martes, 26 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. DETRÁS DE LA VERDAD



















—No se me ocurre nada, no sé sobre qué vamos a escribir esta vez.

—Natalia me ha dicho que nos va a mandar unas fotos en la barra de un bar.

—Eso ya me lo has dicho, pero ¿de qué vamos a hablar?

—Podemos hacerlo sobre lo mal que está todo, de lo difícil que es llegar a fin de mes, de los embargos.

—Estoy harto de política, creo que deberíamos hablar de los personajes, de sus problemas personales.

—Pero ¿es que acaso no son problemas el que no les alcance el dinero, que tengan sus empleos en el aire?

—Sí aunque los periódicos y las radios ya nos saturan con la crisis, hay que buscar algo distinto.

—Podemos hablar del meteorito, de que ya no estamos siquiera seguros de que el cielo no se desplome sobre nuestras cabezas.

NURIA: Me gustan los bares donde no te conocen, donde hablas sin preguntar nombres ni apellidos. Donde das tu opinión y listo.

HÉCTOR: También me gustan los bares donde todo el mundo se conoce, que estás como en casa y hasta puedes ir en zapatillas.

N: Demasiada confianza, necesito intimidad. ¿A quién esperamos porque está claro que esperamos a alguien, no?

H: Dijeron que pasarían por aquí, pero no sé, es tarde

N: Mejor nos vamos ya.

H: Vamos a esperar veinte minutos más y nos vamos. 

N: Se hacen de rogar.

H: Todos nos hacemos de rogar, no seas impaciente.

N: No si a mi me da igual, mientras puedo leer una revista de tendencias. Todos los periódicos hablan de lo mismo.

H: ¿Qué es lo que dicen hoy?

N: ¿Te imaginas cómo fue la primera glaciación, cómo desapareció el Imperio romano? ¿Crees que todo esto es la antesala del fin?

H: ¿Del fin?, por favor no seas apocalíptica.

N: ¿Y si mañana nos cayera un meteorito?

H: Estás un poco nerviosa. Ya sé que no es fácil, pero no tiene sentido pensar en fatalidades.

N: No ves que trato de pensar qué pasaría si me echaran del trabajo; qué haría, adónde iría, tendría que volver a empezar desde cero.

H: Haríamos como los colonos, buscar nuevos territorios más allá de los mares.

N: Nadie nos ha enseñado a empezar de cero.

H: Es como cuando borras con una goma un esquema que no sirve.

N: Estás intentando ser positivo, ¿es eso?

H: Estoy intentando mantener la cabeza serena, ¿qué sentido tiene derrumbarse?

N: Te das cuenta, estamos ocupando los puestos de los de treinta y ahora tendríamos que estar viviendo sin preocupaciones por el dinero, sin agobios.

H: Ahora lo llaman eufemísticamente reciclarse.

N: ¿Reciclarse? lo que pasa es que sobramos.

H: Mira qué tranquilidad, aquí en la costa parece que no pasa nada.

N: Mañana vendrán más gaviotas y se posarán en el mismo sitio.

H: Pero el mar estará distinto, como el río de Heráclito, eso lo cambia todo.

N: Cambia el escenario pero nosotros seguimos con la incertidumbre.

H: Estás muy negativa hoy.

N: ¿Crees que podemos estar seguros de algo? no sé siquiera si me despedirán mañana, hasta nos puede caer un meteorito encima.

H: No seas exagerada, la tierra va a seguir girando.

N: Díselo a los de Chernóbil, o a los que se envenenan con pastillas antes de que los echen a la calle.

H: Siempre fue así, siempre hubo ricos, ladrones y pobres. La tristeza es ver cómo han destruido la educación para tener al país en sus manos.

N: Como cierre la clínica no sé que será de nosotros.

H: Pues yo que estoy de interino, no quiero ni pensarlo.

N: Tanto trabajar para esto.

H: No te agobies, piensa en otra cosa.

N: Vamos a construir un castillo de arena, algo sencillo

H: Vamos a tomar algo, ¿qué te apetece?

N: Una tónica, no me gusta el alcohol.

H: Pues es una medicina mágica.

N: De magia negra: Días de vino y rosas.

H: Es lo único que funciona en España, los bares.

N: Sí, pero a costa del trabajo esclavo de los camareros: de sol a sol.

H: Sol y toros, bares y fútbol; eso es España.

N: Pásame el periódico, anda, que me aburro.

H: Podrías hacerme un poco de caso.

N: Mientras tú miras el partido, yo prefiero leer la prensa, a ver qué escándalo toca.

H: ¿Qué vamos a hacer hoy, te apetece comer fuera y luego vamos al cine?

N: No te enteras, estamos en crisis y no se puede gastar. Comemos en casa y luego vemos una película en la tele.

H: Ya, ya lo sé, pero es que a veces te dan ganas de actuar como si no existiesen los problemas, sobre todo cuando no eres tú el que los crea.

N: Además acuérdate que hemos quedado para cenar con Rosa y Jaime.

H: No sé, puede que no quiera ir, que me de pereza. Ese rollo de las cenas de pareja…

N: Ya, tragar las gambas y
mancharte la camisa de mahonesa.
Mirar si colocan los codos sobre la mesa,
o no.
Si saben secarse bien la boca con la servilleta,
si vienen arreglados
o han tenido un mal día;
un día de esos —como últimamente tenemos todos—
donde te avergüenzas de haber nacido en este país
¿No te pasa?
que miras el telediario, o
lees la prensa
y piensas
¿es aquí donde nací?
No puede ser verdad.
Me asquea,
y luego
por la radio
dan consejos
para animarte:
venga, piense en sus hijos,
en su futuro:
¡hay que levantar el país!
Yo qué sé.

H: Prefiero ver partidos en el bar y no tener que aguantar al novio de tu amiga y sus modales, su egoísmo y la dominación a que la tiene sometida.
No sé por qué
pero a veces no me apetece ver a nadie,
aunque sea viernes
y haya que estar alegre
porque sí.
En el fondo salimos de la fábrica
igual que en la revolución industrial
y necesitamos socializar
con el prójimo
para no caer en un monótono
fin de semana.
Yo no quiero ver a nadie,
no lo digo deprimido
lo digo riendo,
lo digo feliz.
No quiero mancharme la camisa
con una salsa de esas tártaras,
ni tener que pasarme la noche
contando anécdotas de la semana:
no tengo anécdotas,
ya no.
Ya no tengo ganas de contar.

Y yo, no quedé en nada.

N: Pero te lo comenté.

H: Pero si él te cae peor que a mi, además luego te quejas de que se pasó la cena mirándote el escote.

N: Lo hago por ella, quiero sacarla de esa relación.

H: ¿Qué la vas a salvar?, ¿no crees que ya es grande para cuidarse sola?

N: Creo que sólo está con él por el sexo, hacía mucho que no tenía una relación continuada y lo necesita.

H: Entonces para qué vamos a ir a cenar, mejor una cama redonda.

N: No te pases. A veces es sólo eso y ya está.

H: Pensé que este rollo de las cenas de parejas no tenían que ver con nosotros, que lo nuestro era distinto y que ya estábamos de vuelta de estos tópicos. Las cenas de parejas es de lo peor.

N: ¿Y qué quieres, que nos miremos el ombligo?, me gusta el intercambio de opiniones. Es muy básico lo de llegar a casa con ese sabor de que eres mejor, eso sube el ego.

H: Pues yo no me comparo con nadie, prefiero hablar con los parroquianos.

N: Sabes perfectamente que en el bar eres superior a todos porque ganas en las conversaciones más triviales y quieres ganar en todos los modelos.

H: ¿Qué has dicho, triviales o tribales?
¿Y Rosa por qué se separó de Toño si era muy simpático?

N: Porque le ponía los cuernos y luego le contaba que hacía horas extras. Se dejó engañar varias veces pero a la cuarta o quinta ya no aguanto más.

H: Y ahora ella se resarce inmolándose con un macho de manual. No hay quien os entienda.

N: Tampoco entiendo yo qué veis en veinte tíos persiguiéndose por el pasto, o por qué os quedáis alelados cada vez que os sonríe una rubia.

H: Jamás dejamos de parecer un dúo extraño.

N: Detrás de la verdad…

 
La discusión se tornó en lanzas y el ruido de la televisión y las máquinas tragaperras nos impidió oír las palabras que se dijeron, a fin de cuentas se querían y todas aquellas cosas aún no tenían importancia. El tiempo salpicaría las vidas, pero no sería en esta historia, todavía quedaba mucho trecho por recorrer.

Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

miércoles, 20 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. ASISTENCIA MUTUA



Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez

lunes, 11 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. ¿PASASTE FRÍO ESTA NOCHE?




Imágenes Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C

domingo, 3 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. EN LA CAMA



















HÉCTOR: A veces pienso que no me quieres, que todo esto es una fantasía donde yo sólo soy una sombra.

NURIA: ¿Y qué puede hacer el otro para sacarte esa idea suicida?

H: Cuando estamos juntos, como ahora, no necesito pensar nada.

N: Ya, dejas la mente en blanco sin necesidad de clases de yoga; eso está bien. Nadas a corriente de la nueva ideología oriental.

H: Según pasan los días voy descubriendo las cosas, van surgiendo sentidos que estaban muertos.

N: A veces, cuando dices esas cosas, me das miedo, como si estuvieras poseído por un cuerpo extraño.

H: Tal vez tanto pensar me haya hecho idiota.

N: No seas extremo, no estoy acostumbrada a que expresen los sentimientos con tanta solemnidad.

H: ¿Piensas que solo estoy aquí para acostarme contigo?

N: Tampoco es eso, no lo pienso, pero a veces eres tan rollito espiritual que me descolocas.

H: Me gusta acariciarte detrás de las rodillas.

N: Sí, me haces cosquillas. Son partes del cuerpo que tenía atrofiadas.

H: ¿Crees que el sexo nos hace libres, o es una atadura más? Siempre pensando en si le gustará al otro o si llegaré al orgasmo.

N: Nos hace dependientes, y eso incluso hablando de una trayectoria sexual satisfactoria.  

H: Y toda esa gente que renuncia o niega la sexualidad, ¿Qué la ve como algo pecaminoso? Ahora con la cantidad de información que existe es increíble que aún no sea algo positivo.

N: Pero falta el sentimiento, la sinceridad, todas esas propuestas que aparecen en los libros de psicología y que creemos que cumplimos a la perfección.

H: ¿Te das cuenta de lo importante que eres para mi y que no cambiaria este instante por ninguna otra cosa?

N: Pero ocurre que nos autoengañamos, sí, lo creo, los hombres y también las mujeres. El autoengaño es algo cotidiano.

H: Cómo me gusta que me acaricies así, despacio.

N: El origen está en la infancia, en un conflicto edípico no resuelto.

H: Muchas veces tengo miedo, pero a tu lado me siento distinto.

N: Lo llaman miedo al perder el confort materno, he leído algo y en el origen de todo, por lo visto, está el pensamiento freudiano, ¡qué sería de nosotros sin Freud!

H: ¿Crees que saldremos de esta, crees que encontraremos un sitio?

N: Es el miedo al poder fálico lo que a ti te pasa.

H: Ya sé que mañana sonará el despertador, pero ahora es como si estuviese en la cima del mundo.

N: Yo creo que en este tema, en el sexo, la mayoría está tratando de adoptar la posición del héroe; pero todo son ansiedades.

H: Todas esas caricias me están despertando.

N: Sabes que una cosa es leer a Freud y otra a Lacan porque tenían opiniones distintas respecto a la fase edípica.

H: ¿Crees que todo esto es sólo química? ¿No crees que existe algo más, que la sensación que tengo cuando estoy a tu lado es algo más que endorfinas?

N: Aunque el conflicto, como tal, aparece cuando interviene la figura del padre; es el miedo a la castración.

H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira).

N: En el festival de Sundance se acaban de estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.

H: Es difícil hablar de sentimientos, a mi me pasa.

N: A mi ya no tanto como antes. Al final, a todos nos preocupa lo mismo. El sexo también: es universal.

H: Pero casi no hablamos de sexo.

N. Ya, y mira que lo intento contigo. No sé qué te pasa.

H. Es que me siento como si hiciera terapia.

N. Lo que te falta es soltarte

H: ¿Soltarme el qué?

N: Me refiero a la naturalidad. Pensar que lo que a ti te ocurre, lo que tú piensas, lo están pensando miles de personas al mismo tiempo.

H: Así que crees que todo el mundo está pensando, por ejemplo, en el sexo anal.

N: ¿Estás pensando en eso ahora?

H: Sí. Leí El País, hoy por la mañana, y salía una escritora australiana que estrena su obra en el Centro Dramático Nacional ycuenta cómo, a pesar de su ateísmo, encontró a Dios en el mismo momento en que fue sodomizada por primera vez”.

N: Pues ayer echaron El informe Kinsey por la tele y explicaba el desconocimiento de lo que era el sexo en América. ¿Te imaginas lo que era el sexo en los 50 en España?

H: Balarrasa.

N: ¿No habláis entre los hombres?

H: ¿De qué?

N: ¿Qué decís cuando habláis de sexo?

H: De las tías con las que nos acostamos, nada de descripciones, sólo números enteros, sin decimales.

N: Nosotras, cuando nos juntamos, siempre hay alguna que  da vidilla a la reunión contándonos cómo su nuevo novio la desnuda en la cocina mientras miran a través del horno si está lista la pizza.

H: ¿No habláis de prácticas sexuales?

N: Hablamos de satisfacción sexual y no nos cortamos un pelo.

H: ¿Y qué es lo que se lleva ahora?

N: De todo, lo que se lleva es lo que ambos quieran, sobre todo entre parejas que se han unido recientemente.
Luego están las desparejadas que buscan y encuentran muy poco, la verdad, o se llevan un chasco absoluto cuando lo hacen una de esas noches locas.
El otro día una amiga me dijo que tenía tantas ganas que no le importó que el tío estuviera tan borracho que al final, no pudo.

H: ¿Y hablas por ahí de nuestras relaciones sexuales?

N: Sí, claro. De cómo lo pasamos, de la frecuencia, de cómo cambian las necesidades. Una amiga me contó que había que ser abiertos y permitir a tu novio hacerlo con otras mujeres, que no deberíamos ser egoístas.

H: Tienes que presentarme a tu amiga.

N: Hay como una autonegación a lo que no es habitual.

H: ¿Como al fetichismo?

N: También puede ser, pero lo importante es la comunicación, ese sigue siendo el caballo de batalla de la sexualidad también hoy.

H: ¿La comunicación qué es, por el uso de la lengua?

N: Yo creo que es un síntoma más del miedo ancestral a decir lo que nos gusta, a revelar nuestras fantasías y miedos, y ya es hora de que nos demos cuenta de que todo, también el sexo, es global.

H: Como los hijos, ¿acaso son ellos la razón del sexo? o ¿lo es el pecado original?

N: ¿Por qué los tíos jamás habláis de sexo entre vosotros, solo de a cuántas os tirasteis?

H: Es que somos unos caballeros.
¿Cuántas veces puedes hacerlo en una noche? ¿Crees que podríamos intentarlo hoy?

N: No es una competición. Nunca me planteo el sexo como si fueran encuestas.

H: Sería como Encuentros en la tercera fase.

N: Prefiero la calidad, ya lo sabes.

H: Pero primero tienes que quitarte el corpiño ese, que me rasca.

N: Venga me lo quito. Ahora vuelve la moda de las fajas, como si no estuviéramos bastante constreñidas.

H: Es un revival, no lo pueden evitar, si hasta quieren volver a poner la Casa de fieras en el Retiro.

N: Entonces tendremos una involución también en el sexo.

H: O sea: tú debajo, mujer.

N: Sí, y mirando la hora, como Amélie, eso es genial.

H: ¿Qué es, algo típico femenino?


Y la noche sigue entre lentas palabras y rincones de oscuridad. El tiempo perdido se refleja por debajo de la puerta queriendo entrar en la habitación, peleándose con los sueños que, todavía vírgenes, intentan ocupar el espacio de un futuro incierto.


Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez

viernes, 1 de febrero de 2013

NURIA Y HÉCTOR. COMO EN LOS CUENTOS



Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y Juan Carlos Suárez