miércoles, 14 de septiembre de 2016

OCHO DIRECTORAS DE CINE ALEMÁN CONTEMPORÁNEO



Ocho directoras de cine alemán contemporáneo

 
Por Roxana Popelka

Nuevas representaciones de género en el cine alemán
Asistimos a la renovación temática y estética del cine alemán a través de la mirada de nuevas realizadoras. Acertadamente, incorporan a la diversidad narrativa propia de un país con un gran pasado fílmico, preocupaciones actuales en un contexto caracterizado por la aparición de nuevos modelos socioculturales. Se trata de directoras que visibilizan contenidos tantas veces silenciados u obviados. Una inclusión de voces, hasta ahora subrepresentadas también en el cine alemán, que consiguen reflejar en la pantalla nuevas representaciones de los géneros.
Tras la reunificación, y después de una etapa infructuosa (desde los años 80 a los 90 del siglo XX) distinguida por ofrecer  propuestas fallidas, el cine alemán resurge de su letargo y consigue recoger problemáticas propias de una sociedad multicultural y globalizada donde las relaciones interpersonales se ven afectadas ante un cambio de paradigma.
Gran parte de las inquietudes referidas a la búsqueda de identidad, convivencia, deseo femenino, la corporeidad, las relaciones de pareja o materno-filiales, son planteadas por un grupo de mujeres cineastas integrantes, buena parte de las mismas, de lo que se conoce como Nueva Escuela de Berlín: películas de bajo presupuesto y temática cotidiana que inciden, en el caso de las realizadoras, sobre la experiencia de ser mujer en una sociedad abierta y plural (aunque con dificultades para cuestionar el modelo de autoridad tradicional). Cineastas que sin abandonar del todo planteamientos reivindicativos asociados a la segunda ola feminista (el cuerpo, la sexualidad), proponen tramas referidas a la configuración de las nuevas identidades.
Se trata de directoras nacidas a partir de la segunda mitad de los años 60 del siglo XX cuya filmografía ha recorrido numerosos festivales. Un número significativo reúne desde una experimentada Doris Dörrie, hasta la mongola-germana Uisenma Borchu. Todas ellas consiguen deslumbrarnos con sus planteamientos temáticos y estéticos.

Un repaso cronológico comienza con la veterana directora, productora y también escritora Doris Dörrie (Hannover, 1955). Hombres, hombres, de 1985, supone el tercer largo en su filmografía, así como la inauguración de una temática centrada en las relaciones interpersonales y conflictos sentimentales entre hombres y mujeres, presentados, en su caso, a través del prisma del humor. El film escenifica muy bien esta problemática donde el repertorio de feminidades y masculinidades es rico y variado. La propia directora adapta habitualmente sus novelas o colecciones de relatos al formato cinematográfico. En películas posteriores como Nadie me quiere, 1995, o ¿Soy Linda?, 1996. Doris Dörrie mantiene un interés por reflexionar acerca del fracaso matrimonial y las relaciones truncadas. En su largometraje Cerezos en flor, 2008, aborda el asunto de las relaciones paterno-filiales adoptando un tono más lírico y cargado de simbolismos, situando parte del film en Japón. El interés por la cultura nipona será recogido, asimismo, en su última película Fukushima mon amour, 2016, donde la crisis sentimental vuelve a estar presente.

También la actriz y directora Angela Schanelec (Aalen, Baden-Württemberg, 1962), con más de cinco largos en su trayectoria  que han recorrido los festivales de Berlín, Venecia o Cannes, ahonda acerca de las relaciones interpersonales. La familia nuclear como institución en crisis, las rupturas de pareja o las relaciones de amistad son temas presentes en Tarde, 2007. Un film donde la directora profundiza en el vínculo entre madre-hijo y sus respectivas parejas. Contextos infraordinarios (que diría Perec), espacios comunes tantas veces transitados se convierten en predilectos para contextualizar sus tramas. Una forma de narrar, la de Angela Schanelec, que genera de inmediato una profunda empatía. En su última película, estrenada en 2016, The dreamed path, aborda la relación entre una actriz alemana y un británico, con la crisis económica y el tema de los refugiados como telón de fondo
Integrante, al igual que Angela Schanelec, de la Nueva Escuela de Berlín, la directora y guionista Maria Speth (Tittling, 1967) profundiza, en uno de sus mejores films titulado Madonna, 2007, en un asunto escasamente tratado: el mito de la maternidad. Maria Speth se atreve a deconstruir uno de los tabúes más arraigados en nuestra sociedad, eso que comúnmente se denomina “instinto maternal”. Madonna cuestiona la existencia de ese mito que, al igual que el amor romántico y tantos otros mitos, no son más que una construcción elaborada por nuestra cultura. En su siguiente película 9 vidas, 2010, aborda las relaciones entre géneros. El argumento gira en torno a un grupo de jóvenes urbanos que un día deciden abandonar el hogar y vivir en la calle. La carencia de afecto y de comunicación, tratado con distintos matices, lleva a la realizadora a interesarse, en su último film titulado Hijas, 2014, por el vínculo entre madre e hija. Relaciones  donde se hallan presentes la sutileza y al mismo tiempo la fragilidad.

Si en su ópera prima titulada Mi estrella, 2000, resultado de su trabajo de graduación, Valeska Grisebach (Bremen, 1968) presta atención al impacto de las relaciones amorosas entre dos adolescentes. En su último film, presentado en el festival de cine de Gijón, titulado Nostalgia, 2006, consigue de modo admirable y sin afectación. hablar sobre la crisis de pareja —y posterior separación— de un matrimonio tradicional que lleva unido toda la vida.

En la filmografía de la actriz y directora Nicolette Krebitz (Berlín, 1972) se respira un espíritu abierto y tolerante propio de la nueva conformación de la sociedad alemana. En su primera película Jeans, 2001, reflexiona sobre las relaciones de amistad de un grupo de jóvenes amigos durante un verano berlinés. En su segundo largo El corazón es un bosque oscuro, 2007, el argumento gira en torno a la frustración que sufre una mujer al descubrir la doble vida que lleva su marido. Tal vez la propuesta más acabada de Nicolette Krebitz sea su recién estrenada Salvaje, 2016, donde analiza el deseo sexual de la protagonista, asunto frecuentemente obviado debido a la paulatina incorporación del punto de vista de la mujer en el cine.

La temática de Sonja Heiss (Munich, 1976) gira acerca de la imposibilidad de alcanzar la felicidad  por parte de las protagonistas de sus películas, que intentan, a toda costa, triunfar en el ámbito profesional y en el hogar. Lo que se conoce como “la supermujer”; constantemente obsesionadas por cumplir a la perfección roles tradicionales de madre, esposa y trabajadora. Sus personajes se debaten por alcanzar un bienestar que, a todas luces, resulta engañoso. En su film Heidi Schneider is stuck, 2015, se manifiesta claramente este arquetipo. La directora muestra a la actriz principal sometida a una presión social por intentar denodadamente desempeñar un rol tradicional de manera impecable. El resultado, tal vez previsible, no es otro que el trastorno de ansiedad que sufrirá la misma.

Maren Ade (Karlsruhe, 1976). Aborda en su filmografía el desasosiego, la infelicidad y la manifiesta soledad de sus personajes ubicando a las protagonistas, frecuentemente, en situaciones emocionalmente complejas. Su primer largo titulado Los árboles no dejan ver el bosque, 2003, plantea la dificultad que supone para una maestra recién llegada a un pueblo alemán hacer nuevas amistades. Entre nosotros, 2009, ahonda sobre la crisis y deterioro sentimental de una pareja de jóvenes que pasan sus vacaciones de verano. La propuesta más personal de la cineasta es sin duda la titulada Toni Erdmann, 2016, película muy bien acogida en Alemania. Narra la visita sorpresiva de un padre a su hija que vive en Bucarest. Consciente de la pesadumbre e infelicidad que padece su hija, debido a un trabajo que no la satisface en absoluto, tratará de crear un clima de complicidad a través del humor.

La directora más joven de este recorrido cronológico, y que llegó a Alemania dos años antes de la caída del muro, es la mongola- germana Uisenma Borchu (Ulán Bator, 1984). La cineasta está cosechando un gran éxito con su valiente debut Don´t look at me that way, 2015, resultado de su trabajo de graduación. El argumento se centra en el vínculo que mantiene una madre soltera atraída por su nueva y sugestiva vecina. El deseo sexual y las relaciones amorosas son narradas nuevamente desde el punto de vista de las propias mujeres. Una muestra más de la ruptura de los tradicionales roles de género. La directora sostiene que para su realización no contó con financiación alguna ya que consideraron que no era un film comercial, además del hándicap añadido de ser un proyecto dirigido por una mujer.
En definitiva, nos hallamos ante un grupo numeroso de  realizadoras alemanas que, por medio de su filmografía, cuestionan las normas adscritas a la sexualidad, el cuerpo, la maternidad o las relaciones sentimentales. Películas, en todo caso, que abren el camino a la construcción de nuevas identidades y valores: una admirable y renovadora representación de los géneros en la gran pantalla.

Publicado en Imaginaciones Fílmicas.