Carolina Astudillo
reivindica la figura de las mujeres en la historia del cine
Entrevista realizada por Roxana Popelka
Carolina Astudillo es una cineasta que vindica la historia de las
mujeres y decide contarla detrás de la cámara.
Tras la notable acogida de El gran vuelo, 2014 —documental donde
Carolina Astudillo (Santiago de Chile) reconstruye el rastro de Clara Pueyo,
militante del Partido Comunista que dejó de existir para la historia en 1943
fugándose de la cárcel Les Corts—, la directora, que llegó a Barcelona en
2007 para cursar un máster y acabó quedándose a vivir, aborda un nuevo proyecto
(en fase de postproducción) basado en los diarios de vida de Ainhoa. Carolina
Astudillo forma parte de un elenco emergente de directoras cuya intención es
recuperar la historia de las mujeres adoptando explícitamente el punto de vista
de éstas.
Si en El gran vuelo tuvo que empaparse de procesos judiciales,
registros civiles, imágenes de archivos, lectura de ensayos sobre mujeres en la
República y durante los primeros años del franquismo, para esta ocasión
mantiene el perfil de investigadora acudiendo a fuentes originales, ejercicio
necesario —señala— para contextualizar cualquier documental.
Mantenemos una larga conversación sobre su nuevo trabajo, Google nos
recuerda que en el momento de la entrevista (el pasado mes de agosto) nos
encontrábamos a más de 1.867,9 km de distancia.
Fotograma de "Ainoha" de Carolina Astudillo
¿Cuál es el punto de partida en este nuevo documental?
Este proyecto es más
libre. El marco teórico de Ainoha parte de la lectura de poemas de Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik,
Anne Sexton y de los diarios de Frida Kahlo. Me interesa comprender cómo se
refleja la vida de estas mujeres en sus textos. El origen de mi nuevo trabajo
está en los diarios de vida que dejó la hermana de un amigo, llamada
precisamente Ainhoa. Ella se suicidó en el año 2006 dejando escritos unos
diarios donde plasmó todo un conjunto de temas vinculados culturalmente al
universo “femenino”; asuntos de los que la sociedad no habla, o le presta poca
atención
como la maternidad obligatoria, la menstruación o el aborto. Al leer sus memorias fui consciente de que esa Ainhoa era muy distinta a su manera de autorrepresentarse. Mantenía una apariencia externa digamos de fortaleza, aunque en sus diarios se comprende el sufrimiento que padeció. Ella deseaba salir de esa contradicción entre su vida real y la que verdaderamente revelaba en sus diarios, pero no podía. Yo me refiero a esas experiencias. Precisamente en Ainhoa quiero reflejar el contraste entre un diario íntimo y las experiencias de las mujeres.
En Ainhoa también recuperas materiales de archivo, fotografías y
películas ¿Cómo te documentaste en esta ocasión?
El hermano de Ainhoa, que es mi amigo, me proporcionó numerosas películas
familiares del periodo comprendido entre los años sesenta hasta los ochenta, al
igual que un montón de fotografías donde aparecía la propia Ainhoa. Incluso
ella misma comenzó a grabar en vídeo a los treinta años (si viviera ahora
tendría cuarenta y cinco años). El documental está realizado con todo ese
material —bellísimo, por cierto—. En esta ocasión la novedad es que aparezco yo relatando una experiencia
que me sucedió.
Mantienes un discurso de género al recuperar la imagen de la mujer en sus
distintas facetas creativas. ¿Consideras importante esa práctica a la hora de
elaborar un documental de estas características?
Creo que es fundamental desarrollar un trabajo de recuperación. En ese
sentido leo numerosos libros de poesía y ensayos escritos por mujeres,
además, en mis clases de cine documental, trato de hablar sobre cómo se
inscriben las mujeres en la historia del cine: reivindico su figura. En general
las alumnas se asombran ante este hecho, desconocen a gran parte de las
cineastas ya que no aparecen en los libros. Pienso que existe una necesidad
de construir nuestro imaginario social. Es muy importante empaparse de todo eso
como mujer. Por otra parte, el imaginario de la historia de las mujeres es muy
interesante; te sientes
identificada porque compartes una experiencia común. A mí me
ha pasado que en un momento dado me sentía mal y he leído, por ejemplo, los
diarios de Susan Sontag y me sirvió muchísimo. Me veo tan reflejada en su
experiencia. Los hombres, en cambio, lo tienen más interiorizado, entre ellos
existe una complicidad, mientras que nosotras debemos construirla, por eso es
importante leer libros y ver películas realizadas por mujeres.
ENTREVISTA PUBLICADA EN IMAGINACIONES FÍLMICAS, DECONSTRUYENDO FICCIONES
¿Tienes pensado algún proyecto donde reflexiones sobre el pasado
socio-político de Chile?
Tengo un trabajo que ha ido mutando a lo largo del tiempo, se llama El
descaro. En el año 2012 fui a Chile y grabé un acto donde se ensalzaba la
figura de Pinochet. Estaban presentes generales argentinos, uruguayos y también
miembros de la Fundación Francisco Franco. El discurso también exaltaba la
“América española”. En un principio quise hacer una pieza de los discursos que
tuve que escuchar, pero algunos amigos me dijeron que podría parecer una oda al
fascismo. Así que he mutado mi idea original y he pensado en un documental
referido a mi generación. Yo nací con Pinochet. Heredamos los traumas de la
dictadura pero no los pudimos hacer nuestros totalmente. Llegó la democracia y
no era como creíamos que iba a ser. Esperábamos mucho más. Así que El
descaro se basa en entrevistas con gente de mi generación.
¿Crees que es buen momento para el documental en España?
Creo que sí, cada vez existen más documentales y también más
realizadoras. Llegué a España en 2007 y la crisis ha afectado mucho al cine. No
existen ayudas o escasean las subvenciones. Pero tal vez lo bueno de la
crisis es que ha habido un boom de la creatividad, ha aflorado más que nunca.
La gente se organiza y trabaja en equipo, se ha generado una resistencia y un
gran interés por crear.
ENTREVISTA PUBLICADA EN IMAGINACIONES FÍLMICAS, DECONSTRUYENDO FICCIONES