Ocho
directoras de cine alemán contemporáneo
Por Roxana Popelka
Nuevas representaciones de género en el
cine alemán
Asistimos a la renovación temática y
estética del cine alemán a través de la mirada de nuevas realizadoras.
Acertadamente, incorporan a la diversidad narrativa propia de un país con un
gran pasado fílmico, preocupaciones actuales en un contexto caracterizado por
la aparición de nuevos modelos socioculturales. Se trata de directoras que
visibilizan contenidos tantas veces silenciados u obviados. Una inclusión
de voces, hasta ahora subrepresentadas también en el cine alemán, que consiguen
reflejar en la pantalla nuevas representaciones de los géneros.
Tras la reunificación, y después de una
etapa infructuosa (desde los años 80 a los 90 del siglo XX) distinguida por
ofrecer propuestas fallidas, el cine alemán resurge de su letargo y
consigue recoger problemáticas propias de una sociedad multicultural y
globalizada donde las relaciones interpersonales se ven afectadas ante un
cambio de paradigma.
Gran parte de las inquietudes referidas a
la búsqueda de identidad, convivencia, deseo femenino, la corporeidad, las
relaciones de pareja o materno-filiales, son planteadas por un grupo de mujeres
cineastas integrantes, buena parte de las mismas, de lo que se conoce como
Nueva Escuela de Berlín: películas de bajo presupuesto y temática cotidiana que
inciden, en el caso de las realizadoras, sobre la experiencia de ser mujer en
una sociedad abierta y plural (aunque con dificultades para cuestionar el
modelo de autoridad tradicional). Cineastas que sin abandonar del todo
planteamientos reivindicativos asociados a la segunda ola feminista (el cuerpo,
la sexualidad), proponen tramas referidas a la configuración de las nuevas
identidades.
Se trata de directoras nacidas a partir de
la segunda mitad de los años 60 del siglo XX cuya filmografía ha recorrido
numerosos festivales. Un número significativo reúne desde una experimentada
Doris Dörrie, hasta la mongola-germana Uisenma Borchu. Todas ellas consiguen
deslumbrarnos con sus planteamientos temáticos y estéticos.
Un repaso cronológico comienza con la
veterana directora, productora y también escritora Doris Dörrie
(Hannover, 1955). Hombres, hombres, de 1985, supone el tercer
largo en su filmografía, así como la inauguración de una temática centrada en
las relaciones interpersonales y conflictos sentimentales entre hombres y
mujeres, presentados, en su caso, a través del prisma del humor. El film
escenifica muy bien esta problemática donde el repertorio de feminidades y
masculinidades es rico y variado. La propia directora adapta habitualmente sus
novelas o colecciones de relatos al formato cinematográfico. En películas
posteriores como Nadie me quiere, 1995, o ¿Soy Linda?, 1996.
Doris Dörrie mantiene un interés por reflexionar acerca del fracaso matrimonial
y las relaciones truncadas. En su largometraje Cerezos en flor, 2008,
aborda el asunto de las relaciones paterno-filiales adoptando un tono más
lírico y cargado de simbolismos, situando parte del film en Japón. El interés
por la cultura nipona será recogido, asimismo, en su última película Fukushima
mon amour, 2016, donde la crisis sentimental vuelve a estar presente.
También la actriz y directora Angela
Schanelec (Aalen, Baden-Württemberg, 1962), con más de cinco largos en su
trayectoria que han recorrido los festivales de Berlín, Venecia o
Cannes, ahonda acerca de las relaciones interpersonales. La familia
nuclear como institución en crisis, las rupturas de pareja o las relaciones de
amistad son temas presentes en Tarde, 2007. Un film donde la directora
profundiza en el vínculo entre madre-hijo y sus respectivas parejas. Contextos infraordinarios (que
diría Perec), espacios comunes tantas veces transitados se convierten en
predilectos para contextualizar sus tramas. Una forma de narrar, la de Angela
Schanelec, que genera de inmediato una profunda empatía. En su última película,
estrenada en 2016, The dreamed path, aborda la relación entre una actriz
alemana y un británico, con la crisis económica y el tema de los refugiados
como telón de fondo
Integrante, al igual que Angela Schanelec,
de la Nueva Escuela de Berlín, la directora y guionista Maria Speth (Tittling,
1967) profundiza, en uno de sus mejores films titulado Madonna, 2007, en
un asunto escasamente tratado: el mito de la maternidad. Maria Speth se atreve
a deconstruir uno de los tabúes más arraigados en nuestra sociedad, eso que
comúnmente se denomina “instinto maternal”. Madonna cuestiona
la existencia de ese mito que, al igual que el amor romántico y tantos otros
mitos, no son más que una construcción elaborada por nuestra cultura. En su siguiente
película 9 vidas, 2010, aborda las relaciones entre géneros. El
argumento gira en torno a un grupo de jóvenes urbanos que un día deciden
abandonar el hogar y vivir en la calle. La carencia de afecto y de
comunicación, tratado con distintos matices, lleva a la realizadora a
interesarse, en su último film titulado Hijas, 2014, por el vínculo
entre madre e hija. Relaciones donde se hallan presentes la sutileza y al
mismo tiempo la fragilidad.
Si en su ópera prima titulada Mi
estrella, 2000, resultado de su trabajo de graduación, Valeska Grisebach
(Bremen, 1968) presta atención al impacto de las relaciones amorosas entre dos
adolescentes. En su último film, presentado en el festival de cine de Gijón,
titulado Nostalgia, 2006, consigue de modo admirable y sin afectación.
hablar sobre la crisis de pareja —y posterior separación— de un matrimonio
tradicional que lleva unido toda la vida.
En la filmografía de la actriz y directora
Nicolette Krebitz (Berlín, 1972) se respira un espíritu abierto y tolerante
propio de la nueva conformación de la sociedad alemana. En su primera película Jeans,
2001, reflexiona sobre las relaciones de amistad de un grupo de jóvenes amigos
durante un verano berlinés. En su segundo largo El corazón es un bosque
oscuro, 2007, el argumento gira en torno a la frustración que sufre una
mujer al descubrir la doble vida que lleva su marido. Tal vez la propuesta más
acabada de Nicolette Krebitz sea su recién estrenada Salvaje, 2016,
donde analiza el deseo sexual de la protagonista, asunto frecuentemente obviado
debido a la paulatina incorporación del punto de vista de la mujer en el cine.
La temática de Sonja Heiss (Munich, 1976)
gira acerca de la imposibilidad de alcanzar la felicidad por parte de las
protagonistas de sus películas, que intentan, a toda costa, triunfar en el
ámbito profesional y en el hogar. Lo que se conoce como “la supermujer”;
constantemente obsesionadas por cumplir a la perfección roles tradicionales de
madre, esposa y trabajadora. Sus personajes se debaten por alcanzar un
bienestar que, a todas luces, resulta engañoso. En su film Heidi Schneider
is stuck, 2015, se manifiesta claramente este arquetipo. La directora
muestra a la actriz principal sometida a una presión social por intentar
denodadamente desempeñar un rol tradicional de manera impecable. El resultado,
tal vez previsible, no es otro que el trastorno de ansiedad que sufrirá la
misma.
Maren Ade (Karlsruhe, 1976). Aborda en su
filmografía el desasosiego, la infelicidad y la manifiesta soledad de sus
personajes ubicando a las protagonistas, frecuentemente, en situaciones
emocionalmente complejas. Su primer largo titulado Los árboles no dejan ver
el bosque, 2003, plantea la dificultad que supone para una maestra recién
llegada a un pueblo alemán hacer nuevas amistades. Entre nosotros, 2009,
ahonda sobre la crisis y deterioro sentimental de una pareja de jóvenes que
pasan sus vacaciones de verano. La propuesta más personal de la cineasta es sin
duda la titulada Toni Erdmann, 2016, película muy bien acogida en
Alemania. Narra la visita sorpresiva de un padre a su hija que vive en
Bucarest. Consciente de la pesadumbre e infelicidad que padece su hija, debido
a un trabajo que no la satisface en absoluto, tratará de crear un clima de
complicidad a través del humor.
La directora más joven de este recorrido
cronológico, y que llegó a Alemania dos años antes de la caída del muro, es la
mongola- germana Uisenma Borchu (Ulán Bator, 1984). La cineasta está cosechando
un gran éxito con su valiente debut Don´t look at me that way, 2015,
resultado de su trabajo de graduación. El argumento se centra en el vínculo que
mantiene una madre soltera atraída por su nueva y sugestiva vecina. El deseo
sexual y las relaciones amorosas son narradas nuevamente desde el punto de
vista de las propias mujeres. Una muestra más de la ruptura de los
tradicionales roles de género. La directora sostiene que para su realización no
contó con financiación alguna ya que consideraron que no era un film comercial,
además del hándicap añadido de ser un proyecto dirigido por una mujer.
En definitiva, nos hallamos ante un grupo
numeroso de realizadoras alemanas que, por medio de su filmografía,
cuestionan las normas adscritas a la sexualidad, el cuerpo, la maternidad o las
relaciones sentimentales. Películas, en todo caso, que abren el camino a la
construcción de nuevas identidades y valores: una admirable y renovadora
representación de los géneros en la gran pantalla.
Publicado en Imaginaciones Fílmicas.