste todo intento de orden estético prefiriendo usar
estructuras fragmentadas narrativa episódica y personajes circulares. El
conformismo, la comodidad y el espectáculo sustituyen a la realidad; es una
literatura falta de ilusiones donde los personajes carecen de profundidad psicológica.
Se rompe la relación entre la narración y el tiempo; se elimina al narrador
omnisciente, se mezclan las perspectivas.
Aparece la metaficción, textos sobre textos, la intertextualidad.
Y cobra importancia el feminismo, la denuncia de la
falocracia.
Y ella, tirada, inconsciente, aunque esbozaba una sonrisa –todavía podía
abrir los labios– y se le veían los dientes, algunos partidos, rodando por la
escalera del portal.
Y ahora soy como ella, me solidarizo.
Experimento la misma humillación, la amargura.
¡Qué cabrón era Luis!
Decía que no quería acostarse conmigo
Porque estaba gorda.
No estaba gorda, Luis,
estaba embarazada.
Tom Wolfe repite «La novela está muerta». En Introducción a Antología del Nuevo
Periodismo (1976):
«Cuatro técnicas que el nuevo género toma prestado de la
novela:
1, contar la historia utilizando escenas más que resúmenes.
2, preferir el diálogo al estilo indirecto.
3, presentar los acontecimientos desde el punto de vista de
alguien que participó en ellos y no desde una perspectiva impersonal.
4, incorporar el tipo de detalles sobre la ropa, la
apariencia, las posesiones, el lenguaje gestual, etc., de la gente, que en la
novela realista sirven como indicios de clase, personalidad, estatus y
procedencia social.»
¿Y MI HIJA, QUÉ? HABLA
P
Todo lo que sé lo aprendí de la vida. Los libros no enseñan nada que
valga la pena.
Creo que para convivir necesito estar locamente enamorado y no es mi
caso.
Si volviera a nacer me gustaría tener a mi hija a mi lado, esta vez para
siempre.
John Fante, Bukowski, Carver, Ford, Wolf, Palahniuk, Pedro
Juan Gutiérrez, Velázquez Medina, Zoe Valdés… escriben un mundo gris oscuro, sin
las aventuras, ni los acontecimientos extraordinarios a que nos tenía
acostumbrados la ficción novelesca.
En el mal etiquetado, por el crítico Bill Buford, Realismo
sucio («un inocente truco publicitario» según Richard Ford), tratando de presentar
un realismo ensuciado por la vida, por las pequeñas cosas cotidianas, pero en
donde no se refería a ningún elemento escatológico. Hombres y mujeres corrientes
ocupan las historias de rutinarias vidas convencionales.
Su antecedente es el minimalismo de los años sesenta
caracterizado por la economía de palabras y la austeridad en las descripciones,
frente a lo que consideraban la irrelevancia de los juegos literarios
posmodernos.
El Realismo sucio usa un lenguaje sencillo, sin adornos ni
figuras retóricas; utiliza descripciones precisas, reduciendo al mínimo el uso
de adjetivos y adverbios, intentando que el contexto de significado a la
narración. Pequeñas historias por las que pasan seres anodinos que podríamos
ser nosotros mismos, sumergidos en lo rutinario, abandonados por el sueño
americano. Forman parte de la clase medio-baja, con problemas económicos, y
sentimentales; divorciados de mediana edad que han perdido junto con su
juventud las ilusiones y lo que podían haber sido los valores de su generación.
No hay héroes, ni grandes historias de amor o desamor, porque la vida no es
así. Un nihilismo que brota de la soledad y la tristeza. Los cuentos quedan
inconclusos, porque inconclusa es la realidad, la vida no se detiene.
En España, en los años noventa, la etiqueta Realismo sucio
es asociada a Bukowski ─a pesar de que dicho autor, nacido en 1920, no formó
parte de ese movimiento─ y con él a lo escatológico. Lo asociaron con la novela
negra y la violencia, con unas historias críticas, existenciales, que por lo
sociales, se convirtieron en políticas.
En el Nuevo realismo el yo
del autor cede el terreno al contexto, a la sociedad que le rodea y los
problemas que le plantea al sujeto protagonista. Dando paso a una composición donde
los distintos puntos de vista se suceden, siendo el eje fundamental la realidad,
a pesar del principio de Nietzsche de que «no hay hechos, solo
interpretaciones».
Los escritores norteamericanos buscan mediante el realismo lo
que Don DeLillo llama «el fluir de la conciencia de una cultura entera»; tienen
la ambición de reflejar la sociedad en la que habitan, con sus problemas, sus
miedos y obsesiones, para ello sus personajes tienen que pertenecer al sistema,
para que su discurrir nos muestre la realidad cotidiana. Así lo muestran con
acidez Philip Roth, Tom Wolfe, Updike, DeLillo y Amis (en Inglaterra); y con
desvarío y entusiasmo J. Kennedy Toole, Pynchon o Foster Wallace.
Los escritores españoles toman esta literatura como suya,
dándole tanta importancia como a la escrita en su propia lengua y niegan
cualquier canon que no sea el propio, adoptando una libertad total en las
formas, igual que en la ideología y la moral. Su condición de proletarios, (las
llamadas clases medias por el régimen) les hace describir una realidad ajena a
salones y romances zarzueleros. Tal vez esta “conciencia de clase” les haga
quitar importancia a su condición de autor, dotándola de ironía y humor, a la
vez que tampoco pierdan el tiempo en querer halagar al lector y sí en reflejar
su época, para esto no necesitan del lenguaje académico sino del coloquial, y de
sus expresiones y giros actuales. Quiere reflejar el presente de la ciudad,
aunque para ello tenga que utilizar su biografía y su propio contexto.
Su pintura de la realidad sin veladuras transmite una
profunda crítica social y por ende política. La pertenencia de estos autores a
las clases trabajadoras y paradas hace que conozcan bien la realidad que
describen, las situaciones de estrechez económica, paro, desarraigo y desamor; problemas ajenos a las clases que detentan el poder económico, político y
cultural, aunque hagan gala de su “conocimiento y solidaridad” con los humildes.
Esto también condiciona el lenguaje y el estilo directo de las novelas,
marcadas por la inteligibilidad, la brevedad y la fuerza con que consiguen
transmitir las emociones.
Marca la temática de ciudades y zonas industriales donde la
inestabilidad económica lastra su existencia, el NO FUTURE. No llega el dinero,
el trabajo escasea, la hipoteca sube, el divorcio es el pan de cada día, y el
bar es el manantial donde abrevar para olvidar los problemas, el sexo es otra válvula
de escape (u otro problema más). Rechazan lo conceptual y lo abstracto porque no
hay poesía de la experiencia en las vidas de los barrios. Si lo es el cine o el
rock, el fútbol o las drogas, la alineación. No hay ningún afán de escandalizar,
es la realidad de la mayoría, de las clases populares. Por eso el realismo no
gusta a las clases dominantes, le ponen cualquier etiqueta: sucio,
revolucionario, progre, pasado, perro flauta… cualquier cosa vale para
desprestigiar a los que denuncian el como están las cosas. Ellos nos dicen que no
están tan mal, que hay que conservarlas, son los conservadores (de su poder y
nuestra sumisión).
«Hoy la represión se ha transformado en ninguneo organizado
o silenciamiento pacífico, de manera que el escritor abiertamente realista,
salvo contadas ocasiones, es rechazado por las grandes editoriales, ya que hablar
del mundo y de la vida carece hoy del caché de decirse inventor de mundos
inéditos».
«Los burgueses, las clases medias, jamás buscan
complicaciones, ni drogas, ni putas, ni muchachas necesitadas de amor, ni
ladrones en una sociedad injusta. Demandan una literatura de ensueño,
antirrealista, artística, que cae bien con la vida experimentada en las
anodinas ciudades-dormitorio».
Germán Gullón, Los
mercaderes en el templo de la literatura, 2004.
Roxana Popelka crea una novela que agrupa géneros
discursivos y literarios, clásicos y modernos.
Las acciones se suceden, se alternan, avanzan en el espacio
y en el tiempo, cambian los personajes y los narradores. Más que sucederse las
escenas en el tiempo, se plasman en torno a la protagonista los distintos
mundos personales. Lo importante es como se relacionan los personajes entre si
y como esto lo conocemos a través del brillante uso de la palabra, libre de
ataduras, que ejerce la autora. Esta claro que no hay una única verdad, cada
uno tenemos la nuestra. La vida como proceso, en la que lo importante son las
relaciones humanas, cómo nos afecta el otro, e incide en nuestra vida, cómo hay
varias verdades, cada uno la suya, la que quiere oír o la que le han dicho que
tenga. La vida ya no es una aventura, es un discurrir donde nuestro espacio es
marcado y erosionado por el de los demás. Pero la innovación formal o el
experimentalismo no sirve de nada si no hay nada que contar, como dijo Foster
Wallace: «Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y
aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos,
la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no
sirve para nada».
No puedo creer que
todo haya acabado.
¿Te gusta mi cuerpo?
¿Te tratan mal?
¿Sigues vivo?
25 de Diciembre de
2005
Manifiesto por el
Nuevo Realismo.- Maurizio
Ferraris, 2012.
«La historia reciente ha confirmado el diagnóstico de
Habermas, que hace treinta años vio en el posmodernismo una ola anti-ilustrada.
La Ilustración ,
como decía Kant, es atreverse a saber y la salida del hombre de su minoría de
edad. Desde este punto de vista, la Ilustración aún requiere una elección de campo y
una fe en la humanidad, en el conocimiento y el progreso. La humanidad debe
salvarse, y desde luego nunca jamás podrá hacerlo un Dios. Necesitamos el saber,
la verdad y la realidad. No aceptarlos, como han hecho el posmoderno filosófico
y el populismo político, significa seguir la alternativa, siempre posible, que
propone el Gran Inquisidor: seguir el camino del milagro, el misterio y la
autoridad».
Juan Carlos Suárez
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